Juan Manuel Apesteguía, Abad del monasterio de Leire
Clara Fernández-Ladreda, Profesora de la Universidad de Navarra
Luis Javier Fortún, Académico correspondiente de la Historia
Leire, el monasterio de Navarra
16 de noviembre de 2019
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FOTO: J. Caso DN
MONJES, AYER Y HOY
Juan Manuel Apesteguía
Abad del monasterio de Leire
San Benito, padre de los monjes de occidente, nació en Nursia (Italia) en el año 480 y murió en el monasterio de Montecasino (Italia) en 547. De joven se retiró a la soledad “deseando agradar solo a Dios”. Su Carisma y su santidad lo convirtieron pronto en un reputado abad de monjes. Para ellos redactó su célebre Regla que alcanzaría una extraordinaria difusión por todo el Occidente europeo y contribuiría decisivamente a formar la cultura europea y la civilización occidental.
La numerosa familia benedictina, seguidora de San Benito y su Regla, cuenta en la actualidad con muchas ramas, de las que sobresalen los benedictinos y los cistercienses. Los monjes benedictinos, considerados como los discípulos más directos de San Benito, viven en monasterios autónomos que se asocian entre ellos integrando la Orden de San Benito. En Navarra contamos con un monasterio masculino benedictino (San Salvador de Leire) y otro cisterciense (La OLiva). Además, existen otros cuatro monasterios femeninos: dos de monjas benedictinas (en Alzuza y Estrella) y otros dos de cistercienses (en Tulebras y Alloz)
La vida de un monje benedictino está centrada en la búsqueda de Dios a través fundamentalmente de la oración y el trabajo: Ora et labora. La jornada monacal se articula entre tres actividades complementarias: la celebración comunitaria de la liturgia, el trabajo y la lectio divina (una lectura orante de la Sagrada Escritura o de los Padres o de otros clásicos de la espiritualidad cristiana). Además, el monacato ha cultivado el estudio a lo largo de los siglos, dando origen a la formación de grandes bibliotecas y escuelas que en la época altomedieval salvaron la cultura grecorromana y cristiana y sirvieron de fundamento para la creación de una nueva cultura europea.
La celebración de la liturgia tiene su centro en la celebración solemne de la Santa Misa y comprende las llamadas “Horas” del “Oficio Divino” que jalonan la jornada del monje: Maitines Vigilias (al final de la noche), Laudes (al comienzo de la mañana), Tercia, Sexta y Nona (a lo largo de la jornada), Vísperas (al caer la tarde) y Completas (al concluir la jornada). En conjunto, la alternancia entre tiempos de oración, de trabajo, de lectio divina y de estudio, favorece una vida equilibrada del monje, que ve transcurrir su día apaciblemente bajo la mirada de Dios, a quien le ofrece con amor todo lo que hace.
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LEIRE, CUNA DEL ROMÁNICO NAVARRO
Clara Fernández-Ladreda Aguadé
Universidad de Navarra
La iglesia de Leire que hoy vemos es el resultado de tres fases constructivas: dos correspondientes al románico y la tercera al tardogótico.
La que más ha atraído la atención es la primera, a la que pertenecen la cripta y la cabecera de la iglesia alta. Su importancia radica en que constituyen la más antigua manifestación del arte románico no solo en Navarra sino en toda la mitad oeste peninsular. Se concibieron como una ampliación hacia el Este de un templo anterior prerrománico. La iniciativa de su construcción se atribuye al rey Sancho III el Mayor y parece que el proceso pudo iniciarse h. 1020 y concluyó en 1057 con la solemne consagración, presidida por Sancho el de Peñalén. Las obras estuvieron dirigidas por un maestro anónimo, al que no le importará afrontar nuevos retos, que trata de resolver aplicando soluciones de origen vario –ultrapirenaicas e hispánicas-, mostrando su capacidad creativa, aunque no siempre el resultado sea perfecto.
La segunda fase tiene menos relevancia. Se derriba el templo prerrománico y se prolongan los muros perimetrales de la iglesia alta culminando el conjunto con la gran portada occidental, la Porta Speciosa. Parece plausible atribuirla al Magister Fulcherius, que firmó en un contrafuerte, quizás francés. Lo más destacado es la escultura, en especial la Porta Speciosa, cuyo estilo se vincula a la corriente compostelano-languedociana, que contaba en Navarra con una muestra importante, la decoración de la desaparecida catedral románica de Pamplona, con la que la legerense presenta estrechas coincidencias. A partir de ahí las opiniones se dividen: para unos las obras de esta segunda fase de Leire serían anteriores a la catedral y habría que relacionarlas con la consagración que tuvo lugar en 1098, para otros estaríamos ante una derivación de la escultura pamplonesa que habría que fechar entre 1120-1140.
