Lupe, para hacer sentir cómodos a los personajes que retrata, pone música siempre que puede. Una lista de temas de jazz sonando por los altavoces para que los protagonistas a los que enfoca con su cámara se suelten, se relajen. La crónica de la clase que ha impartido este jueves en la Facultad de Comunicación, por tanto, también lleva banda sonora (al final de la noticia). Con un "Hola a todo el mundo" impreso sobre la primera fotografía que ha proyectado, la elección está clara entonces. Aunque no es fácil poner música a esta artista que, entre sus facetas, tiene la de cantante. Más aún, cuando la presentación de la protagonista de hoy ha partido con el profesor Javier Marrodán citando la importancia del silencio.

El detalle sonoro es solo una de las muchas claves que ha ofrecido Guadalupe de la Vallina a los alumnos de 3º de periodismo. Más conocida como Lupe (o @Lupe_), esta licenciada en Comunicación Audiovisual por la Universidad Francisco de Vitoria, fotógrafa – en especial retratista, donde ha asegurado que se siente más cómoda– , de 30 años, esposa, madre ninja de un niño de casi 2, redactora, amante del arte, curtida en trabajos de escritorio que le hicieron ver a qué no quería dedicarse… se ha puesto bajo el foco para compartir sus experiencias con los estudiantes. "Las fotos que más me gusta hacer es a la gente que no esconde su dolor o sus defectos", ha confesado. Y, aplicando su propio criterio, ha permitido a los estudiantes "entrar" a conocer a Lupe, animándoles insistente, durante las cerca de 2 horas de clase, a que hicieran preguntas.

La columna vertebral de la sesión han sido sus trabajos, organizados en tres ejemplos específicos de la revista digital Jotdown, para la que trabaja desde hace dos años: "Un paseo por el Thyssen"; "República Dominicana: ¿dónde está el dinero?" y los retratos de entrevistas a figuras como Enrique Meneses, Juan José Millás, Xabi Alonso, Leonor Watling, Ángeles González-Sinde… Sin complejos, ha empezado por contar que llegó a Jotdown gracias a un comentario que ella hizo sobre alguna de sus fotografías. Le "correspondieron" visitando su Flickr y así es como le pidieron trabajar para la publicación. Aceptó, "con cara de póker, sin decir nada hasta que se dieran cuenta de que no era fotógrafa profesional". Y así hoy, dos años después, es uno de los miembros de la exitosa revista. En cada una de las entrevistas, ha contado, saca casi 700 fotos, de las que valen 100, escoge las 30 que más le gustan y las envía aunque luego salen publicadas tal vez 5. Entre los argumentos para elegir, por ejemplo, que el retratado no salga hablando, que esté gesticulando, que mejor se siente en una silla en vez de en un sillón… y una idea clave: que quien vea esa fotografía se sienta cercano, que le termine incluso cayendo bien el protagonista. A la hora de elegir, ¿con qué método? La curiosidad. La capacidad de asombrarse, a la que Lupe ha apelado una y otra vez.

"La realidad no está priorizada, eres tú quien eliges". "Me interesa el detalle". "Muchas veces lo que está fuera de campo es lo que explica la importancia de aquello en el centro". "Si queréis ganaros la confianza de vuestros retratados, debéis ser respetuosos". "Quitaos la vergüenza de pedir a alguien que pose: el objetivo es perder miedo". Ideas como estas han ido saliendo poco a poco en la sesión, aplicadas en concreto a la fotografía: a la técnica, al modo de trabajar, a la selección de los encuadres, a la luz o al color. Pero que se pueden extrapolar al periodismo, como así ha sucedido: una clase en la que las enseñanzas sobre la foto se han mezclado con el oficio de periodista y, abriendo aún más el foco, con la vida en general. Porque, como ha dicho "busco lo que me atrae, el misterio que hay detrás de la realidad". Así, apelando al misterio de la vida ha explicado por qué le gusta la primera instantánea. Realizando unas fotografías sobre una cena solidaria, ha contado que quería sacar a los protagonistas con dignidad, no como un grupo de personas pobres que necesitaban ayuda. Por eso, ha dicho que se alejó para pensar, para hacerse las preguntas que le darían las respuestas sobre qué retratar y así vio los cuchillos. Allí, en el silencio del que hablaba el profesor Marrodán, Lupe también sintió cómo hacer bien su trabajo. Y, sin miedo ya, se lanzó a disparar la cámara.