El Grupo de Investigación Ciencia, Razón y Fe (CRYF) de la Universidad de Navarra invitó a Javier Armentia, astrofísico y director del Planetario de Pamplona a hablar de las pseudociencias. Empezó su exposición mostrando un video en el que se "ve" al Yeti de Formigal (Huesca). Ese vídeo circuló por internet y no era más que una campaña publicitaria, pero hubo mucha gente que lo creyó. El ponente utilizó ese ejemplo como metáfora para hacer entender cómo se cuelan las pseudociencias en la opinión pública. "En Formigal no caben este tipo  de bestias". Ni en ninguna parte.

El origen de las pseudociencias nace de la propia ciencia, que en ocasiones se pervierte por intereses económicos u otros. "Un tercio de los alumnos de secundaria cree en la telepatía, en la astrología, los fantasmas y las percepciones extrasensoriales.  Una quinta parte de esos alumnos también creen en las brujas", aseguró Armentia. Los medios de comunicación han abonado el terreno con la publicación de artículos, difusión de series de TV y programas magazine. Ilustró su discurso con varios ejemplos de programas de televisión en cadenas generalistas de alcance nacional en los que se da cancha a personas que se mueven en ámbitos académicos y, sin embargo, no tienen nada de científicos y afirman aberraciones del tipo "el cáncer lo provocan los estados de ánimo", o "puede curarse con infusiones de limón".

Las pseudociencias son detectables porque usan una terminología aparentemente científica, pero de forma engañosa e incorrecta. Términos como "hemos trabajado con científicos mundialmente conocidos" son difícilmente demostrables. El anzuelo son los avales de universidades o de personas relevantes que se supone que dan fiabilidad a lo que se presenta. En cualquier caso contradicen los hechos científicos establecidos. "Hay una ausencia de conexión con la investigación o incluso se desprecia", afirmó.

El director del Planetario de Pamplona apeló a la responsabilidad de la educación, desde donde se debería contar más con los científicos. "Hace falta una nueva cultura que incluya la ciencia: es una labor pendiente", insistió. Con los actuales planes de estudio, los alumnos "abandonan la posibilidad de relacionarse con la ciencia desde muy temprano. Hay que seguir cultivando el amor por la ciencia". Y, por otra parte, "los científicos tenemos que explicarnos mejor para que permee en la sociedad la buena ciencia, porque se da también una ciencia pobre. Tenemos que ser capaces de explicar las diferencias entre una hipótesis y una ocurrencia: hay mucha ignorancia". Terminó con una frase de Einstein muy elocuente: "Solo hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana. Y de lo primero no estoy seguro".