Fallece el profesor emérito José Bello, catedrático de Bromatología y uno de los pioneros de la Facultad de Farmacia y Nutrición
Profesor de las facultades de Farmacia de las universidades de Sevilla, Granada, durante más de 30 años ejerció como investigador en el Campus de Pamplona
25 | 10 | 2022
El catedrático José Bello, antiguo director del departamento de Bromatología, Tecnología de alimentos y Toxicología, y profesor emérito de la Facultad de Farmacia y Nutrición, ha fallecido en Gelves (Sevilla) a los 91 años de edad. Natural de la capital andaluza, se incorporó a la Universidad de Navarra en 1969, tras licenciarse en Ciencias Químicas por la Universidad de Sevilla y en Farmacia entre Santiago y Pamplona, donde desarrolló la mayor parte de su trayectoria docente e investigadora hasta su jubilación en 2001.
“La labor investigadora que realizó el profesor Bello en sus momentos iniciales fue desarrollada con una notable precariedad de medios. Pero se vio posibilitada y alentada por el espíritu y estilo de nuestra Universidad, que, ya entonces, percibíamos los que comenzábamos a formarnos en ella”, recuerda Edurne Cenarruzabeitia, antigua decana de la Facultad de Farmacia y Nutrición y doctoranda del Dr. Bello. Su visión de futuro le permitió compaginar la investigación básica con la aplicada, lo cual hizo que su opinión de experto fuera requerida en foros de prestigio. “Sin embargo, tuvo una preocupación constante, sobre todo en sus últimos años: en su intento de allanar el camino a los que veníamos tras él, desarrolló una fructífera y frenética actividad como escritor científico-docente”, detalla la profesora Cenarruzabeitia.
Tras unos años iniciales en Pamplona, José Bello obtuvo una plaza de colaborador científico del CSIC en 1972 y posteriormente, la Cátedra de Bromatología y Toxicología de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Sevilla, lo que determinó que se ausentara de la Universidad de Navarra durante unos años, desde octubre de 1978 hasta octubre de 1981, para ser docente entre Sevilla y Granada.
Un profesor apasionado por las personas
En el curso 81-82 volvió a Navarra. “Los alumnos de 5º de Farmacia sabíamos que había alguna novedad: un nuevo profesor de Bromatología, sevillano y catedrático de las prestigiosas universidades de Sevilla y Granada”, recuerda Icíar Astiasarán. “Su acento andaluz dificultaba en algunas ocasiones la debida toma de apuntes, pero los contenidos y el ritmo de la asignatura hicieron que enganchásemos enseguida con esa ciencia, hasta entonces desconocida, y sin embargo con tan gran interés para los profesionales sanitarios que, como farmacéuticos, íbamos a ser”.
A nivel investigador, cabe destacar su contribución a las Ciencias del Análisis Químico, la Bromatología y la Toxicología a través de los más de 280 trabajos publicados en revistas científicas de prestigio y presentados en congresos nacionales e internacionales. Además, colaboró como autor y editor en 16 libros, e impartió más de 35 conferencias en foros científicos, dirigió cursos especializados y participó como miembro o presidente de comités científicos de diversos eventos a nivel nacional e internacional. Dirigió 31 tesis doctorales.
“Todo el que haya conocido un poco a Pepe Bello ha quedado impresionado, además, por su bagaje cultural. El café de las 11 de la mañana, instaurado por él y que aún hoy perdura, fue siempre un momento oportuno para que nos relatase innumerables anécdotas históricas y nos aleccionase sobre pintores, músicos, políticos y personajes de diversa índole, tanto del pasado como del presente”, comenta la profesora Astiasarán. “Además, era la ocasión idónea para numerosas celebraciones, así como para entusiasmar e ilusionar a los doctorandos que empezaban a dar sus primeros pasos en la senda universitaria”.
En el año 2001, con motivo de un acto académico de homenaje por su jubilación, el profesor José Bello aprovechó la ocasión para definir desde su experiencia la misión de la formación universitaria a la que dedicó la mayor parte de su vida: “A lo largo de mis años en la Universidad, he aprendido que el ideal de todo aquel que se dedica a la enseñanza debe ser el formar personas y no solamente cabezas. A la vez que se transmiten los conocimientos científicos, también se debe comunicar, sobre todo con el ejemplo, una formación que lleve a la convicción de que el modelo a seguir en toda actividad profesional, social, familiar, etc. debe ser siempre la actitud de servicio a los demás. Sin duda alguna, se debe proporcionar a las nuevas generaciones una formación humana sólida y empapada de un sentido cristiano de la vida, para que en su vida práctica sean útiles a la sociedad. Y esto es lo que he intentado hacer durante todos estos años”.