Rodrigo Sánchez, junto a un amigo, en la Puerta de Alcalá de Madrid. FOTO: Cedida

"Fui a las Jornadas Mundiales de la Juventud de voluntario con el Colegio Mayor Belagua. Sólo de mi sede (Torre 2) fuimos unos 25 voluntarios y otros residentes fueron como peregrinos. Ha sido una experiencia inolvidable por la suerte de poder participar y ayudar, así como por todas las personas que he conocido", destaca Rodrigo Sánchez, estudiante de Medicina de la Universidad de Navarra, recordando cómo ha vivido la JMJ en primera fila.

"A mi grupo y a mí nos tocó ayudar en un concierto de una banda canadiense, ensayar el Via Crucis, ayudar a montar el escenario de Cibeles, soltar los globos paloma en Alcalá (en la foto) y en Cuatro Vientos estuvimos ayudando en las carpas eucarísticas. Debido al calor se produjeron varias lipotimias y como el SAMUR estaba muy saturado aproveché también que soy estudiante de Medicina para ayudar y atender a la gente hasta que llegaron los sanitarios".

Rodrigo Sánchez pudo conocer durante estos días a varios peregrinos que, como él, vivieron con fervor la JMJ. "Conocimos a gente de Filipinas y Bahrein. Nos hicimos amigos enseguida y eso que sólo estuvimos juntos un par de horas. Al acabar el acto nos abrazaban y nos agradecieron todo lo que habíamos preparado en Madrid". "La JMJ ha sido una vivencia que 'deja poso'. Básicamente me llevo de la experiencia una conclusión: allá donde miraba solo veía gente alegre, gente sonriendo".