Enriquecer a Goya
Manuela Mena habló sobre Vuelo de brujas y La Marquesa de Santa Cruz
Vuelo de brujas, de 1798, y La Marquesa de Santa Cruz, de 1805, fueron las dos obras de Francisco de Goya que protagonizaron la sexta de las conferencias del ciclo “El Museo del Prado: hitos históricos de sus colecciones” que organizan la Fundación Amigos del Museo del Prado y la Facultad de Filosofía y Letras en el Museo Universidad de Navarra.
La ponente en esta ocasión fue la jefe de conservación de Pintura del siglo XVIII del Museo del Prado y considerada máxima especialista en España en Goya, Manuela Mena, quien analizó estas dos obras, que entraron en la pinacoteca en 1999 y 1986, respectivamente, “porque el Museo y su Real Patronato entendieron la significación de estas pinturas en la obra del artista y todo lo que iban a aportar al Museo, al que ambas engrandecen”.
Estas dos obras, de género muy distinto (cuadro de gabinete y retrato aristocrático), son ejemplos de la capacidad de invención del pintor aragonés y de su uso de la metáfora para representar la realidad. Su destino fue, como la mayoría de las obras del artista, la aristocracia más señalada, sólo un peldaño por debajo de los Reyes, y a la misma altura que la casa de Alba: los duques de Osuna.
El vuelo fue uno de los seis lienzos sobre brujas vendidos a los duques de Osuna para decorar un palacete que la familia tenía a las afueras de Madrid. “Goya se interesó por las brujas, la noche, lo oscuro, lo que no tiene explicación, la ignorancia, la superstición“, señaló Mena. “La verdad es que no acabamos de tener claro si esta composición quiere transmitir una imagen positiva o no de las brujas, ya que ellas aparecen iluminadas y debajo dos campesinos y un asno, que son símbolo de la ignorancia”, “Es posible que con esto Goya quisiera referirse a la masonería, donde las serpientes de las mitras y la luz podrían ser símbolo de sabiduría”, “además, estos tres personajes no están chupando la sangre, sino insuflando aire, sabiduría, al cuerpo que tienen entre manos”, añadió la experta.
Por otro lado, el retrato de la Marquesa de Santa Cruz tiene como protagonista a la segunda hija de los Duques de Osuna, a la que Goya conocía desde pequeña. “En este cuadro se ve la minuciosidad de la técnica de Goya, por ejemplo, en la corona de roble, que simboliza la virtud y la fortaleza”. Representada como Terpsícore, la musa griega de la danza y el canto, el retrato de la marquesa supone toda una novedad en la producción de Goya, quien hasta ahora se había más mostrado más recatado y velazqueño.
“Ambos cuadros, tanto el vuelo como la marquesa, de género tan distinto, son ejemplos únicos de la capacidad de invención de Goya y de su uso de la metáfora para representar la realidad”, concluyó Manuela Mena.