02/01/21
Publicado en
Diario AltoAragón
Gerardo Castillo |
Profesor Facultad de Educación y Psicología
Con ocasión de la covid-19, el gobierno y los ayuntamientos están apelando a la responsabilidad de todos, puesto que de ello dependen muchas vidas. La historia de la Medicina muestra que la terapia de mayor éxito en la contención de las pandemias fue la responsabilidad individual. Lamentablemente, existe un sector de jóvenes que no responde a esos llamamientos; son los que organizan fiestas nocturnas clandestinas en los lugares más inverosímiles, como una ermita solitaria en la cima de un monte o una cripta de un convento. Actuar con clandestinidad y riesgo de ser localizados y multados convierte la "quedada" en una aventura excitante.
De esa mala conducta pueden aprender mucho los dirigentes políticos y los educadores. La primera lección es que no hay que acordarse de santa Bárbara sólo cuando truena. Después de muchos años de tolerancia del botellón por parte de la mayoría de Ayuntamientos, es difícil lograr que los jóvenes corten de pronto con un hábito muy arraigado, para ser ocasionalmente responsables. Y más difícil todavía en una sociedad con crisis de valores, en la que la libertad se entiende como independencia desvinculada y no como libertad responsable y comprometida. Hoy se acepta la "libertad de" (simple libre albedrío"), pero no tanto la "libertad para" (para hacer el bien); se habla mucho de la libertad exterior, pero muy poco de la libertad interior. Una persona que está secuestrada ha sido privada de su libertad externa, pero no de la libertad interna, puesto que puede mantener sus creencias y convicciones personales. En cambio, la persona libre de movimientos, puede permanecer esclava de las limitaciones interiores de su libertad: la ignorancia, la tibieza, la pereza, la frivolidad, la autosuficiencia, la indecisión permanente, etc. Esto se ve claramente en un pasaje de El Quijote. El alguacil le dice a Sancho que esa noche dormirá en la cárcel, a lo que este último responde: usted me puede meter en la cárcel, pero lo de dormir o no dormir es cosa mía.
La segunda enseñanza es que no se puede pedir peras al olmo. Nadie enseñó a estos jóvenes fiesteros a divertirse de forma responsable, ni siquiera sus padres, que presumían de ser padres "liberales". Otros le decían a su hijo desde pequeño "sé responsable," como si eso se pudiera conseguir en el acto, sin necesidad de un proceso educativo. Tanto los padres como los gobernantes deben recordar que para cosechar, antes hay que sembrar y hacerlo con paciencia y esperanza. Séneca decía que después de una mala cosecha, también hay que sembrar. Añadía que el mejor método para educar es el buen ejemplo: "largo es el camino con preceptos; breve y eficaz con ejemplos. Si preguntamos a un niño, qué significa ser responsable, dirá que es "hacer las cosas bien", "hacer lo que dice papá y mamá", "hacer los deberes". Es lo que les suelen transmitir sus padres. Pero el término responsabilidad es más amplio que cumplir con las obligaciones. Lo esencial es el compromiso. Una persona responsable acepta las consecuencias de sus propios actos y de sus propias decisiones. La RAE define la responsabilidad como "capacidad existente en todo sujeto activo de derecho para reconocer y aceptar las consecuencias de un hecho realizado libremente." Cuando nuestros hijos son pequeños deseamos que sean más obedientes. Pero cuando salen de la infancia no queremos que sean sumisos, sino que tengan criterio propio y decidan conociendo las consecuencias de sus actos. Eso significa que queremos que sean responsables.
Algunos políticos de ahora, cuando obtienen malos resultados en las elecciones, dicen que eso se debió a que no acertaron a transmitir su mensaje, por lo que, en lo sucesivo, "hay que hacer más pedagogía". No se preguntan si lo que falló no fueron tanto los eslóganes en los mítines de fin de campaña, como la ausencia de valores verdaderos compartidos día a día. Esa falta de responsabilidad se aprecia en muchas sesiones del Congreso de los Diputados: cada vez que la oposición culpa al gobierno de alguna negligencia, la respuesta es "y tú más". Y viceversa. Seguimos esperando que algún diputado reconozca un error y haga propósito de enmienda. Será manifestación de que antepone el bien común a los intereses e ideología de su partido. Sugiero grabarlo para que los niños aprendan a ser más responsables.