Esta ampliación contó con una cubierta, aunque ignoramos como era. Pero en el curso de la tercera fase, en el XVI fue sustituida por la actual, una bóveda de nervios de tradición gótica, de medios terceletes.
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Doce siglos de vida monástica en Leire
Luis Javier Fortún Pérez de Ciriza
Académico correspondiente de la Historia, realizó su tesis doctoral sobre el monasterio de Leire
Son muchas las cosas que se pueden decir del monasterio de Leire a lo largo de doce siglos conocidos de historia, pero, sin duda, el hecho más importante es el mantenimiento de la vida monástica desde los siglos oscuros de la Alta Edad Media hasta la actualidad. Es sorprendente para todos, y maravilloso para los que creemos, que una comunidad de monjes se haya perpetuado más de mil años para rezar y meditar por vivos y difuntos día tras día, hora tras hora, seguros de ser escuchados y conscientes de contribuir con ello a la vida de la Iglesia y de la sociedad.
Ya a mediados del siglo IX los monjes de Leire atraían las miradas de propios y extraños, como San Eulogio de Córdoba, que admiraban el vigor de la vida religiosa y el bagaje intelectual de la biblioteca. Esto explica que se constituyera en santuario predilecto de los reyes de Pamplona y sus magnates. El siglo XI fue el de los obispos-abades, cuando los monjes sostuvieron la sede episcopal de Pamplona, mientras que Sancho el Mayor, su hijo y su nieto favorecían la construcción de la cripta y la actual cabecera de la iglesia (1057), que ya eran panteón regio. El cenit y la plena implantación del monacato benedictino, resumido en el principio “Ora et labora”, fue obra del abad Raimundo (1083-1121).
El enfrentamiento con los obispos de Pamplona en el siglo XII debilitó la vida monástica y condujo, tras un largo proceso, a la sustitución de los benedictinos por los cistercienses. Durante seis siglos los monjes blancos mantuvieron la vida monástica, superando complicadas coyunturas sociales, como la crisis de la Peste Negra (siglos XIV-XV) o la banderización del reino en la guerra civil del siglo XV. La Reforma Tridentina y la inserción de la abadía en la Congregación Cisterciense de la Corona de Aragón y Navarra marcaron dos siglos de ordenada y fructífera vida monástica, al abrigo de ambiciones nobiliarias.
La Desamortización (1836) pareció truncar la vida monástica en Leire y en toda España, pero fue una poda que devolvió vitalidad a la vida religiosa, como se pudo comprobar en toda Navarra. En 1954 una comunidad benedictina procedente de Silos restauró la vida monástica, desde la profunda convicción de que aislarse del mundo para rezar era una forma de dar vida a la sociedad navarra, la cual, al igual que siempre sus instituciones, mira con gratitud y respeto la senda milenaria de los monjes.
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EL ÓRGANO SINFÓNICO DE LEIRE
El órgano de Leire (1966) fue la obra más destacada de Organería Española en Navarra, aunque desde su construcción importantes deficiencias mermaron su rendimiento. Con el paso de los años y el consiguiente envejecimiento del material eléctrico, el instrumento fue quedándose progresivamente inhábil para actividades musicales y reducido a un uso mínimo.
En 2015 el órgano fue completamente reconstruido gracias a un proyecto europeo, dejando de ser un bien patrimonial deteriorado e improductivo y convirtiéndose en un instrumento de referencia, apto para actividades musicales de calidad, sean litúrgicas, culturales o formativas. La reconstrucción del órgano, llevada a cabo con notable éxito en los talleres BLANCAFORT, O.M., ha permitido reciclar y aprovechar la antigua tubería y todo el material útil, completar el instrumento añadiendo nuevos registros y reorientar su estética sonora hacia un órgano de tipo sinfónico moderno. El diseño de la fachada ha sido realizado por los arquitectos de Príncipe de Viana, Javier Sancho y María del Olmo.
En opinión de Rául del Toro, profesor de órgano y concertista: “El órgano de Leire es, a día de hoy, el gran órgano de Navarra. Nuestra tierra cuenta con numerosos instrumentos de muy variadas características, no pocos de ellos con gran valor histórico. Al órgano de Leire le corresponde un puesto de honor por su grandiosa y cuidada sonoridad, siendo el más dotado para hacer las grandes obras del repertorio romántico y sinfónico. Leire era ya desde siempre un lugar emblemático para Navarra tanto en lo histórico como en lo artístico. El nuevo órgano sinfónico le ha aportado además la dimensión de centro musical de primer orden”.