Jesús Prieto , Catedrático de Medicina, Director de área del Centro de Investigación Médica Aplicada (CIMA)
Una unión por la innovación en medicina
Alcanzar descubrimientos renovadores de la medicina requiere cambios en la universidad, en el comportamiento de los inversores y en la política del Gobierno.
Llevar los problemas del paciente al laboratorio para retornar al enfermo soluciones que supongan una mejora en la práctica clínica es una actividad esencial para el progreso médico. En ella, el hospital universitario desempeña un papel crucial. Con el acúmulo desbordante de conocimientos y la creciente especialización, la innovación terapéutica requiere crear institutos de investigación dedicados al estudio de áreas definidas de la patología humana, formados por grupos multidisciplinares de investigadores cualificados que actúen sinérgicamente. Para esto, se necesita una generosa financiación a largo plazo que no se puede cubrir sólo con las subvenciones estatales.
Para alcanzar descubrimientos renovadores de la medicina, se precisa un cambio en los esquemas operativos de la universidad, en el comportamiento de los inversores y en la política del Gobierno. La universidad ha de integrar al hospital universitario y a las facultades de Medicina, Farmacia, Biología, Química y Bioquímica en un organismo común cuya finalidad sea investigar la enfermedad y buscar nuevas terapias. Asimismo, la universidad ha de establecer un nuevo modo de relación con la empresa y los inversores privados. Estos han de sostener el centro universitario de investigación desde sus inicios, apostando a largo plazo por una cosecha de patentes que dé pie a iniciativas empresariales. La unión Universidad-Empresa favorece a ambos agentes, y también beneficia a los pacientes y a la economía del país.
El sector inversor/empresarial debe respetar el estilo académico de libertad en la indagación científica, al mismo tiempo que los investigadores no deben perder de vista la aplicabilidad de sus hallazgos. Esto no supone una limitación sino un estímulo, pues no hay mayor satisfacción que ver cómo los descubrimientos propios se convierten en remedio para la enfermedad. En este nuevo paradigma, la inversión privada sostiene al centro académico y se beneficia de sus patentes, con las que crea actividad empresarial y con ello riqueza y puestos de trabajo cualificado.
El terreno de la inteligencia humana es muy fértil y es preciso que el Gobierno sepa alimentar la dinámica que hace brotar empresa de las fuentes de la investigación. Ello requiere que la Administración apueste por una política de fuerte desgravación fiscal a las inversiones que sostengan centros de investigación aplicada con probada capacidad de producir patentes útiles y explotables. Y por otra parte, sería recomendable que se subvencionase de modo diferencial a las universidades que contribuyan de este modo a la renovación del tejido productivo nacional, tan necesitado de cambio.