Solidaridad universitaria en Tetuán
Alumnas de la Universidad de Navarra y de la Universidad Pública de Navarra colaboran en la atención de niños con discapacidades en un centro de acogida
Cinco estudiantes de la Universidad de Navarra y una de la Universidad Pública de Navarra han participado este verano en un programa de la Fundación Dari de Tetuán, en Marruecos, que da acogida a niños de la calle, algunos de ellos con graves discapacidades.
A lo largo de dos semanas, las universitarias atendieron a una veintena de niños de entre 6 y 14 años, y trabajaron con ellos la autoestima, y actividades para ayudar a impulsar la iniciativa individual y la autonomía.
Se trata de Silvia Cañada Erburu, de 2º de Sociología de la UPNA; y las alumnas de la Universidad de Navarra Paloma de la Paz Romero (4º Medicina), Fátima Ruiz Fuster (graduada en Pedagogía y estudiante del Máster en Investigación en Ciencias Sociales), Ana Bañón Marco (2º Pedagogía y Magisterio Infantil), Ainhoa Herrando Oroz (3º de Psicología) e Inés Motilva Sanz (3º de ISSA School of Management Assistants).
“En el trabajo con estos niños, hicimos hincapié en valorar el esfuerzo que ponían en superar retos y su participación en las dinámicas propuestas”, señala Fátima Ruiz Fuster. Otro de los objetivos fue trabajar los valores del agradecimiento y el perdón, tarea que consiguieron gracias al uso de muñecos como agentes extrapoladores de sentimientos. “Durante todo este tiempo, fue fundamental enseñar a los menores a pensar y a emplear el conocimiento emocional con el fin de fomentar la resiliencia”.
El eje vertebrador de toda la labor con los alumnos fueron las actividades cooperativas, mediante las cuales buscaban incrementar la capacidad de compenetración entre los menores. Entre ellas, un taller de confianza, una gymkhana acuática o un taller de disfraces. “Otra actividad más elaborada consistió en intentar que recortasen y plasmasen en una hoja qué querían ser de mayores, y cómo se veían en el futuro con el objetivo de trabajar un poco la toma de decisiones y la motivación, porque la mayoría tenían baja autoestima y poca confianza en sí mismos”, explica la pedagoga.
Una exitosa experiencia de Aprendizaje-ServicioAlgunas de estas experiencias eran posteriormente plasmadas en papel, de esta forma, se impulsaban la expresión lingüística y corporal. “Al principio no respondían mucho a nuestra iniciativa, pero poco a poco fueron involucrándose en las actividades, llamando nuestra atención...”, apunta Fátima Ruiz, alumna actual del Máster en Investigación en Ciencias Sociales (MICS).
Esta labor de voluntariado, en la que se buscaba la educación en valores, se enmarca dentro del Aprendizaje Servicio (ApS), una metodología a través de la que el educando se implica en la mejora de la comunidad, a la vez que desarrolla una serie de habilidades y competencias.