Rafael Andreu y Josep M. ª Rosanas, Profesores del IESE, Universidad de Navarra
¿'Criterios predeterminados'?
La Comisión Nacional del Mercado de Valores plantea una reforma del código unificado que regirá los consejos de administración de las compañías cotizadas en bolsa. En parte como respuesta a los bonos adjudicados a algunos directivos que no parecen haberse comportado de forma ni profesional ni éticamente correcta. Cabía esperar una reacción en clave regulatoria: Si "el sistema" no funciona bien, añadimos restricciones para evitar situaciones parecidas en el futuro. No es tan sencillo. Toda regulación acaba siendo demasiado específica. Por ejemplo, uno de los cambios propuestos reza: "Los componentes variables (de la remuneración) deben vincularse a criterios de rendimiento predeterminados y medibles, y pueden ser reclamadas por las empresas si (el consejero) no cumple los criterios de rendimiento".
Digámoslo claro. En dirección de empresas, criterios predeterminados y medibles que sean a la vez objetivamente "buenos" para la empresa no existen. ¿Podemos definir los objetivos del rendimiento de una empresa a través de una serie de medidas de manera que luego sepamos si el responsable ha hecho lo que debía o no simplemente comparando sus valores con unos prefijados? No. Es imposible: "Rendimiento" es un concepto multidimensional y algunas de sus dimensiones no son medibles. Si lo fueran todas, las actividades correspondientes podrían subcontratarse con contratos detallados al máximo y no haría falta considerar una remuneración variable como la que ha originado el problema para empezar. Ni tan sólo haría falta que existiera la empresa, llevando estos contratos al extremo.
La solución no está en regulaciones. El fundamento de la libre empresa es la subjetividad. Si no fuera así, la URSS hubiera sido un éxito. Habrá que recurrir a una subjetividad honesta. Usar algunos indicadores (que no medidas) de rendimiento, y establecer un contexto en el que discutir no sólo resultados, sino el proceso y la intención de las decisiones. Procurar, además, que en dicho contexto florezca la confianza. Y evitar que un regulador externo implacable se inmiscuya en la tarea de cotejar el susodicho "rendimiento" con una vara de medir inflexible y predefinida. Con seres humanos de por medio las cosas son así. Afortunadamente.