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Volver La buena arquitectura no sufre la crisis, crece con ella

José Manuel Pozo, Profesor de la Escuela de Arquitectura., Universidad de Navarra

La buena arquitectura no sufre la crisis, crece con ella

mar, 04 oct 2011 10:38:53 +0000 Publicado en Diario de Navarra, Diario Montañés, Hoy, Ideal

Es tanto el deseo que tienen los arquitectos buenos de dar todo lo que llevan dentro que ahora es un momento espléndido para hacer esta carrera.

En el momento actual de la arquitectura española debemos ser optimistas. Lejos de ser un mal momento, este es un momento estupendo para la buena arquitectura y para formarse bien.

Nuestra arquitectura alcanzó en el siglo XX cotas altísimas de calidad y sensibilidad, merced al ejercicio de los grandes maestros que tuvimos, que admiraron al mundo con sus obras en los años sesenta, cuando Gio Ponti, un importante arquitecto italiano de entonces, de los de mayor sensibilidad y tal vez con esa frivolidad maravillosa que les hace exquisitos en arte, aventuró por que el siglo XX sería 'il secolo spagnolo'. Y así ha sido.

Y ha surgido una pléyade de buenos arquitectos que han llenado España de buena arquitectura y que han llevado por todo el mundo los valores de una manera de hacer, emotiva y fuerte, de gran calidad humana, admirada y reconocida, con infinidad de premios y galardones.

Por desgracia, la bonanza económica introdujo en la arquitectura el consumismo, la prisa y la desmesura; aunque eso no era lo que aprendíamos en las escuelas. Llegó un momento en que daba la impresión de que no había límite para el gasto, y en ocasiones lo alentaban los promotores de las obras, que después aparecían ufanos haciendo alarde de excesos y costos disparatados, como si eso fuese bueno y trajese de la mano la calidad.

Pero era un proceso en el que los arquitectos pasábamos de protagonistas a prisioneros. Por culpa de todos. Se comenzaron a cometer excesivos errores y se perdió muchas veces el sentido común y el equilibrio entre los medios y fines, cayendo en excesos que dieron lugar a arquitecturas aparatosas raramente bellas, pero muy ruidosas. Eso sí, todo hay que decirlo, muy festejadas por la mayoría de la sociedad, en razón inversamente proporcional a la cultura arquitectónica de los festejantes.

Por eso, este momento, en el que lo superfluo resulta intolerable y ofensivo, no hace sino alimentar el optimismo, porque ahora van a relucir más las cualidades de nuestros buenos arquitectos, los que saben dar 'liebre por gato', que es la sabiduría distintiva del buen arquitecto; los que, como en los años cincuenta, saben hacer maravillas con lo que hay, sin gastar ni pedir lo que no hay, y servir a la sociedad llenándola de optimismo por la belleza de los edificios que construyen.

Este momento vuelve a ser el momento europeo de la arquitectura española porque es muy hispano hacer sin nada con que hacer, y además hacerlo bien. Y por eso están contratando tantos arquitectos españoles allende los Pirineos.

La sociedad necesita renovarse y necesita aprender a vivir de otra manera, y para eso están esos a los que la misma sociedad se ha ocupado de formar para hacerlo: los arquitectos, capaces de proporcionarle alojamientos bellos, bien construidos y bien orientados, que es la esencia de nuestra tarea.

La sociedad puede estar tranquila y los que piensan en estudiar Arquitectura, también. Unos y otros saben que los arquitectos continuamos nuestra labor más ilusionados que nunca. En la primera crisis del siglo XX, la del periodo de entreguerras, un gran arquitecto alemán, Bruno Taut, se dedicó a escribir y a leer y a estudiar porque poco podía construir. Cuando pasó la tormenta, construyó en pocos meses miles de viviendas, extraordinarias entonces y extraordinarias ahora, ochenta años después. Él decía que pudo hacerlo porque esos años sin trabajo le habían permitido pensar mucho, y así cuando pudo construir sabía perfectamente qué necesitaba la sociedad a la que debía servir.

Por eso, al margen de otras cuestiones, este es un momento de optimismo para la sociedad por lo que a la arquitectura se refiere: porque es tiempo de sueños y esperanzas, porque dentro de nada se va a hacer una arquitectura mucho mejor, porque es tanto el deseo que tienen los arquitectos buenos de dar todo lo que llevan dentro, que ahora es un momento espléndido para hacer esa carrera. Sus maestros se volcarán más que nunca, y dentro de nada la sociedad comprobará que no se nos ha olvidado construir y que la arquitectura sigue siendo la reina de las artes, la que cambia las ciudades y las ilumina con nuevas maravillas que solo los arquitectos somos capaces de imaginar y, además, construir.