Gerardo Castillo Ceballos., Facultad de Educación y Psicología de la Universidad de Navarra.
El eterno retorno de la política de “pan y circo”
Ciertos dirigentes autoritarios siempre han procurado mantener activo el ocio colectivo de masas, porque mientras la gente está embebida con el espectáculo, olvida sus problemas personales y se mantiene pasiva ante los abusos del poder. El conformismo del pueblo aumenta si se le conceden favores de tipo asistencialista.
Hoy, ante la crisis del coronavirus y los confinamientos, lo más urgente y prioritario en algunos países no es mejorar la sanidad, sino que vuelva el fútbol y sus aficionados a los estadios. La estrategia de «pan y fútbol» se inspira en el «pan y circo» del imperio romano. Por ejemplo, en España se está regalando al pueblo «pan», en forma de ingreso mínimo vital, y «circo», con el regreso de la liga de fútbol profesional.
La locución «panem et circenses» (pan y circo) la acuñó el poeta satírico Décimo Juvenal, que vivió en la ciudad de Roma entre los siglos I y II de nuestra era. En su ‘Sátira X’ (77-81) critica la corrupción y decadencia de Roma, incluida una estrategia de los políticos populistas para ganar los votos de los pobres: regalarles comida barata y entretenimiento con representaciones circenses. Juvenal se lamenta de que el pueblo haya adquirido la costumbre de recibir favores de los políticos, renunciado así a sus derechos y deberes como ciudadanos.
El circo romano fue un espectáculo, no un deporte, pero generaba pasiones comparables a los que genera el fútbol hoy en día. Una viñeta cómica lo expresa muy bien:
–Soy el hombre más feliz del mundo.
–¿Has encontrado trabajo?
–No. Pero la selección de fútbol ya está en octavos.
Nicolás Maquiavelo aceptó la política de engaño y seducción al pueblo denunciada en las ‘Sátiras’ de Juvenal. El maquiavelismo es un modo de proceder con astucia y doblez. En 1531 el filósofo político y escritor italiano publica su obra cumbre, ‘El Príncipe’. Se trata de una serie de consejos a los «príncipes» que aspiren a perpetuarse en el poder, entre ellos los tres siguientes: el fin justifica los medios; la política no tiene relación con la moral; nunca intentes ganar por la fuerza lo que puede ser ganado por la mentira.
Algunos gobernantes de ahora copian las conductas condenadas por Juvenal y propuestas por Maquiavelo. El pueblo ya no es invitado al circo, pero sí se le engaña con espectáculos de todo tipo en la televisión. Y el pan tampoco se reparte como antes, sino a través de subvenciones so pretexto de políticas de ayuda social.
Otro ejemplo de que esa política tiene plena vigencia es que amplios sectores de la población permanecen distraídos de temas fundamentales, mientras se contentan con algo para comer (renta social garantizada) y se entretienen con espectáculos frívolos y televisión basura. Es muy sintomática la reciente obra de José A. Ruiz ‘Futbol, pan y circo: la metáfora patriótico-deportiva en España’. El mensaje de este ensayo es el siguiente: es tal la simbiosis existente entre el deporte profesional y la política, que hoy podría reescribirse la historia política contemporánea al hilo de los acontecimientos deportivos.
Actualmente, los ciudadanos beneficiados con subvenciones no son necesariamente los pobres; también quienes exigen igualdad no justificada por el esfuerzo y el mérito. Suelen ser perdedores que llaman suerte a lo que es constancia y casualidad a lo que es autodisciplina y sacrificio. Personalmente, me gusta el fútbol, pero no su instrumentación al servicio de intereses comerciales y políticos. Pienso que ante una pandemia lo más urgente y prioritario es mejorar la sanidad, no que vuelva el fútbol.
Los «populistas» consideran que es necesario acabar con la democracia representativa, ya que dificulta la escenificación de su estrategia de «pan y circo». Por esta razón optan por un modelo de democracia «directa». Si se les pregunta si lo que pretenden puede lograrse no dudan en la respuesta: podemos. Esto denota una actitud voluntarista basada en lo que resulta deseable o agradable de imaginar, en lugar de apoyarse en las evidencias y la racionalidad. Estoy de acuerdo con el diagnóstico de Sergio Escorial: «En una sociedad democrática como la española, en pleno siglo XXI, y con la tasa de analfabetismo más baja de nuestra historia, lo que está pasando con la ciudadanía solo se puede entender como una ‘pandemia de falta de ética’». Es cierto que necesitamos un rescate, pero a lo mejor, más incluso que el meramente económico, necesitamos un «rescate moral».