Publicador de contenidos

Volver 2024_11_04_FYL-Anchieta

Artistas navarros (3). Juan de Anchieta, el gran escultor del Romanismo

04/11/2024

Publicado en

Diario de Navarra

Pedro Luis Echeverría Goñi |

Diario de Navarra, en colaboración con la Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro de la Universidad de Navarra, aborda, mensualmente, de la mano de especialistas de diversas universidades e instituciones, una serie sobre artistas navarros

La relación de los cuatro grandes maestros de la imaginería policromada hispana de la Edad Moderna se inicia con Juan de Anchieta en el siglo XVI, siguiéndole Gregorio Fernández y Juan Martínez Montañés en el XVII, y Luis Salvador Carmona en el XVIII. Nos hallamos ante el mejor intérprete de la maniera de Miguel Ángel, sin haber conocido personalmente al genio florentino, superando incluso a muchos de sus discípulos italianos. Está considerado como el padre de una de las mayores escuelas miguelangelescas de Europa en los tres reinos del norte peninsular, Castilla, Navarra y Aragón. Fue un verdadero hombre del Renacimiento y uno de los artistas con mayor proyección, no solo a través de sus discípulos, sino sobre todo de una masa de seguidores, como bien ha puesto en relieve Concepción García Gainza, autora de la mejor monografía sobre este artista.

El borgoñón Juan de Juni, le designó en su testamento de 1577 como el escultor más dotado de Castilla y sus coetáneos Arbulo o Fernández de Vallejo reconocían en 1598 en la obra de este esçelente maestro, el compendio de los preceptos del arte y el modelo a seguir. Sabemos por Tarifa que poseía, junto a estampas, trazas propias y dibujos preparatorios, un elevado número de modelos en barro, cera y yeso. Al igual que sucedía con los patronos de Rafael o Miguel Ángel, que solían exigirles la realización personal de pinturas y esculturas, en Navarra solo suele incluirse la cláusula de ejecutar las tallas de mano de en los contratos de artistas singulares como fray Juan de Beauves o Juan de Anchieta. Prueba concluyente de su prestigio suprarregional fue la llamada de Felipe II en 1583 para tasar la estatua de San Lorenzo y el escudo imperial que había labrado Juan Bautista Monegro para la fachada del monasterio de El Escorial.

Actualización biográfica y profesional

Desconocemos los orígenes familiares de Juan de Anchieta (1533-1588), que declara ser natural de Azpeitia. El periodo hasta hace poco más desconocido de su vida, los veinte años como aprendiz y oficial en Castilla, que transcurren entre 1551, fecha de su aprendizaje, y 1571, cuando se tasa el retablo de Santa Clara de Briviesca, ha quedado desvelado en un libro de Vasallo Toranzo. Analiza sus intervenciones como oficial al servicio de distintos jefes de compañía como Inocencio Berruguete o Juan de Juni, a quien podemos considerar su maestro, en varios retablos de Valladolid y Palencia. Como ya se suponía, se ha confirmado su intervención a las órdenes de Gaspar Becerra en el retablo mayor de la catedral de Astorga, cuya novedosa traza y estilo constituyen un manifiesto del Romanismo en España. Es el autor entre 1566 y 1569 de las más apuradas tallas y relieves del retablo mayor del monasterio de Santa Clara de Briviesca, contratado por Pedro López de Gámiz y considerado como el más ambicioso mueble litúrgico de todos los tiempos en España.

La época fecunda de Anchieta, el de Navarra como maestro, tras contraer matrimonio en 1570 con Ana de Aguirre, transcurrió en Pamplona, desde donde desplegará una gran actividad como tracista y escultor hasta su fallecimiento en 1588, año en el que paradójicamente multiplica sus compromisos, algunos de los cuales dejará inconclusos o no llegará siquiera a iniciar. Su obra madura durante el último cuarto del siglo XVI nos es bien conocida, pudiéndola agrupar por décadas. Los años setenta contemplan la realización de un gran número de retablos-fachada miguelangelescos y tallas romanistas en Aragón (Zaragoza y Jaca), Burgos (Las Huelgas y catedral), encargados por obispos castellanos de Pamplona, País Vasco (Zumaya y Vitoria) y, principalmente, Navarra (Añorbe, Cáseda, catedral y convento de agustinas recoletas de Pamplona). En la década de los ochenta, una vez establecido en su casa-taller de la calle Navarrería, se fechan otros retablos como los de Aoiz, Obanos, del que subsisten algunas imágenes y, finalmente, el sagrario, bancos y primer cuerpo del de Santa María de Tafalla, que fue terminado, siguiendo la traza original por su discípulo Pedro González de San Pedro.

