Néstor Basterretxa no pudo acudir al Civivox Condestable de Pamplona el pasado miércoles para pronunciar su conferencia "Una vida en la escultura" por motivos de salud. En su lugar los profesores de la Universidad de Navarra, Gabriel Insausti y Carlos Chocarro, dialogaron acerca del artista ausente: su obra pictórica, escultórica y su cine, que marcan la voluntad de crear un arte vasco desde la abstracción. Continúan así los actos de celebración del 50 aniversario de la Cátedra de Lengua y Cultura Vasca.

La proyección de las fotografías de los cuadros "Composición desde el cielo" o "Segundo homenaje a Ben Nicholson", ambos de 1957, sirvieron para mostrar al público asistente que Néstor Basterretxea es un pintor plural, capaz de combinar elementos antagónicos.

En su búsqueda acerca del origen de la cultura vasca, Néstor Basterretxea bebe del Diccionario de Barandiaran. De ahí nacen las esculturas "Intxutxu" o "Gaureko", por ejemplo, piezas alambicadas, con mucho movimiento, la primera de ellas  realizada en madera de roble. "Hay una voluntad clara por parte del autor de revelar el material, de gran arraigo en la tierra vasca", comentó el profesor Insausti.

Se mostraron también una serie de estelas, motivo funerario de la cultura vasca. También merecieron un apunte los murales pictóricos "La Creación" y "La buena nueva" de la cripta de Nuestra Señora de Arantzazu, realizados por Basterretxea en 1981.

Terminaron su intervención con la proyección de unos minutos de la película "Ama Lur", dirigida por Néstor Basterretxea y Fernando Larruquert, estrenada fuera de concurso en el Festival de Cine de San Sebastián en 1968.  Fue sufragada por cuestación popular.

La segunda conferencia corrió a cargo del fotógrafo Xabier Otero, que nació en Pamplona, pero fue criado entre San Adrián y el Baztán. Ha vivido en Londres, Mali, Canadá y el Sahara, para retornar al Valle del Baztán.

"Consciente de que asistimos a la desaparición de un mundo, he querido hacer un trabajo de documentación de los oficios artesanales que se están perdiendo", explicó Otero. A lo largo de su discurso proyectó una serie de fotografías de paisajes, rostros humanos y trabajos manuales, algunos en extinción como el de los carboneros, captados en sus viajes y estancias en los lugares antes mencionados. "Me interesa el valor que tienen las personas y los trabajos que realizan, así como el poder de comunicación que tenemos todos con el lenguaje".