Alejandro Aranda Ruiz, Doctor en Historia del Arte
Ricardo Fernández Gracia, Director de la Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro
Manuel Casado Velarde, Universidad de Navarra
Carlos-Esteban Ayerra Sola, Deán de Pamplona
Navidad en la catedral de Pamplona
14 de diciembre de 2019
FOTO: J. Caso DN
La liturgia y ceremonial
Alejandro Aranda Ruiz
Doctor en Historia del Arte
“Entona el señor deán el Nativitas Domini nostri Jesu Christi secundum carnem…”. Con estas palabras el maestro de ceremonias de la catedral pamplonesa don Desiderio Azcoita indicaba a finales del siglo XIX el modo con el que se debía cantar la Calenda, solemne pregón con el que se daba comienzo a la Navidad en la iglesia catedral la mañana del 24 de diciembre. Este ciclo litúrgico, precedido por el tiempo de preparación del Adviento, comenzaba a tomar forma y color entorno al 18 de diciembre con la fiesta de la Expectación o Virgen de la O y finalizaba el 2 de febrero, fiesta de la Purificación de la Virgen, tal y como rezaba el adagio popular de “Hasta la Purificación, Pascuas son”.
Durante este tiempo, la catedral se sumergía en una intensa actividad litúrgica que ponía de manifiesto, más que en ningún otro momento del año, la finalidad del templo catedralicio y del Cabildo Catedral: tributar el culto más solemne a Dios. De este modo, los canónigos pamploneses con una legión de beneficiados, capellanes, músicos, cantores, maceros, porteros y perreros, hacían funcionar con la precisión de un reloj la gran maquinaria en la que consistía la seo. Durante estas semanas, infinidad de ceremonias y actos de culto tenían lugar en la catedral, en las que se entremezclaban la liturgia de la Iglesia Universal y las “venerables y loables costumbres” de la iglesia de Pamplona y sus canónigos. Así pues, con solemnes oficios corales, misas y procesiones claustrales se celebraban los momentos fuertes de este tiempo entre los que se incluían la propia festividad de Navidad el 25 de diciembre, los Inocentes el 28, la Circuncisión el 1 de enero o la Epifanía el 6. Algunas de estas funciones, han llegado hasta la actualidad como auténticas reliquias del pasado, como el canto de la Calenda en la misa capitular del 24 de diciembre por la mañana o la procesión claustral del día de Epifanía con la reliquia In presepio Domini y la statio en el altar efímero erigido en el claustro ante el conocido relieve de los Tres Magos de Perut.
FOTO: J. Ignacio Riezu
Poniendo imágenes a la Navidad en la catedral
Ricardo Fernández Gracia
Universidad de Navarra
Un conjunto de representaciones de la Navidad, desde la Baja Edad Media al siglo XVIII, conforman una herencia cultural en donde ver, mirar y leer en torno a estilos y modelos iconográficos que traducen al pincel o la gubia los textos evangélicos y otros menos ortodoxos, en relación con la llegada de Cristo a la tierra.
El primer ejemplo es una de las claves policromadas de la crujía oriental del claustro, perteneciente a su primera fase constructiva (1280-1318), quizás destinada a iniciar un ciclo con el tema de la infancia de Cristo, interrumpido al no continuarse el claustro por aquel lado. Resulta muy completa, con la Virgen recostada en el lecho, san José a sus pies, la comadrona con el Niño en sus brazos y los animales exhalando su aliento sobre otro Niño que aparece en un pesebre con forma de altar. A la misma estética e iconografía pertenece una miniatura del Breviario de 1332, de época del obispo Barbazán, considerado como la guía litúrgica más antigua de la diócesis y de la catedral de Pamplona, en donde se recoge la Navidad como parte de las fiestas insignes o excelentísimas junto a la Pascua de Resurrección, Pentecostés y Asunción de la Virgen.
Al siglo XVI pertenecen un par de tablas pintadas. La del retablo del retablo tardogótico de la duda de Santo Tomás, realizado en 1507 a expensas de Pedro Marcilla de Caparroso, auditor de las cuentas reales. La segunda es plenamente renacentista, obra del segundo tercio del siglo XVI de un pintor italianizante y de posible filiación toledana. Como particularidad, anotaremos la presencia del sillar en el que está depositado el Niño, asociado con la piedra angular de la profecía de Isaías (28,16), y el modo en que se depositan los sacrificios en el altar, adquiriendo así un carácter sacramental. Uno de los relieves del retablo mayor –hoy en la parroquia de San Miguel- realizado bajo el mecenazgo del obispo Antonio Zapata (1597) también representa el tema, en este caso realizado por el escultor romanista Pedro González de San Pedro.
Junto a otras representaciones de pequeño formato de los siglos XVII y XVIII, el gran lienzo del conjunto de la sacristía del pintor Pedro Antonio de Rada (1762) nos proporciona algunas pistas para entender cómo se enfrentaban al tema los pintores del Barroco, desde la perspectiva naturalista no exenta de algunos símbolos en aras a despertar en el espectador verdaderos juegos de ingenio y agudeza.
