María del Coro Molinos Tejada, profesora de Educación. Facultad de Educación y Psicología
José Luis González-Simancas, pionero de la pedagogía
El viernes falleció en Pamplona el profesor José Luis González-Simancas, auténtico pionero de los estudios de Pedagogía en la Universidad de Navarra, e impulsor también de múltiples iniciativas educativas.
Don José Luis, como tantos le llamaban con cariño, nació en una familia madrileña de clase media y acabó siguiendo la estela de su padre, que ocupó diversos cargos en instituciones educativas y estuvo muy vinculado al movimiento Scout.
Aunque cursó la Licenciatura en Historia, al terminar sus estudios obtuvo una beca para visitar el Institute of Education Londres, entonces y ahora una de los más destacados centros de investigación pedagógica del mundo.
Allí se empapó del espíritu formativo típico de las public school inglesas, equiparable al de las universidades de Oxford y Cambridge. Quienes lo trataban, reconocían en él un cierto porte de gentleman, al que añadía un plus de cercanía en el trato y una magnanimidad en las intenciones, no necesariamente vinculadas a esa figura.
A su regreso a España, se embarcó en un reto apasionante, crear un centro docente en el que lo mejor del sistema tutorial británico conviviese con un profundo espíritu cristiano. Nació así en Bilbao el Colegio Gaztelueta, que todavía hoy goza de extraordinario vigor. Allí, sin duda, se apasionó aún más por la orientación
personal de los alumnos, asunto en el que profundizó a lo largo de toda su carrera académica.
Cuando su sueño era ya una realidad, con encomiable humildad y admirable espíritu emprendedor, dejó Gaztelueta en manos de otros y acometió una nueva tarea. Fue entonces el impulsor del Instituto de Ciencias de la Educación (ICE) de la Universidad de Navarra, que se ocupaba del perfeccionamiento de profesores y acabaría sirviendo de modelo a otros muchos institutos de educación a partir de 1970.
Por tercera vez, con la infatigable ilusión que le caracterizaba, emprendió una nueva aventura: consolidar los incipientes estudios de Pedagogía en la Universidad de Navarra hasta convertirlos en una Licenciatura. Así, por espacio de varias décadas, se convirtió en el inolvidable maestro de varias generaciones de profesionales de la educación.
Difícilmente olvidaremos su discreta pero permanente sonrisa, su cercanía, su serenidad, y en particular su cariño hacia todos sus alumnos. Tenía un don innato para conectar con ellos y la simpatía solía ser mutua y muy duradera. A buena parte de ellos los podía situar, sin la más mínima vacilación, en sus respectivas promociones.
Como los viejos maestros, a los que deberíamos imitar siempre, puede decirse de él que enseñaba con el ejemplo, tanto o más que con la palabra. Supo transmitirnos que en la educación lo esencial era acercarse a las personas, confiar en ellas y guiarlas, hasta que, como solía decir, "pudiesen volar solas". Le damos las gracias por ello y rezamos por su alma.