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Artistas navarros (6). Guillermo Inglés, un artista itinerante de la primera mitad del siglo XIV: Inglaterra, Burdeos, Ruan, Pamplona, Huesca

Publicado en

Diario de Navarra

Clara Fernández-Ladreda Aguadé |

Profesora de la Facultad de Filosofía y Letras

Diario de Navarra, en colaboración con la Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro de la Universidad de Navarra, aborda, mensualmente, de la mano de especialistas de diversas universidades e instituciones, una serie sobre artistas navarros.

Durante las últimas décadas del siglo XIII -desde h. 1280- y hasta poco después de mediados del XIV -h. 1360-, el claustro de la catedral de Pamplona y sus dependencias funcionaron como un foco artístico de primer orden, en el que se llevaron a cabo una serie de obras de dimensiones discretas, pero de gran calidad, equiparables a las mejores realizaciones europeas. La eclosión de este centro creador fue el resultado de la confluencia de una serie de artistas -arquitectos, escultores y pintores- de alto nivel, provenientes de distintos territorios europeos. Así, el primer maestro de obras del claustro e iniciador del mismo, el arquitecto y quizás escultor Miguel -citado en un documento de 1286-, llegó posiblemente desde el norte de Francia, la región en torno a París. Por su parte, el anónimo escultor conocido como maestro del tímpano del Amparo, autor de este elemento y de varias tallas claustrales, y el pintor Juan Oliver, realizador del mural de la Pasión que presidía el refectorio, vinieron probablemente del sur de Francia. Tales procedencias resultan comprensibles, dados los estrechos lazos de todo tipo -geográfico, político y religioso, etc.- existentes entre Navarra y el país vecino, pero mucho más insólita se nos antoja la presencia de un artista proveniente de Inglaterra y, sin embargo, este debió ser el caso de Guillermo Inglés, como acredita su nombre y corrobora el análisis de su obra.

Las conexiones con Huesca

Desgraciadamente, ningún documento navarro lo cita. La noticia de su existencia nos ha llegado a través de sendos recibos del Archivo de la catedral de Huesca, datados en septiembre y noviembre de 1338, y redactados el primero en latín y el segundo en romance aragonés, en los que se le menciona como maestro mayor de obras de la seo oscense. Su texto es muy similar, por lo que solo recogeremos el segundo: Sea manifiesta cosa a todos, como yo maestre Gyllem Inglés, maestro maior de la obra de la Sie d´Uesca, otorgo que recibie quaranta et hueyto solidos jaccenses por raçon de dos kafices de trigo que me diestes de aquel trigo que la dicta prebostria me à a dar d´est present anno. Sobre esta base, los especialistas le atribuyeron la portada principal de la catedral aragonesa. Recientemente se le ha asociado también con las galerías norte y oeste del claustro.

Pero, antes de su llegada a Huesca, habría pasado por Pamplona, donde intervino en la construcción del conjunto claustral catedralicio, en el que cabe adjudicarle la dirección de la segunda fase de obras (h. 1320-1330). En esta etapa se hicieron la mitad occidental del ala norte, la totalidad de la oeste y los tramos iniciales de la sur con el templete del lavabo, amén de las tres portadas emplazadas en esta zona, las del Amparo -con excepción del tímpano-, Arcedianato y Refectorio -salvo una parte del tímpano-. Además, se incorporaron mejoras en la galería oriental, edificada en la fase anterior, concretamente el recubrimiento de la fachada con su antepecho y el grupo de la Adoración de los reyes; ciertamente, en este, las esculturas fueron talladas por otro artífice, Jacques Perut -que dejó su firma en la peana de la Virgen-, pero resulta probable que Inglés ejecutara el dosel que la cubre. También se concluyó la sala capitular -conocida como capilla Barbazana- con la construcción de la bóveda y la galería de arquillos que corona el exterior.

La atribución a Guillermo Inglés de estas obras se apoya en sus concomitancias con las realizaciones oscenses, entre las que destacan algunas por su especial relevancia.

En el caso del claustro podríamos citar el empleo de un tipo de pilares y fajones caracterizado por la presencia en su frente de un doble baquetón interpenetrado, usado también en el claustro aragonés, coincidencia particularmente significativa por lo insólito de este rasgo. Pero también la aparición en la cúspide de las tracerías de los ventanales del ala occidental y de los paños murales que flanquean la puerta del Amparo de un motivo a base de un cuadrilobulo festoneado inscrito en círculo, idéntico al que presenta el gablete que corona el reverso de la portada oscense.

Por su parte, la puerta del Amparo, al igual que la de la catedral de Huesca, está presidida por una estatua de la Virgen con el Niño cobijada por un aparatoso dosel arquitectónico, si bien en Pamplona se localiza en el mainel y en Huesca en el tímpano. Además, las esculturas se asemejan en las facciones y el cabello de María, y en la postura de Jesús, la desnudez de su torso, y el empleo de una prolongación del velo materno para cubrir las piernas, detalle muy poco frecuente. A su vez, los doseles se parecen en su excepcional complejidad y riqueza, pues son auténticas versiones en miniatura de cabeceras de templos, aunque la fórmula no sea idéntica.

