Luis Angel Diaz, Facultad de Educación y Psicología de la Universidad de Navarra
¿Tengo síntomas de coronavirus o es simplemente ansiedad?
Son cada vez más habituales los casos de angustia y ansiedad que se están experimentando estos días debido a la situación de alarma sanitaria por el coronavirus. El ambiente de miedo social, de restricción de movimientos y, en algunos casos, incluso de soledad colaboran en aumentar la sintomatología ansiosa. No solo nos los refieren los pacientes en las consultas y centros de psicología sanitaria, sino que también otros profesionales de la salud, como los enfermeros y médicos, que están en contacto directo con la población afectada por el virus nos repiten la misma escena de confusión: pacientes que, de forma errónea, sin tener fiebre pero con una sensación clara de presión en el pecho y en algunos casos también sudoración, requieren atención sanitaria de los profesionales ante el miedo al COVID-19, consumiendo unos recursos humanos y técnicos ahora mismo escasos y al límite de su capacidad de funcionamiento.
Según la publicidad realizada por el Ministerio de Sanidad del Gobierno de España, los síntomas propios del COVID-19 son: la fiebre, la tos y la sensación de falta de aire. En el caso de la información distribuida por la Organización Mundial de la Salud aunque se fija en síntomas como la fiebre, cansancio y tos seca, es similar al recomendar que las personas que tengan fiebre, tos y dificultad para respirar deben buscar ayuda. Esta información, como no podía ser de otra manera, es seria y rigurosa y basada en la evidencia científica.
El problema está en que la situación que vivimos puede causar síntomas de ansiedad y angustia, que resultan muy similares en dos de las tres condiciones expresadas por el Ministerio de Sanidad: la dificultad para respirar o sensación de ahogo y la sensación de calor o fiebre.
Ambos mecanismos están ocasionados por una activación del Sistema Nervioso, concretamente el eje Hipotálamo-Hipofisario-Adrenal. Este mecanismo está relacionado con los estados de alerta emocional, estrés agudo o hipervigilancia y su producto final es la hormona cortisol. En ocasiones de máxima actividad, esta hormona puede causar síntomas ansiosos, caracterizados a nivel emocional por miedo intenso, incomodidad emocional y angustia, a nivel intelectual incapacidad para evitar ideas negativas o preocupaciones excesivas como la enfermedad o la muerte y a nivel físico por la subida de presión arterial, palpitación cardíaca acelerada o muy marcada, dificultad para respirar, presión en el pecho o sensación de calor y sudoración excesivas. Sin embargo, y aunque la sensación de calor es evidente en el caso de la angustia, son raros los casos en los que la ansiedad pueda aumentar varios grados la temperatura corporal, por lo que podríamos decir que un hecho claramente distintivo del coronavirus respecto a la ansiedad es la presencia de fiebre.
Por ello, y siguiendo las recomendaciones hechas por las autoridades sanitarias españolas, es recomendable asegurarse de la presencia de fiebre antes de recurrir a la asistencia sanitaria, evitando colapsar los servicios de urgencia. En cualquier caso, las personas que acusen estas sensaciones podrán consultar los servicios de información sanitaria y corroborar si sus síntomas coinciden con el coronavirus.
En el caso de que se descarte la infección viral, la persona afectada por ansiedad puede realizar ejercicios de respiración pausada (con inspiración y expiración lentas y profundas) durante unos minutos y observar si mejora la presión en el pecho y la dificultad de respiración; asumir y aceptar con normalidad el estrés y la ansiedad (pues lo normal es sentir angustia ante estas circunstancias extrañas); y distraer la atención con conductas sociales (hablar con familiares en casa o por teléfono o videoconferencia), con conductas mecánicas como rutinas de limpieza del hogar, o pequeños ejercicios físicos como pasear por el pasillo del hogar. En caso de que la ansiedad continuara, se puede acudir a los psicólogos sanitarios que sabrán entender y cuidar sus necesidades emocionales individuales para hacer que estos días de cuarentena sean más sobrellevables. Así, conseguiremos también vencer esta consecuencia psicológica que trae consigo el coronavirus.