"La Teología hay que rumiarla"
Conversación con Ulises Rolando Mendoza, de El Salvador
Cuando Ulises tenía 7 años un día su maestra le pidió que dibujara lo que quería ser de mayor. Él pintó una casa, junto a la que había una familia con dos hijos, un perro y un coche.
Vivía en el cantón de Nuevo Sitio del Niño, del pueblo San Juan Opico, en el departamento La Libertad, en El Salvador. Es el mayor de tres hermanos y el único varón. Su familia es de escasos recursos económicos y la única fuente de ingresos proviene de su padre. Los padres de Ulises eran cristianos, pero no especialmente religiosos. Ni siquiera estaban casados. De todos modos su madre le preguntaba todos los domingos si le acompaña a Misa y él estuvo negándose durante dos años. Prefería quedarse en casa con su padre. Su madre no desistió nunca de invitarle, hasta que Ulises dijo que sí. Empezó a ir a la iglesia. Continuó siendo catequista y más tarde coordinaba a los monaguillos.
Cuando Ulises hizo aquel dibujo quería ser contable, y está claro que deseaba formar una familia, tener dos hijos, un perro y un coche. De hecho, 10 años después y ya a punto de entrar en la universidad, encontró ese dibujo y volvió a ratificarse en esa idea.
Pero un día de febrero del año 2007 en una confesión el sacerdote, que le conocía por ser monaguillo de la parroquia, le preguntó a bocajarro si alguna vez en la vida se había planteado ser sacerdote. Ese planteamiento inesperado pero aceptado hizo añicos aquel dibujo. Dios tenía otro plan.
Al inicio sus padres fueron un poco indiferentes a esa decisión, pero le apoyaron. En abril de ese año inició un proceso de discernimiento vocacional a través de la pastoral de su Archidiócesis. Dicho proceso concluía con una entrevista con el obispo, que sería el 12 de diciembre; hasta entonces no tendría el sí o el no para entrar en el seminario. A la vez llegó el momento de hacer la prueba de ingreso a la Universidad, para estudiar como contable: la hizo por si acaso y la superó con creces. Y dejó pasar el plazo de matrícula. "Esto significó la primera renuncia de mi vida", dice Ulises.
El obispo le aceptó el 12 de diciembre, festividad de Nuestra Señora de Guadalupe. Él lo vio como un mimo de la Virgen. Sus padres le acompañaron al seminario propedéutico interdiocesano de Sta. Ana.
La gente de su cantón empezó a felicitar a su padre por tener un hijo en el seminario. Uno, y otro, y otro más. Esto le hizo recapacitar y se acercó a la iglesia. En diciembre de 2008 Ulises acolitó en la boda de sus padres, que se casaron junto a más de una decena de parejas.
Al año siguiente el obispo le pidió que fuera a estudiar Teología a la Universidad de Navarra: le había conseguido una beca. Fue muy duro para él dejar su país y, para su madre, dramático. "Mi segunda renuncia", asegura.
Han pasado ya cinco años desde entonces. Ulises fue ordenado diácono el 22 de marzo en la Parroquia de San Nicolás de Pamplona y el 19 de junio regresa a su país. "En este tiempo he conocido a personas de otras culturas, distintas formas de pensar. Al principio lo vi como una dificultad; ahora lo interpreto como una riqueza, un ejemplo más de lo que es la Iglesia universal". Ha hecho pastoral durante dos veranos y esta última Semana Santa en la parroquia de Ntra. Sra. del Rosario en La Cala del Moral, Málaga.
"De la Facultad de Teología me llama la atención cómo imparten las clases los profesores. No es algo manido, repetido hasta la saciedad. Es fruto de la investigación: y es que la Teología hay que rumiarla", concluye Ulises.