En cuanto a las puertas del Arcedianato y del Refectorio, en el caso de la primera la escena de la Aparición de Cristo a la Magdalena resulta casi idéntica a la de la portada aragonesa y en el de la segunda la cabeza de la escultura de la Iglesia de las jambas guarda un gran parecido con la de la Virgen que preside el tímpano oscense.

Pero la labor de Guillermo Inglés en Pamplona no se limitó a la catedral, sino que trabajó asimismo en la cercana iglesia parroquial de San Saturnino, para la que habría labrado las estatuas del titular, que es muy similar a las tallas de varios obispos de la arquivolta dedicada a los santos de la portada de la seo de Huesca, y de Santiago, cuya cabeza se asemeja mucho a la de Cristo de la Aparición a la Magdalena de la puerta del Arcedianato.

El origen inglés

Uno de los aspectos que más llama la atención de este artista es sin duda su procedencia británica, atestiguada por su nombre, Guillermo Inglés, pero perceptible también en el análisis de sus obras. En especial en la bóveda de terceletes de ocho puntas que empleó tanto en el dosel que protege la figura de la Virgen del grupo de la Epifanía como en la sala capitular, ya que se trata de una tipología de creación inglesa, desconocida en España, pero usada con frecuencia en capítulos insulares, como los de la abacial de Westminster (a. 1253) y las catedrales de Salisbury (h. 1275) y Southwell (1290).

La identidad entre ambas estructuras, el dosel y la bóveda de la sala capitular, nos lleva a plantear la hipótesis de que aquel se concibiera como modelo a pequeña escala de la cubierta proyectada por el arquitecto para la sala capitular, destinada a ser mostrada a los comitentes -obispo y cabildo- para convencerles de los méritos de la novedosa fórmula.   

Otro argumento a favor del origen británico del maestro sería su querencia por el motivo del green man, que se repite hasta cuatro veces en elementos de la catedral pamplonesa relacionados con él: una en la cara inferior del dintel de la puerta del Amparo y tres en la sala capitular. Se trata de un motivo bastante generalizado, pero Inglaterra parece el país en el que alcanzó mayor difusión, particularmente en los ámbitos capitulares, como por ejemplo el de la catedral de Southwell, por cierto ya mencionado en relación con la bóveda del capítulo navarro.

Los vínculos con Burdeos y Ruan

Pero nuestra artista no vino directamente a Navarra desde Inglaterra, sino que su trayectoria fue algo más compleja, ya que pasó previamente por dos importantes ciudades francesas, Burdeos y Ruan, aprovechando para conocer sus catedrales, monumentos clave del gótico, por entonces en plena efervescencia constructiva. El paso por Burdeos es lógico, ya que por esos años estaba en manos de los ingleses y su puerto era el sitio habitual de entrada en Francia de los británicos, desde donde se desplazaban a otros lugares. Más problemático resulta justificar el desplazamiento a Ruan, pues no queda en la ruta de Burdeos a Pamplona, sino que implicó un retroceso hacia el norte. La explicación quizás radique en la influencia que la catedral ruanesa ejerció sobre la bordelesa y en el conocimiento que Inglés tuvo de este hecho, lo que le llevaría a desear conocer tal fuente de inspiración.

Sus contactos con estas obras quedan atestiguados por los paralelos perceptibles entre ellas y sus realizaciones pamplonesas -y aragonesas-.

En lo que respecta a la catedral de Burdeos, nos encontramos con que las tracerías de algunos de los ventanales de la galería norte del claustro catedralicio navarro culminan en un motivo estrellado inscrito en una circunferencia muy semejante al que podemos ver en las ventanas de la nave colateral norte del coro de la catedral bordelesa (h. 1325). Además, tanto en la puerta del Amparo de Pamplona como en la principal de la seo de Huesca, las escenas que decoran las basas de las jambas presentan unos enmarques a base de cuadrilóbulos estrellados dispuestos en vertical e inscritos en cuadrados, idénticos a los de sus equivalentes de la portada del transepto meridional de la catedral de Burdeos (h. 1315). Por último, cabe señalar que tanto en la puerta del Refectorio como en la del transepto norte de la catedral de Burdeos, la puerta de las Flechas (h. 1315-1330), se ha representado la Última Cena en el dintel y un conjunto de profetas en las arquivoltas, siendo particularmente importante la primera concordancia por lo infrecuente del tema en portadas.

Los especialistas han advertido asimismo significativas coincidencias entre las esculturas de eclesiásticos de los derrames de esta puerta bordelesa y las estatuas de Santiago y san Saturnino de la parroquia pamplonesa dedicada a este último: monumentalidad, piernas ligeramente flexionadas con proyección de la rodilla y el pie hacia delante y un aire general de severidad y elegancia.

En cuanto a Ruan, los paralelismos más destacables se dan entre la puerta del Amparo y la de los Libreros (h.1281-1300) de la catedral normanda. En ambas los paños murales que las flanquean se adornan con tracerías ciegas y en el reverso los vanos rematan con gabletes bordeados de hojarasca y rellenos asimismo con tracerías, fórmulas inéditas en el contexto navarro y aún hispánico, si bien la segunda la repetirá el propio Inglés en la portada de la catedral de Huesca.