Embutidas las piezas del retablo de Aoiz en una estructura barroca y policromado, al igual que el de Cáseda, ya en pleno siglo XVIII, hoy solo podemos admirar en plenitud los perfiles de la gubia de Anchieta en varias imágenes sueltas y en los retablos de Añorbe y parcialmente en el de Tafalla y su sagrario, que han conservado la colorista policromía del natural de fines del siglo XVI, obra de Juan de Landa, un excelente pintor manierista. El último año de su vida, llegó a concluir el banco del retablo de San Pedro de Moneo (Burgos), en la capilla de patronato del obispo de Pamplona Pedro de la Fuente, y la Virgen del Rosario de Navarrete (La Rioja). Al igual que a su referente el divino Miguel Ángel, la muerte le sorprendería en plena actividad, dejando más de 7.000 ducados en casa, hacienda y recibos a cobrar. El balance de una vida fecunda se resume en el elocuente epitafio que mandó poner en su tumba: Aquí yace Ancheta, el que sus obras no alabó, ni las agenas despreció.

El Romanismo, arte de la Contrarreforma

El manierismo miguelangelesco es un estilo clásico-heroico, designado por los propios artistas como la verdadera manera. Se basa en la imitación de los prototipos y composiciones de Miguel Ángel y sus discípulos y fue adoptado por la Curia romana como estilo oficial y propaganda visual de los decretos tridentinos. El florentino había partido, a su vez, de la escultura helenística, en la que admiraba la fusión de dramatismo y perfección formal. Su sentido de la belleza, de inspiración neoplatónica, se basa en la adecuación de la forma al contenido, por lo que se rige por unas normas no escritas que Anchieta supo plasmar como pocos escultores. Algunas de las más evidentes son la concesión al desnudo (Cristo del Miserere de Tafalla o ignudi de Aoiz), la exaltación anatómica independiente de la edad o el sexo, para destacar la virtud moral (Crucificado de la catedral de Pamplona, Virgen del Rosario de Cáseda, San Jerónimo del Museo de Navarra, y mancebos, telamones y ángeles varios), las expresiones de terribilità (San Ambrosio o San Agustín de Añorbe), las telas abundantes (Natividad de María de Tafalla) y el canon de ocho cabezas (Cristo resucitado como Salvador de Tafalla). Para representar la intención del alma y el mundo interior, se servirá de distintas fórmulas de sugestión del movimiento, como torsiones imposibles (Virgen con el Niño de Recoletas de Pamplona), actitudes declamatorias (Asunción de Cáseda), líneas serpentinatas (San Juan Bautista de Añorbe), desplazamientos del tema principal (Entierro de Cristo de Tafalla), enlaces físicos y espirituales (Virgen con el Niño y San Juanito de Obanos), contraposiciones visivas (Anunciación de Cáseda o San Judas Tadeo y San Bartolomé de Aoiz) y un variado lenguaje no verbal de gestos y manos (Visitación de Tafalla).

En la sesión XXV del Concilio de Trento quedó claramente definida la función catequética de las imágenes y del retablo como una historia de los misterios de nuestra redención, por lo que los áticos de los retablos romanistas están reservados para el Calvario, con Cristo crucificado muerto como culmen de la salvación. En la serliana inferior se dispone la Asunción-Coronación de la Virgen como mediadora, respondiendo a dos tipos, el erguido de manos abiertas (Cáseda y Añorbe) y el sedente como orante (Tafalla). Las historias en relieve se refieren a la vida de la Virgen e Infancia de Cristo y la Pasión, sobresaliendo por su emotividad las escenas miguelangelescas de la Piedad, Lamentación sobre Cristo muerto y Santo Entierro. Los fundamentos de la doctrina revelada, que son los evangelistas, Padres de la Iglesia y virtudes, se suelen situar en los bancos, en tanto que los apóstoles como pilares simbólicos se alojan en las entrecalles. Los ejemplos de vida a seguir los encontramos en las imágenes y ciclos hagiográficos de los santos. En todos los temas se afirman frente a los protestantes, la autoridad del papa y los prelados, el valor de los sacramentos y otras disposiciones tridentinas. El sagrario es una microarquitectura independiente que custodia y expone la Eucaristía y suele mostrar en su portezuela a Cristo resucitado, triunfador sobre la muerte, conservándose tan solo completo el de Tafalla con sus tres cuerpos, columnas pareadas, superposición de órdenes y cúpula.

Una nueva obra de la mano de Anchieta

Recientemente, hemos ampliado el catálogo de la obra madura de Anchieta en Navarra con una talla romanista de Santa Catalina de Alejandría, que presidió su abadía rural de Ciriza y hoy se custodia en la parroquia de Azcona (Sarmental, 2, 2023, 51-62). Pese a su extraordinaria calidad, firmas de estilo inconfundibles y policromía coetánea había pasado desapercibida hasta ahora. Esta matrona clásica de mirada celestial es la primera obra que se atribuye al genial escultor en Navarra en el siglo XXI, cuando su producción parecía cerrada en la centuria anterior y la primera en la merindad de Estella, aunque debió ser ejecutada en el taller que tenía abierto en la calle Navarrería, cercano a la catedral. Fue encargada en 1588 por el abad Andrés López del Valle, mayordomo y albacea de Pedro de la Fuente, obispo de Pamplona, según se indicaba en una inscripción del tabernáculo manierista que la albergaba.