Bautismos de adultos en la Universidad de Navarra
Antes la mayoría eran extranjeros, pero en los últimos años comienzan a darse casos de conversiones de españoles
"Los bautizos de adultos que estudian o trabajan en la Universidad de Navarra es un fenómeno habitual, aunque no ocurra a 'gran escala: en un año académico típico puede haber 2 ó 3 conversiones", afirma José Alviar, profesor de Teología y capellán del Instituto de Artes Liberales del centro académico. "Hace años, casi todos los adultos que pedían el bautismo en la Universidad eran de China, Taiwán, Japón, Australia…, pero últimamente comienzan a darse casos de conversión de españoles", añade.
Cristina Alfaro, estudiantes de 2º de Medicina y natural de Vitoria, es uno de estos casos. "No estaba bautizada porque mis padres no son creyentes y yo tampoco había llegado a experimentar ninguna inquietud por la fe, aunque siempre me había preguntado sobre el sentido de la existencia. Mis crisis existenciales eran cada vez más frecuentes y duraderas, y me costaba más salir de ellas", reconoce. "La noche del 16 de mayo de hace un año, a los pocos día de la muerte de mi abuela, me sentía tan desesperada que, aunque me parecía lo más absurdo, me puse a rezar", recuerda.
"Escuché y leí algunas cosas y entonces comprendí que Dios estaba llamando a mi corazón. Aceptarlo suponía tener que replantearme muchas cosas, así que decidí no precipitarme: comencé a rezar por las noches, y luego conseguí un rosario y una Biblia para enterarme de quién era Jesucristo. Tres meses más tarde, me decidí a pedir el Bautismo. Durante este último año he intentado conocer mejor la fe, aclarar mis dudas, acercarme más a Cristo, comprender mejor el alcance de su amor e intentar amarle de la misma manera".
La fuerza de la alegría
El profesor José Alviar, que ha acompañado al Bautismo a muchos adultos, sabe que lo importante es que sus amigos les den un buen ejemplo de una vida cristiana coherente. "Lo que más atrae a una persona no bautizada de un cristiano es su caridad, su amabilidad y, por supuesto, su alegría, a pesar de las vicisitudes de la vida". "Además es fundamental que las personas que les dan formación sepan adecuar, en cada caso, la instrucción a sus circunstancias personales: idioma, cultura, inquietudes y preguntas a la que esa persona busca respuestas. Cada uno es único y hay que tener esto en cuenta", asegura.
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| Víctor Vallejo, estudiante de 1º de Medicina, estuvo acompañado por sus amigos. |
| Foto: Manuel Castells |
Aunque la Iglesia da pautas generales para el proceso de conversión de adultos, no hay reglas rígidas en cuanto al tiempo que transcurre desde que una persona siente la inquietud de la fe hasta que se bautiza. Víctor Vallejo, que como Cristina recibió el Bautismo este pasado mayo, recuerda que "fue hace un año, o quizá dos, cuando me planteé en serio bautizarme". Pero no fue algo casual: "Siempre he sentido una gran inquietud por la verdad. Por eso, siempre he leído mucho y me he cuestionado sobre el sentido de la vida, la fe y la verdad, primero desde un punto de vista filosófico y luego, más teológico", añade. Víctor estudia 1º de Medicina y es natural de Honduras. "Allí, como en España, también es costumbre bautizar a todos los niños de pequeños. De hecho, el país tiene un porcentaje de católico comparable, o incluso mayor, al de España. No hubo una razón especial por la que no fui bautizado: se debió a que mis padres son creyentes, pero entonces no eran practicantes. Desde que recuerdo, siempre he tenido la voluntad de bautizarme. Hasta comencé a asistir algunas veces a catequesis viviendo en Tegucigalpa, pero luego lo dejaba y nos olvidábamos del asunto. Cuando llegué a la Universidad de Navarra retomé mi formación cristiana, esta vez en serio: hasta que estuve preparado para recibir el Bautismo", explica.