Álvaro San Juan Rodríguez (7º del Doble Grado Farmacia + Nutrición Humana y Dietética) realiza sus estancias tuteladas en el Complejo Hospitalario de Navarra. Desde allí subraya la importancia que en los años de carrera ha tenido para él el profesorado de la Facultad de Farmacia y Nutrición, la facilidad para colaborar en los departamentos, los intercambios en tres países diferentes y la participación en Farmacéuticos del siglo XXI.

- ¿Cómo está transcurriendo tu experiencia en las estancias tuteladas en el Complejo Hospitalario?
Estoy muy satisfecho con el transcurso de mi estancia en el Servicio de farmacia del Complejo Hospitalario de Navarra. El equipo humano que lo forma me ha proporcionado un trato muy familiar y cercano. Además, tanto los residentes como los farmacéuticos adjuntos del servicio se han prestado en todo momento a resolver cualquier duda y a transmitirme sus conocimientos.

- ¿Por qué optaste por este centro y qué labores desarrollas allí?
Debido a mi interés en la investigación en Servicios de Salud, quería conocer de primera mano el trabajo de los profesionales sanitarios, y en especial del farmacéutico –por su estrecha relación con el resto de las áreas y servicios hospitalarios-, dentro de un centro público. Como además Navarra es sinónimo de calidad en los servicios hospitalarios, no dudé en elegir el complejo para realizar mis estancias tuteladas.

Mi tarea allí implica rotar a través de distintas áreas del servicio: gestión, elaboración, dispensación y atención farmacéutica. En estas rotaciones realizo diversas tareas, como la preparación de fórmulas magistrales, mezclas intravenosas y nutrición artificial, reposición de estupefacientes y botiquines, así como la dispensación de medicamentos en investigación clínica, revisión y validación de prescripciones médicas o dispensación a pacientes ingresados, de hospital de día y externos.

- Además, durante tus años de carrera realizaste varios intercambios. ¿Qué destacarías de cada una de las experiencias?
De mi experiencia en Argentina destacaría la hospitalidad del país, donde me sentí como en casa pero a 10.000 kilómetros de distancia, y el gran aprovechamiento que realizan las universidades de los pocos recursos de que disponen. En cambio en Reino Unido, donde también estuve de intercambio, me sorprendió su modelo de enseñanza, basado en dotar al alumno de las herramientas necesarias para el conocimiento en lugar de fomentar su capacidad de retención. Además, destacaría la práctica de competencias y habilidades profesionales a lo largo de toda la carrera.

En el último intercambio, en Hong Kong, lo más reseñable fue la propia ciudad, tan cosmopolita, donde conocí y compartí experiencias con personas de orígenes y culturas muy diversas, así como el hecho de familiarizarme con los usos y costumbres chinas.

- ¿Por qué recomendarías a los alumnos que no pierdan la oportunidad de realizar intercambios durante la carrera?
En primer lugar, porque cualquier experiencia en el extranjero permite conocer realidades y costumbres distintas a las nuestras, ampliar la red de contactos y, según el caso, mejorar el nivel de una segunda lengua. Además, las estancias demuestran iniciativa, determinación y capacidad de adaptación, cualidades que se valoran mucho en el mercado laboral.

En el plano personal un intercambio genera una gran cantidad de vivencias únicas e inolvidables. La vida se vive de manera mucho más intensa en el extranjero, fuera de nuestra zona de confort.

- Tras la experiencia en otros países, ¿qué dirías que nos falta en la formación en España y cuáles son nuestros puntos fuertes?
Del sistema español de enseñanza destacaría claramente la amplia fundamentación teórica que aporta al alumno y el abordaje integral de las disciplinas. Sin embargo, se deja de lado la aplicación e integración de dichos conocimientos en la práctica y la evaluación se centra demasiado en la mera capacidad de retención de los estudiantes.

- De los siete años en la Facultad, ¿qué dos o tres cuestiones fundamentales descaráis como diferenciadoras de la formación en la Universidad de Navarra?
Por un lado destacaría su calidad docente: la mayor parte del profesorado compatibiliza su profesión con la investigación y la docencia. Esto hace que estén permanentemente al día de los avances en sus áreas y que las transmitan a los alumnos ilustrándolos con ejemplos de su propia actividad profesional. De hecho, la Universidad cuenta con un elevado reconocimiento internacional también gracias a la producción científica de estos investigadores. 

En la Universidad, además, no eres un número en una lista. El trato es muy personal y hay una relación estrecha con los profesores, quienes tienen en cuenta las circunstancias y características de cada alumno.

Otro punto diferencial es el fomento de la iniciativa, para lo cual se facilita la realización de estancias en los departamentos como alumnos internos, la participación en congresos, jornadas o conferencias y, a través del Servicio de Carreras Profesionales, se proporciona asesoramiento permanente para seleccionar centros y empresas de prácticas, que el alumno se forme en habilidades profesionales y en todo aquello que nos prepare para acceder al mercado laboral. Un mercado que es global, y la Universidad lo sabe y fomenta la internacionalización.

- Por último, como alumno coorganizador de Farmacéuticos del S. XXI, ¿qué te aportó esta experiencia?
Supuso el contacto directo con los profesionales que marcan el futuro de la profesión en muchos ámbitos -la industria, la sanidad, la investigación, la farmacia comunitaria…-. También pude desarrollar competencias y habilidades -comunicación, organización, liderazgo,  resolución de problemas o gestión de recursos-. Aunque lo más satisfactorio fue el éxito que tuvieron las sucesivas ediciones y el compromiso que suscitó entre mis compañeros.