FOTO: J. Ignacio Riezu
Los poetas cantan la Navidad
Manuel Casado Velarde
Universidad de Navarra
El tema de la Navidad, junto con la Epifanía, ha sido objeto, desde los comienzos de la literatura española, de diferentes géneros literarios: narración, teatro, poesía. Este último género, quizá el más ligado a la memoria popular, ha alcanzado verdaderas cimas poéticas, poemas que han sabido reflejar el asombro y el gozo por el Nacimiento del Hijo de Dios, Jesús de Nazaret.
Como ocurre con las demás artes, la expresión poética, cuando de verdad lo es, siempre dice algo nuevo y perenne sobre la realidad. Quienes han logrado declarar con tino sus vivencias sobre los misterios de la Navidad, enriquecen nuestra interioridad, tan aturdida y desnortada por el ruido consumista que rodea a estas celebraciones. Esos poemas, a diferencia del lenguaje –a veces en exceso abstracto– de las exposiciones doctrinales, pueden proporcionar el complemento de “corporalidad” propio de la poesía, tan adecuado a la condición humana y concordante con la fe en la Encarnación del Verbo.
Acuden a la memoria versos de escritores del Siglo de Oro como santa Teresa de Jesús, Lope de Vega (“Zagalejo de perlas, / Hijo del Alba, / ¿dónde vais, que hace frío / tan de mañana?”), Luis de Góngora (“Caído se le ha un clavel / hoy a la Aurora del seno: / ¡qué glorioso que está el heno, / porque ha caído sobre él!”)… Pero la inspiración del llamado ciclo navideño, que tiene como protagonista a la Sagrada Familia, no ha dejado nunca de producir composiciones poéticas. Ahí están nuestros coetáneos Gerardo Diego, Ernestina de Champourcin, Luis Rosales, García Nieto, los hermanos Carlos y Antonio Murciano o José Antonio Muñoz Rojas.
Sin olvidar, por lo que se refiere a Navarra, a Francisco Navarro Villoslada, en el siglo XVIII; y en épocas más recientes, a Martínez Baigorri, José María Pérez-Salazar, Víctor Manuel Arbeloa o Ángel Urrutia, por citar solo unos cuantos. A este último se debe el siguiente arranque del soneto “Paisaje de la Navidad”: “Sobre un manso pesebre Dios se atreve / a ser carne mortal, a la locura / de hacer con nuestro barro su hermosura / mientras cae el silencio de la nieve”.
FOTO: J. Ignacio Riezu
Encuentro con la Navidad
Carlos-Esteban Ayerra Sola
Deán de Pamplona
De la mano de la Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro de la Universidad de Navarra y de Diario de Navarra, nos vamos a encontrar en la Catedral de Pamplona, para anticipar la Navidad, mediante la fe, el arte, la poesía, la música…
Cuando seguimos el Camino que nos lleva a la Navidad, la mirada y los recuerdos se recrean en la Noche en que los ángeles cantaron: Gloria a Dios en el cielo y paz en la tierra a los hombres que él ama... y los pastores dijeron: Vamos... y veamos ese acontecimiento. Ese ir y contemplar, pienso, dan dos claves:
1ª) La condición, humana y cristiana, nos exige vivir en búsqueda permanente de más y mejores metas. Así:
• Como peregrinos, hemos de saber a dónde nos dirigimos. Caminando siempre hacia Belén, esto es, hacia la Verdad, hacia Jesús. Y, por eso, los pastores que van a Belén son el mejor símbolo de nuestra condición, de nuestro empeño y de nuestra identificación con el Señor.
• Como peregrinos, hemos de avanzar siempre: más camino, más verdad, más conocimiento, más amor. También aquí los pastores de Belén nos dan una lección. Su vamos a Belén fue tan fuerte y decidido que contemplaron el sol en medio de la noche.
• Como peregrinos, hemos de contar con la dificultad. Los pastores contaron con el frío y las sombras de la noche. Pero avanzaron con entusiasmo y llegaron a la cueva.
• Como peregrinos, tenemos que compartir con los hermanos, para que el camino sea más llevadero y enriquecedor. También esto nos lo muestran los pastores de Belén: fueron juntos, compartiendo entusiasmo y dificultades, bajo la luz de las estrellas y siguiendo el canto de los ángeles
2ª) Se trata de que veamos ese acontecimiento; un ver que es comprender, contemplar y vivir. Ellos vieron profundamente, y descubrieron en el recién nacido al Mesías.
Es la mirada que llega al corazón. Esa mirada profunda al Misterio, nos hará ir por la vida con el alma renovada, enriquecida y llena de esperanza.
Espero que, la visita a la Catedral el día 14, a todos ponga en camino: vamos a Belén, y sea camino de contemplación: veamos ese acontecimiento.