Rafael María Hernández Urigüen, , profesor en ISSA y la Escuela de Ingenieros - Tecnun
Vieja subcultura de la muerte. Joven cultura del cuidado
Los terribles asesinatos perpetrados la semana pasada en España estremecen por su crueldad: varios de violencia doméstica con una decapitación, atraco en el que es asesinada una policía, y finalmente la guerra a muerte entre ultras que terminó con la vida de uno de los contrincantes después de la batalla campal convocada antes a través de WhatsApp.
Sin duda la subcultura de la muerte es un caldo de cultivo en el que las frustraciones, fobias, descuidos en la formación humana y también muchas enfermedades mentales encuentran su invernadero propicio para brotar con rapidez y feracidad.
Paradójicamente, durante la misma semana, se abrían abundantes ventanas de esperanza a partir del discurso que el Papa Francisco pronunciara en el Parlamento Europeo seguido de sus directas y oportunas palabras en Turquía. Pienso que estos dos acontecimientos vaticinan un antes y un después, tanto para la vertebración de un nuevo rearme moral en la política, economía y cultura europea, como para el avance ecuménico que estrecha las relaciones ortodoxo-católicas e incluso diseña una nueva y original plataforma de diálogo con el islam atendiendo a las palabras del Papa.
Las atrocidades cometidas en la Segunda Guerra Mundial propiciaron un desarrollo de lo que vino a llamarse "ética del cuidado". Autoras como Hannah Arendt, junto con los filósofos personalistas, ofrecían reflexiones luminosas que, sin duda, han influido en movimientos solidarios cívicos a favor de las personas débiles, dependientes, enfermas, pobres, marginadas que se agolpan en las cunetas de las "autopistas" construidas por los sistemas económicos del mercado salvaje.
Cuidar a la persona "frágil", en todas sus dimensiones constituyó la columna vertebral del discurso pronunciado por el Papa en el Parlamento de Europa, y sus palabras no pudieron ser más explícitas: "Afirmar la dignidad de la persona significa reconocer el valor de la vida humana, que se nos da gratuitamente y, por eso, no puede ser objeto de intercambio o de comercio. Ustedes, en su vocación de parlamentarios, están llamados también a una gran misión, aunque pueda parecer inútil: Preocuparse de la fragilidad, de la fragilidad de los pueblos y de las personas. Cuidar la fragilidad quiere decir fuerza y ternura, lucha y fecundidad, en medio de un modelo funcionalista y privatista que conduce inexorablemente a la ‘cultura del descarte'. Cuidar de la fragilidad de las personas y de los pueblos significa proteger la memoria y la esperanza; significa hacerse cargo del presente en su situación más marginal y angustiante, y ser capaz de dotarlo de dignidad".
Otro de los puntos de luz en contraste con las tinieblas de los asesinatos brota de la campaña impulsada por el Banco de Alimentos que ha batido un récord histórico en su recogida de material.
Muchos de los universitarios y universitarias que trato, tanto en ISSA como en TECNUN, colaboran periódicamente con el banco de alimentos en el que coinciden adultos, muchos de ellos jubilados o prejubilados y jóvenes. Me parece una buena muestra de cómo el diálogo intergeneracional genera sinergias solidarias y permite la continuidad en esa necesaria cultura del "cuidado" o de la custodia que el Papa Francisco propone.
Mientras reflexionaba sobre los contrastes de esta semana entreverada de acontecimientos luctuosos y otros esperanzadores, recibí un mensaje de Ruth y Francis, antiguos alumnos de ISSA (School of Management Assistance de la Universidad de Navarra) que desarrollan su actividad profesional en Madrid. Su testimonio queda reflejado con nitidez en estas palabras: "Queridos amigos, somos Ruth y Francisco, dos jóvenes que este verano decidieron dedicar sus vacaciones a ayudar a los demás. Estuvimos colaborando durante tres semanas, el pasado julio, como voluntarios de Ayuda en Acción, en el Hogar Teresa de los Andes (Bolivia), centro y hogar para niños con algún tipo de discapacidad física o mental (…). Por iniciativa propia, os queremos pedir vuestra colaboración para lograr el que hemos titulado "Objetivo 2920", cantidad de dinero que se necesita para adquirir una camilla especial de fisioterapia para estimular y mejorar el día a día de estas personas. Los niños no pueden pedir ayuda por sí mismos, por ello nos erigimos como altavoces para poder ayudarles a cubrir esta carencia".
Son muchos los universitarios y universitarias que invierten meses de verano en acciones semejantes las de Ruth y Francis. Desde las aulas y la formación humanística en el ámbito académico podemos seguir proporcionando a tantos jóvenes generosos las oportunidades de promover una nueva cultura del "cuidado" y de la "custodia". Estos objetivos se muestran fascinantes y pueden constituir una buena guía de ruta para arrebatar todo protagonismo a los lamentables episodios que la subcultura de la muerte ha situado en las portadas de los medios durante la anterior semana.