Publicador de contenidos

Volver Dos profesores de la Universidad de Navarra publican el libro "De la Neurociencia a la Neuroética"

Dos profesores de la Universidad de Navarra publican el libro "De la Neurociencia a la Neuroética"

Entrevista con Sergio Sánchez-Migallón, coautor del volumen junto con José Manuel Giménez-Amaya

27/09/10 13:02
Descripcion de la imagen

Los profesores de la Facultad Eclesiástica de Filosofía de la Universidad de Navarra Sergio Sánchez-Migallón, director del Instituto de Antropología y Ética, y José Manuel Giménez-Amaya, director del Grupo de Investigación "Ciencia, Razón y Fe", han publicado el libro De la Neurociencia a la Neuroética. Narrativa científica y reflexión filosófica.

Sergio Sánchez-Migallón avanza en esta entrevista algunas de las cuestiones clave del volumen.

¿Qué objetivos se plantea el libro?

Trata de hacer explícitos los problemas reales y potenciales con los que se está encontrando la Neurociencia y la sociedad misma como campo de pruebas de esta nueva disciplina. Para ello se combina el recorrido histórico de dicha rama de la medicina y la reflexión filosófica sobre esa evolución. La conclusión es que tanto la Neurociencia como la sociedad -en gran medida científicamente configurada- se encuentran hoy sumidas en profundas paradojas acerca del sentido de su tarea y objeto: el ser humano y su vida.

¿Ese punto de llegada no resulta descorazonador?

Más que desembocar en un pesimismo, se sugiere aprovechar la oportunidad de la interdisciplinariedad intrínseca a la Neurociencia para plantear un diálogo más amplio, es decir, no sólo entre diferentes ciencias experimentales, sino también con ciencias humanistas. Este diálogo sería el mejor fruto y cauce de la llamada Neuroética, frente a quienes intentan conducir la Neuroética sobre el presupuesto y prejuicio insostenible del biologicismo.

¿Qué aporta el caso de las investigaciones conjuntas en Neurociencia y Neuroética al debate ciencia-fe?

Una investigación neurocientífica abierta a las cuestiones auténticamente éticas (o sea, una Neurociencia en diálogo con la Neuroética) supone una apertura metodológica especialmente en el campo de la experiencia. De este modo, la experiencia se entiende no sólo como medida -y muy mediada- por el instrumental científico por detallado que sea, sino tendiendo en cuenta también lo que el sujeto humano vive e interpreta a la vez que esos datos. En esa medida, la experiencia religiosa no tiene por qué prejuzgarse como reducible a procesos biológicos. Por otro lado, la validez de argumentos acerca de lo inmaterial no tiene por qué descalificarse de entrada por no ajustarse a los moldes materiales.

Sin duda, el reto consiste en exponer con claridad y rigor esa experiencia vivida y esos argumentos sobre lo inmaterial. Pero por difícil que efectivamente sea, la vida humana se vuelve inexplicable e incomprensible sin esos elementos.

¿Qué aporta la interdisciplinariedad a la hora de comprender cómo funciona el cerebro y la mente del ser humano?

Desde el punto de vista estrictamente científico, la Neurociencia comprendió muy pronto que sólo podía acercarse a la explicación de los procesos cerebrales integrando la investigación de diferentes disciplinas biológicas. Sin embargo, aunque las perspectivas son ciertamente prometedoras gracias a las técnicas de neuroimagen, es generalmente admitido que hay algunas incógnitas que escapan a la tecnología experimental, sobre todo a la hora de explicar el funcionamiento global del cerebro. Este hecho está llevando a numerosos neurocientíficos a escuchar lo que las ciencias no experimentales dicen también sobre las experiencias de la vida humana. De esta manera, se percibe cada vez más la necesidad de ampliar el marco y contenido interdisciplinar, aunque es cierto que muchos científicos se resisten aún a aceptar dicho diálogo.

¿Qué beneficios conlleva esa interdisciplinariedad al tratamiento de enfermedades mentales?

Precisamente cuando miramos el dramático problema -personal y social, y además en crecimiento- de las enfermedades mentales, esa necesidad de diálogo interdisciplinar con formas de saber no experimental se alza como urgente. En efecto, hay enfermedades mentales que contienen elementos que escapan a la explicación biológica (particularmente la esquizofrenia), y sólo una colaboración interdisciplinar amplia puede ayudar a tratar esos desórdenes. La tendencia que se observa en una parte importante de los psiquiatras actuales llevándoles a abandonar progresivamente la psicoterapia a favor de la sola psicofarmacología es altamente cuestionable desde el punto de vista del paciente como ser humano.

¿Cuáles son los futuros retos de las investigaciones sobre el cerebro?

El desafío principal consiste en la capacidad de integrar los resultados y aportaciones de todas las formas de conocimiento que hablen con rigor del ser humano, es decir, del sujeto que tiene el cerebro como órgano de coordinación y asiento de actividades. Esto significa que cada vez somos más conscientes de que no estamos investigando propiamente sobre el cerebro, sobre un conjunto de células y conexiones neuronales, sino sobre el sujeto humano que piensa y siente con el cerebro. Por curioso que parezca, sólo de esta manera global u holística es posible comprender el funcionamiento de ese misterioso órgano que es el cerebro.

Reseña del libro en Aceprensa, publicada por el profesor José Ignacio Murillo

Entrevista a José Manuel Giménez-Amaya (audio)

BUSCADOR NOTICIAS

BUSCADOR NOTICIAS

Desde

Hasta