Premio Deporte Solidario para una alumna de Enfermería
Teresa Gutiérrez obtuvo el galardón por su Taller de Baloncesto para inmigrantes
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FOTO: Manuel Castells
Teresa Gutiérrez, alumna de segundo curso de la Facultad de Enfermería de la Universidad de Navarra, obtuvo en la Gala del Deporte 2014 el Premio Deporte Solidario por su activa colaboración en la integración social y escolar de hijos de inmigrantes, a través del baloncesto. En este Taller de Baloncesto, organizado junto con la Fundación Core, (fundación de interés social y sin ánimo de lucro que apoya a inmigrantes en su proceso de integración social y laboral) han participado más de 40 niños de entre 5 y 15 años. La ganadora ha querido compartir con nosotros su experiencia:
¿Qué supone para ti el premio?
Un reconocimiento al cariño dedicado a esos niños por los 13 voluntarios. Estoy muy orgullosa de ellos, así como de mi Facultad, que ha ayudado a hacer realidad este proyecto, de Tantaka (Banco de Tiempo Solidario de la Universidad de Navarra) y de la Fundación Core, por su constante apoyo.
¿Cómo se te ocurrió la idea del Taller de Baloncesto?
Un día acudí al Taller de Lectura de la Fundación Core, organizado por la biblioteca de la Universidad de Navarra. Conocí el lugar, la cantidad de niños que estaban en un espacio tan reducido… Comprobé que estos niños no tenían ninguna actividad lúdica y se me ocurrió ofrecerles una. Y ¡qué mejor manera que a través del deporte!
He sido jugadora de baloncesto durante muchos años y actualmente soy árbitro federado del Comité Navarro. Pensé que la práctica del baloncesto, por los valores que implica, podría ofrecerles mucho: trabajo en equipo para lograr una meta, preocupación por el compañero, disciplina, respeto al entrenador… Jugando a baloncesto se iban a relacionar necesariamente entre ellos y con los entrenadores-voluntarios. Todo encajaba a la perfección.
En resumen, pensé en el baloncesto como vía para la integración social de estos niños. Si les enseñábamos a jugar, adquirirían el nivel suficiente para entrar a jugar en los equipos de sus colegios y así integrarse con sus compañeros de clase.
¿Costó mucho montar el taller?
Lo cierto es que no, el proceso fue rapidísimo. A las dos semanas de plantear la idea, ya estábamos teniendo el primer entrenamiento. En cada sesión de baloncesto hemos ido implementando mejoras: más balones, material, mejor organización, mayor número de voluntarios… Y ha ido creciendo hasta lo que es hoy.
¿Qué destacas de la experiencia, tanto para los niños como para ti?
Creo que, como en todas las acciones de voluntariado, la ayuda ha sido mutua, bidireccional. De ellos, destaco su ilusión contagiosa y sus sonrisas. A la vez demuestran valor, deseo de ser niños, de jugar y siempre están agradecidos. Cada entrenamiento es una clase maestra de la realidad de unos niños que esconden muchas necesidades. Sin duda ha sido una experiencia enternecedora y sé que puedo hablar por todos los voluntarios: ha sido un baño de sensibilidad.
A través de esta actividad, estos niños tienen la posibilidad de disfrutar un poquito de esa infancia, como se merece cualquier niño de su edad. Han aprendido a ser un equipo, les hemos cuidado como grupo y a cada uno como jugador. Es increíble ver como una mezcla de tantas culturas ha resultado una sintonía perfecta. A todos nos ha permitido crecer mucho.
¿De qué edades y nacionalidades son los niños?
Es un equipo de lo más variado, las edades van desde los cinco hasta los quince años. Tenemos una buena cantera: a los entrenamientos les acompañan sus madres llevando a sus hermanos bebés, y los niños de tres y cuatro años intentan colarse y entrenar como los mayores.
Son de muy diversas procedencias y culturas: rusos, ecuatorianos, rumanos, africanos… Sean musulmanes, ortodoxos o católicos, juegan todos mezclados disfrutando del deporte. En los entrenamientos no pretendemos que se adapten a una cultura (la nuestra) y renuncien a la suya. Todo lo contrario: cada cultura supone enriquecimiento para el grupo.
¿Cuánto ha durado el taller? ¿Piensas repetir el curso que viene?
El taller ha durado siete meses: desde noviembre de 2013 hasta mayo de 2014.
¿Piensas repetir el curso que viene?
¡Por supuesto!, el año que viene continuamos. Con muchas mejoras y colaboraciones que ya están apalabradas con otras instituciones. La Gala del Deporte ha sido una ocasión estupenda para dar a conocer el voluntariado y, a raíz de ello, muchas personas han contactado conmigo ofreciéndonos ayuda muy valiosa. Los voluntarios están deseando volver a empezar, vamos a echar de menos a los niños en verano.
¿En qué ha consistido la participación de la Fundación Core?
La Fundación Core ha supuesto el nexo de unión entre voluntarios y niños. Los niños que ahora acuden a nuestros entrenamientos los sábados son, en su mayoría, los mismos que asisten semanalmente a los talleres de la Fundación.
¿Siempre te ha interesado el voluntariado?
La verdad es que esta es la primera vez en la que he participado en un voluntariado de este nivel. Había tenido experiencias previas visitando ancianos o acudiendo como voluntaria a algún evento benéfico, pero nada comparable. Creo que, una vez que encuentras un voluntariado en el que ofreces algo que te apasiona, el voluntariado termina por conquistarte. Es algo que he podido ver en nuestro equipo de entrenadores. Es muy importante disfrutar de cada minuto del tiempo que dedicas a la labor voluntaria, porque te hará que cuando termina, ya estés deseando que llegue la semana que viene para que vuelva a empezar.