En el Pirineo hay hábitat para el oso, pero falta el apoyo social
Guillermo Palomares, presidente de la Fundación Oso Pardo
"Camille es un oso de comportamiento excepcional que debe tener un tratamiento excepcional. Se trata de un caso anormal, del que hay que olvidarse. No puede condicionar el pensamiento ni la política de reintroducción de estos animales en el Pirineo. No hay que tener miedo a que veinte osos más sean veinte Camilles más". Este es el juicio de Guillermo Palomero, presidente de la Fundación Oso Pardo. El experto ha participado en unas jornadas sobre 'Recuperación de especies protegidas' organizadas por la Facultad de Ciencias de la Universidad de Navarra y que han atraído a casi cuatrocientas personas.
El experto ha sido partidario de "disuadir a Camille de ese comportamiento. Sus ataques a ganado están lejísimos de la media corriente entre osos. A mi juicio, creo que ataca en España porque aquí los rebaños están dispersos y sin vigilancia, mientras que en Francia están más vigilados, y él lo sabe".
Guillermo Palomero ha dicho a los asistentes que "la gran fauna y el desarrollo rural son compatibles. Yo soy un conservacionista con los pies en el suelo y sé y trato de demostrar que técnicamente el oso puede coexistir con la caza, el turismo y la ganadería".
No obstante, Palomero ha recalcado que para reintroducir el oso en el Pirineo los lugareños "tienen que participar desde el principio hasta el fin en el proyecto y tener un papel determinante. Hay que hablar mucho y de manera muy clara con ellos, sin acudir a argumentos ecologistas o filosóficos, sino pagando los daños ocasionados y debatiendo las medidas socioeconómicas".
El presidente de la Fundación Oso Pardo comprende que "el que vive con la naturaleza busca que ésta no le dé problemas. Tenemos que conocer la escala de valores de los paisanos, sus expectativas de desarrollo, sus miedos, sus problemas... El hábitat del Pirineo es ideal para osos, pero para que la reintroducción sea efectiva es necesario que se resuelva la conflictividad social". A su juicio, en esta zona "se ha planteado mal la reintroducción porque los lugareños la han rechazado", al contrario que en la Cordillera Cantábrica, donde en el medio rural este animal es muy aceptado.
En Cantabria sobreviven casi setenta osos, frente a los seis ejemplares autóctonos pirenaicos. "En esa Cordillera las reses son mayores, vacas y caballos fundamentalmente, y menos vulnerables. Sufren más los panales de miel, pero se paga rápido y la población local soporta bien los ataques. Allí cada oso cuesta 100.000 pesetas al año, una cifra que se reparten cuatro regiones implicadas".
Según Guillermo Palomero, "en el Pirineo la única forma de sacar adelante a los osos es reforzándolos. Se trata de un animal que repone muy lentamente, alcanza la madurez sexual tarde, no cría todos los años y tiene una mortalidad infantil alta". Por último, el experto ha realizado una valoración cultural de esta especie: "El oso juega su papel en el medio natural, indica que el medio en el que se desenvuelve tiene gran calidad y es un animal muy ligado al hombre. Ha protagonizado grandes hechos culturales (carnavales, leyendas...) y es muy cercano a los niños. Quizá nos gusta porque tiene un aspecto antropomórfico, casi de hombre salvaje".