“El relativismo es el cáncer de la ciencia: si no se tiene fe en lo que se busca, difícilmente se puede acceder a ello”
"El relativismo es el cáncer de la ciencia: si no se tiene fe en lo que se busca, difícilmente se puede acceder a ello"
Eduardo Riaza, miembro de la Real Sociedad Española de Física, impartió un seminario sobre el padre de la Teoría del Big Bang, organizado por el Grupo de Investigación "Ciencia, Razón y Fe" de la Universidad de Navarra
Eduardo Riaza Molina, miembro de la Real Sociedad Española de Física y profesor de Física y Química en el Colegio Retamar de Madrid, impartió un seminario del Grupo de Investigación "Ciencia, Razón y Fe" de la Universidad de Navarra.
En la sesión sobre "El Universo de George Lemaître", repasó el perfil y aportaciones de este astrofísico y sacerdote católico, padre de la Teoría del Big Bang. Eduardo Riaza ha publicado recientemente la primera biografía en castellano de este científico bajo el título La historia del comienzo.
Blog de Eduardo Riaza sobre Georges Lemaître
-Grandes investigadores como Lemaître estuvieron muy influidos por la Filosofía. ¿Percibe también esta tendencia en los científicos actuales o hay una deficiencia en su formación y la perspectiva en este sentido?
El campo es muy amplio. Algunos científicos obvian la Filosofía y otros la tienen en cuenta, pero quizá su formación en este campo dista mucho de la Filosofía realista de Tomás de Aquino que tenía presente Lemaître. Ésta le permitió llegar a un buen ajuste entre las hipótesis teóricas propuestas por Einstein y las observaciones astronómicas. El relativismo que a veces se ve en la ciencia o en los científicos es el cáncer de la ciencia: si no se tiene fe en lo que se busca, difícilmente se puede acceder a ello.
-La Teoría del Big Bang fue propuesta por Lemaître, un sacerdote católico. Sin embargo, actualmente algunos piensan que es contraria a la existencia de Dios. ¿Cómo se ha producido esta paradoja?
Georges Lemaître es muy poco conocido; de hecho, prácticamente no hay referencias sobre él en las bibliotecas españolas, tal y como constaté cuando escribí su biografía. Quienes han trabajado en el mismo terreno que él evitan nombrarle. Esto quizá se deba a un prejuicio religioso y, especialmente, ante el católico. No obstante, tampoco es adecuado convertirle en un abanderado de la apologética, tal y como él rechazó. Así lo demuestra el hecho de que escribiera a los colaboradores del Papa Pío XII tras un discurso de éste en el que daba a entender que la teoría de Lemaître apoyaba la idea de la Creación. No quería mezclar ambos aspectos.
George Lemaître y Albert Einstein. |
Foto: Cedida |
- Lemaître fue un ejemplo de vocación científica temprana. ¿Cuál es la fórmula para despertarla entre los jóvenes? ¿Es posible hacerlo sólo desde los aspectos más técnicos?
Hoy en día existe una gran falta de vocaciones científicas y se están empleando muchos recursos para resolverlo. El problema es que, ante esa dificultad, se da una respuesta equivocada: la ciencia fácil, accesible para todos. Hay que divulgar, pero no rebajando el nivel ni perdiendo rigor. De hecho, habría que elevar los estudios. La tendencia de las leyes de educación es igualar por abajo. Así, la atención a la diversidad se suele centrar en los que van mal, descuidando a aquellos que destacan. Por otro lado, pienso que no se debe hacer división entre ciencias y letras: desde edades tempranas se tendría que potenciar la lectura, la contemplación de la naturaleza, o el disfrute del teatro. Si aludimos a las vidas de científicos como Einstein o Lemaître, entre otros, vemos que además de esa faceta tenían otra humanística; tocaban algún instrumento musical, eran artistas...
-Con Lemaître se demuestra que excelencia científica y fe son compatibles. ¿Qué puede enseñar su figura a los científicos de hoy?
Aunque su personalidad fue muy rica, destacaría su sentido del humor y, especialmente, su amor a la verdad. Además, nunca tuvo prejuicios: planteó un modelo infinito en el tiempo que era, supuestamente para algunos, incompatible con la revelación. Pero como filosóficamente no veía inconvenientes, no tuvo problemas en admitirlo. Esa libertad de pensamiento puede ser un gran ejemplo para otros.
-¿Qué papel deben tener en la sociedad los científicos católicos?
En primer lugar, tienen que ser muy buenos científicos. Luego resulta vital que se impliquen en la divulgación. Ésta no da tanto prestigio como la publicación en revistas especializadas, pero tiene gran impacto en la sociedad. El concepto que puede tener el ciudadano de a pie de lo que es la ciencia se aleja de lo que ésta es en realidad. Además, sus creencias están teñidas de la moda New Age y de supersticiones o aspectos paracientíficos que no tienen ninguna entidad. Por ejemplo, se cree con más fuerza en cosas como la ‘energía positiva' que en la ciencia empírica o en Dios.
-¿Cómo calificaría la divulgación científica que se hace en la actualidad?
Por un lado, en muchas ocasiones se usa para atacar a la Iglesia desde algunos aspectos o, al menos, busca la confrontación. Por ejemplo, salen a colación casos como el de Galileo, vistos desde una perspectiva sesgada. Sin hacer una cruzada, hay que exponer las cosas para que la historia se escriba con objetividad. No hay que generar polémicas ni reivindicaciones, pero sí ser justos con los protagonistas, evitando los prejuicios.