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Profesores de la Escuela de Arquitectura colaboran en la restauración de la ermita de San Martín, en Guerguitiáin

El proyecto fue redactado por Aitor Ramírez Rico, graduado del centro

27/11/12 17:15
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FOTO: Gobierno de Navarra

Profesores de los departamentos de Edificación y de Estructuras, y del Laboratorio de Edificación de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Navarra han colaborado en la restauración de la ermita de San Martín, un destacado ejemplo del románico rural navarro, que se encuentra en el despoblado de Guerguitiáin.

El Servicio de Patrimonio Histórico de la Dirección General de Cultura-Institución Príncipe de Viana encargó hace dos años un levantamiento de planos del edificio para evaluar con mayor precisión sus deformaciones y daños. En 2011 encargó un proyecto de consolidación, que fue redactado por el arquitecto Aitor Ramírez Rico, graduado de la Escuela.

La ermita, de unos 75 m2 de planta, se construyó a finales del siglo XII, y se aprecia que fue obra de dos talleres. En el siglo XVII se hundieron las bóvedas y se levantaron los muros dos metros más para crear falsas bóvedas de ladrillo y cubrirlo todo con una estructura de madera, tabla y teja.

El edificio se encontraba en estado de ruina progresiva. Era especialmente inquietante la grieta que recorría verticalmente la cabecera, donde había adosado un contrafuerte para evitar la apertura y desplome del muro. Había propiciado un movimiento de la cubierta y la entrada de agua hacia la bóveda de horno, con su consiguiente deterioro.

Para la actuación arqueológica previa a los trabajos de rehabilitación, se ejecutaron varias catas en puntos en los que era preciso realizar recalces o reforzamientos de la cimentación. Con motivo de estas catas se encontraron sepulturas medievales, que fueron excavadas, y una estela discoidea.

Sobre la zona del coro se ha tapado un gran agujero que se produjo hace medio siglo por la caída de una campana, que atravesó el techo. Se han retirado también contrafuertes añadidos que no cumplían ninguna función.

En los muros, se han cerrado cuatro grandes grietas verticales, tres de ellas en el ábside, y otra en la pared de los pies del templo. Ya en la nave, se han lucido muros y bóveda, rescatado el antiguo pavimento de cerámica (el actual era de madera) y reabierto la ventana ubicada tras el altar, tapiada desde el s. XVII. También se han consolidado pinturas en el ábside, reformado la sacristía y reconstruido el coro de madera de pino, conservándose la colorida balaustrada.

 

DECLARACIONES DE ANTONIO ARETXABALA, UNO DE LOS EXPERTOS DE LA ESCUELA QUE HAN PARTICIPADO EN LA RESTAURACIÓN

San Martín de Guerguitiáin había sufrido modificaciones históricas que en algunos casos con malas actuaciones, retiradas y cambios de elementos estructurales vitales como la retirada de un contrafuerte o la construcción de otro en una zona poco efectiva, la construcción y demolición de edificios adosados en varias épocas, etc., se sumaron al paso del tiempo.

Hay que destacar una "reptación climática" cíclica del subsuelo que empujó durante siglos a una cimentación muy superficial hacia afuera, desparramando parte del monumento; un efecto que se vio amplificado y acentuado por el impacto de varios eventos sísmicos durante su historia de casi 1.000 años, destacando un episodio que comenzó en julio de 1923 con epicentros en la Canal de Berdún con intensidad destructiva VIII y se extendieron durante dos años, hasta 1925 en diferentes sacudidas que remocionaron muchas viviendas y monumentos de las áreas afectadas desde Jaca hasta Pamplona.

La dejadez, el abandono de la localidad, un crecimiento descontrolado de la vegetación, las construcciones, demoliciones y actuaciones desacertadas, así como los ciclos de humedad y sequedad, pero sobre todo el inexorable paso del tiempo hicieron el resto. En un momento de su historia, un colapso de la cubierta además deformó parte de la fachada principal, hoy en día las deformaciones continúan un ritmo vital de centímetros al siglo, pero ya de forma controlada y sin actuaciones perniciosas, con un monumento inmerso de una manera más equilibrada en su entorno.

Como afirmó la presidenta Yolanda Barcina, toda una apuesta por el futuro cultural y turístico del valle de Izagaondoa se abre ante nuestros ojos; tan sólo una promoción cultural y en infraestructuras un poco más ambiciosa podría suponer ya una gran fuente de riqueza para el valle; el turismo deportivo, de la salud y en este caso, también cultural, pueden sumarse a conformar un futuro brillante en una de las comarcas más tenaces a la hora de preservar su cultura y su patrimonio, ahora queda el desafío de cómo proyectarlo de forma atractiva,seductora, mostrando al exterior el valor ahora remarcado tras su restauración, convertirlo en una verdadera fuente de riqueza será el reto de sus gestores. Una vez más la cultura abre las puertas del progreso.

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