Álvaro Balaguer., Profesor de la Facultad de Educación y Psicología de la Universidad de Navarra
¿Es el principio del fin del abandono escolar?
Con motivo del Día Universal del Niño y desde que en 1954 la ONU lo estableciese, cada año se ofrecen programas y eventos culturales en escuelas y universidades. El objetivo de esta conmemoración apunta a la concienciación acerca de la situación de la infancia en cuestión de derechos y bienestar, así como su fomento. ¿Hay razones para celebrar? ¿Se ha producido una evolución considerable en nuestro contexto?
La Declaración de Ginebra sobre los Derechos del Niño supuso el primer texto histórico acerca de derechos para la infancia, precursor de la aprobación de la Declaración de los Derechos del Niño en 1959 y de la Convención acerca de los Derechos del niño (CDN) en 1989.
España constituyó uno de los 20 países que en 1990 convirtieron en ley la Convención. El último informe de seguimiento del cumplimiento de la CDN para España data de mayo de 2008, cuando se agregaron dos programas de cooperación con las Comunidades Autónomas (CA), el "programa para mejorar el éxito escolar" y el "programa para combatir el abandono escolar prematuro”. Este último tenía como objetivo reducir el que era uno de los principales problemas del sistema educativo: la tasa de abandono en la educación obligatoria.
De hecho, se instaba a que los programas propuestos por las CA identificasen dichas tasas y planteasen propuestas de acción específicamente dirigidas a su reducción. Ello incluía medidas orientadas a retener a los estudiantes en el sistema y programas destinados a aquellas personas que desearan regresar a la educación tras haber abandonado los estudios.
Desde entonces, la Comunidad Foral de Navarra estableció diversas políticas para potenciar tales compromisos. Según el mencionado informe de seguimiento, en Navarra, se fueron proporcionando diferentes tipos de ayudas económicas que favoreciesen a las familias trabajadoras. Además, se implementaron proyectos de equilibrio entre la vida laboral y familiar, junto a la publicación de guías acerca del papel de la familia y la escuela en la protección de la infancia.
En mayo de 2016 se alcanzó la Alianza por la Infancia, consistente en 28 medidas para diez años a posteriori. Entre ellas, figura la construcción de un sistema de protección efectiva de los derechos de la infancia mediante la elaboración de una nueva Ley Foral de Infancia. En febrero de 2018, el Gobierno de Navarra aprobó el II Plan Integral de Apoyo a la Familia, la Infancia y la Adolescencia, que refuerza el compromiso de situar los derechos de la infancia establecidos en la CDE, en la agenda de las instituciones navarras, cuya aplicación se prolongará hasta 2023.
Los progresos en los compromisos adoptados han resultado notables. Si en 2008 Navarra se situaba, como una de las comunidades con menor tasa de abandono escolar (18,8% frente al 30% de la media), el pasado año la tasa se redujo al 11,3%, sólo superada por País Vasco (7%) y Cantabria (8,9%), según Eurostat. Además, Navarra constituye la segunda CA a la cabeza de España en el coste invertido por alumno y curso, como indica en un informe la Cátedra de Políticas Educativas de la Universidad Camilo José Cela.
Desde el comienzo del presente curso escolar, 40 centros se encuentran trabajando para, entre otros objetivos, reducir dicha tasa. El programa PROEDUCAR-HEZIGARRI promueve la formación a los profesionales y transforma los centros a nivel organizativo y metodológico, potenciando una educación abierta a su entorno social más directo, así como a la participación de las familias, y vinculando al alumno con su propio proceso de aprendizaje por medio de competencias sociales, emocionales y cognitivas. Se espera que el número de centros aumente en los próximos cursos.
A nivel estatal, cabe incidir en la mejora en cuanto a la coordinación interregional, la necesidad de más datos estadísticos de la infancia (especialmente en evaluación de programas), la situación de menores extranjeros y en centros de protección, y las tasas de pobreza. En vistas al futuro Pacto Educativo, la innovación educativa y los programas en educación formal y no formal previstos para complementar la reforma, se focalizarán principalmente en la mejora de distintas competencias emocionales, la creatividad y la implicación social. La inclusión de estos objetivos, unido a su vinculación al currículum, la intensidad, la duración, la preparación de sus profesionales y la evaluación de su impacto, constituyen las potencialidades para el incremento de su calidad.
Los programas extracurriculares han proporcionado evidencias de una mejora en resultados académicos en primaria, y de competencias individuales, sociales y psicoemocionales en secundaria, especialmente en los menores procedentes de contextos desfavorecidos o de bajo rendimiento académico. De todos modos, los enfoques de colaboración que implican a más sistemas sociales conllevan un efecto dominó en más aspectos de las vidas de los menores y en sus ambientes. ¿Estamos ante el principio del fin del abandono escolar?