Javier de Navascués: "Los conquistadores no eran funcionarios de la Corona, sino emprendedores armados"
El catedrático de Literatura Hispanoamericana ha impartido un seminario en el ICS titulado "De Hernán Cortés a Blas de Lezo: en busca de un héroe imposible para el Imperio español en América"
30 | 09 | 2024
¿Es posible identificar un héroe del Imperio español en América? ¿Cómo se han representado los personajes históricos que protagonizaron la conquista y la época colonial a lo largo de los siglos? ¿Por qué son figuras idolatradas y, al mismo tiempo, rechazadas? Sobre estas y otras cuestiones ha reflexionado Javier de Navascués, catedrático de Literatura Hispanoamericana de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Navarra, en el seminario que ha impartido en el Congreso Internacional “Usos de España: imágenes de lo español en los debates políticos y religiosos del mundo contemporáneo”, celebrado en el Instituto Cultura y Sociedad (ICS) los días 26 y 27 de septiembre.
En el encuentro, titulado “De Hernán Cortés a Blas de Lezo: en busca de un héroe imposible para el Imperio español en América”, Navascués ha explorado “las representaciones subjetivas” de estas dos figuras históricas, un análisis que, como explica el experto, podría aplicarse a cualquier representación heroica.
Hernán Cortés (1485-1547), conquistador del Imperio azteca, es el arquetipo que sirve de modelo para el análisis de otros conquistadores. La representación de su figura, mitificada y desprestigiada, ha seguido un camino cambiante y poco conocido. Como explica Navascués, cuando Cortés emprende la conquista de México en el siglo XVI es mirado con recelo desde España. Es su afán de promoción personal el que le lleva a publicar cartas en torno a sus logros e impulsar la escritura de libros que le favorecen. Tras su muerte, tomarán el relevo sus descendientes, que promoverán poemas épicos sobre sus hazañas.
“Paradójicamente, hay dos Cortés: uno muy promocionado en América y en las Indias, en general, y otro que es mirado con cierta desconfianza en sectores de la corona desde España en el siglo XVI. La construcción de Cortés como héroe nacional se empieza a dar en el siglo XVIII y sobre todo en el siglo XIX, cuando surgen, a su vez, los nacionalismos”, apunta.
Y, para comprender esta dualidad, señala un aspecto clave: “La conquista se hace desde manos privadas. No es la monarquía quien envía soldados, sino particulares que hacen un contrato con la Corona para llevarla a cabo. En absoluto Cortés representaba a la nación española”. En este sentido, subraya que “los conquistadores no eran funcionarios reales, sino emprendedores armados, aventureros”.
La situación que se da es, cuanto menos, singular: “Mientras en el periodo imperial los conquistadores eran mejor vistos en América que en España, con la independencia de las naciones latinoamericanas, las tornas se invierten. Durante el periodo virreinal, en el discurso predominante en las colonias, los conquistadores son los representantes de los padres fundadores de la España americana. Los que después son llamados criollos son descendientes de los conquistadores y sus grandes defensores. Pero, después de 300 años, esa misma clase criolla asume un discurso independiente que, a veces, acaba siendo indigenista. Y aquellos de los que descienden dejan de ser héroes para convertirse en villanos”. Por eso, explica el experto, no es posible tomar como héroe la figura de Hernán Cortés desde el discurso actual: desde ningún lado del Atlántico, pero mucho menos del latinoamericano, señalado como “invasor agresivo”.
Héroe rescatado
El caso de Blas de Lezo (1689-1741) es diferente y encaja quizá un poco más en los parámetros actuales. La figura de este almirante de la Armada Española, defensor de Cartagena de Indias (Colombia) durante el asedio británico, ha vivido un resurgir fulgurante en los últimos 15 años. Navascués da cuenta de ello en su libro Aventureros del Nuevo Mundo. Héroes y villanos que forjaron la América Hispánica.
“Lezo tiene bastantes ingredientes para lograr una representación mitificada que sintoniza mejor que Cortés con los imaginarios actuales: es un vasco que trabaja para España, algo que encaja en el discurso nacionalista español; es discapacitado (perdió una pierna, un ojo y una mano); y no es un héroe ofensivo, sino defensor de un orden frente a un invasor externo. Y, aunque no muy conocido, es aceptado dentro de América, sobre todo en Colombia”, detalla Navascués. Prueba de ello es que Cartagena de Indias cuenta con una estatua dedicada a Lezo antes de que se ubicaran también monumentos en su honor en ciudades como Madrid, Cádiz, Málaga, Pasajes (Guipúzcoa).
En esta línea, señala que “Lezo es un personaje interesante para el discurso nacionalista español para mostrar otra lectura del Imperio Español que no se asocie con la Conquista sino con el mantenimiento del Virreinato”. Sin embargo, recuerda que el gran enemigo no fue el almirante inglés Edward Vernon sino el navarro Sebastián de Eslava; y que no se identificó nunca como el mundo americano, como sí lo hicieron otros personajes históricos como Bernardino de Sahagún o Juan de Palafox.
Para Navascués, el papel de la literatura en la construcción de estas figuras heroicas ha sido fundamental: “A diferencia de la documentación histórica, cuenta con la representación de las sensibilidades y las imaginaciones. La literatura ha sido una aliada extraordinaria para fomentar unas u otras representaciones, y también cualquier tipo de material audiovisual o la pintura”.