Josep-Ignasi Saranyana, Profesor ordinario emérito de Teología
¿Por qué se ha metido el Papa en este tema?
La irritación de alguna prensa anglosajona, porque el papa Francisco ha criticado la economía neoliberal, me ha dado que pensar. En su exhortación apostólica del pasado mes de noviembre, el pontífice ha sentado una afirmación contundente: "Ya no podemos confiar en las fuerzas ciegas y en la mano invisible del mercado. El crecimiento en equidad exige algo más que el crecimiento económico, aunque lo supone […] La economía ya no puede recurrir a remedios que son un nuevo veneno, como cuando se pretende aumentar la rentabilidad reduciendo el mercado laboral, creando así nuevos excluidos".
¡Cuánta tinta ha corrido sobre la "mano invisible" de Adam Smith, desde 1759! Para Smith y muchos que le siguieron, ese orden espontáneo nacido de la simpatía-empatía, el egoísmo racional o la competencia, no sólo conforma el orden económico, sino que debería regular también las relaciones sociales. Otros, sin embargo, destacan que ese pretendido equilibrio natural carece de cualquier fundamento ético. Y aquí precisamente se sitúa la exhortación del papa.
Nuestro país se halla en un contexto sociopolítico que ha facilitado un extraordinario progreso (qué duda cabe), el cual nos impone, por otra parte, unas leyes que son estrictísimas y no se discuten. Supuestas tales normas, ¿cómo pagar las deudas, tanto públicas como familiares, que devoran el patrimonio nacional y personal con unos intereses acumulativos que nos ahogan? Aumentando los ingresos –dicen- por el incremento de las exportaciones (también lo es el turismo), lo cual exige reducir costos. Y como no se puede devaluar la moneda (la receta de antaño), sólo cabe disminuir salarios o encoger plantillas, mientras se espera que esa "mano invisible" venga en nuestro auxilio y nos saque del escollo.
Hace tres semanas, el último "Diálogo de Pedralbes" (Argandoña, Lozano y Torralba) desbordó las previsiones de asistencia. Se debatió sobre "Espiritualidad y empresa", un tema quizá nuevo por aquí, aunque con carta de naturaleza en Harvard. No está tan descaminado el papa, cuando pide políticos "a quienes duela de verdad la sociedad, el pueblo y la vida de los pobres". No es hora de intereses de corto vuelo. Hay que implicarse seriamente en el rearme moral de la sociedad.