Javier Elizalde, Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales, Universidad de Navarra
Subida en el precio del crudo, ¿viene para quedarse?
Sabemos que todo lo que sube tiene que bajar y tenemos la reciente experiencia en la trayectoria que tomaron los precios del petróleo en 2008, pero en un contexto económico como el actual (en el que el crecimiento económico no está en torno al 3% como hace tres años, sino en torno al 0%), la pregunta que nos hacemos es ¿cuánto tiempo tardarán en bajar los precios del petróleo esta vez?
Sabemos que todo lo que sube tiene que bajar y tenemos la reciente experiencia en la trayectoria que tomaron los precios del petróleo en 2008, pero en un contexto económico como el actual (en el que el crecimiento económico no está en torno al 3% como hace tres años, sino en torno al 0%), la pregunta que nos hacemos es ¿cuánto tiempo tardarán en bajar los precios del petróleo esta vez? A las presiones especulativas que llevaron a los precios del Brent en 2008 hasta más de 140 dólares por barril hay que sumar ahora los riesgos geopolíticos actuales que no existían hace tres años.
Presiones inflacionistas
Estos no sólo existen en Túnez, Egipto y, sobre todo, Libia, sino que en los últimos días nos han atacado rumores sobre Arabia Saudí, el mayor productor de petróleo del mundo árabe, con una cuota de mercado mundial de casi el 12% y una cantidad de reservas del 25%. Si estos riesgos geopolíticos se prolongan, o incluso se incrementan, la gráfica de precios del oro negro puede dibujar una tendencia horizontal en niveles altos.
En un momento en que la economía española está estancada, con cuatro millones y medio de parados, y con una tasa de inflación interanual del 3,6%, el precio del crudo originaría nuevas presiones inflacionistas y el BCE se vería forzado a ceder su anunciada estrategia de "fuerte vigilancia" por la irremediable subida de tipos de interés.
La subida de tipos no sería el único problema al que se enfrentaría nuestro país, sino que el déficit que se generaría en nuestra balanza comercial (en la que el crudo representa un 14%) sería muy difícil de financiar y más en un momento como el actual, en el que tanto el sector público como el privado sufren de lo lindo para conseguir financiación.
El tema del ahorro energético no es el único que se debe abordar, ya que no sólo se consume energía en los hogares y en las carreteras, sino que el problema principal está en la competitividad de las empresas españolas, representada por unos costes de producción unitarios sensiblemente superiores a la media europea, y éste no se resuelve con medidas a corto plazo.
Nunca un país está preparado para una perturbación de oferta de estas características, pero el momento en el que ésta tiene lugar es uno de los peores escenarios posibles, justo cuando el país está tratando de salir de la primera crisis económica del siglo XXI, provocada por la crisis del sistema financiero y con el estallido de la burbuja inmobiliaria que tanto daño ha causado a la economía española.
Hay otro aspecto que los organismos internacionales deben analizar con respecto a la subida de precios del crudo y es que, como ha ocurrido en otras crisis del petróleo, se produce una redistribución de riqueza tanto de los países industrializados como de los países emergentes, cuyas economías tanto dependen de las fuentes de energía tradicionales, hacia países cuya situación sociopolítica es muy convulsa. No es descartable que dicha mayor riqueza implique mayores tensiones en los procesos de inestabilidad, transición y democratización.