Gerardo Castillo Ceballos, Facultad de Educación y Psicología de la Universidad de Navarra
El mal mundial de la soledad provoca eremofobias
La fobia a la soledad es una alteración psicológica caracterizada por un miedo irracional a estar solo y, sobre todo, a sentirse solo. Se la conoce como eremofobia. Una de las teorías sobre su origen sostiene que en algún momento de la historia se asoció la soledad a un suceso traumático y, posteriormente, el miedo experimentado se generalizó a toda situación relacionada con la soledad. La fobia inicial se suele retroalimentar con la indignación que produce un hecho: la soledad como aislamiento social de muchas personas impuesto por el sistema. Cada año sigue creciendo como una epidemia, sobre todo en las barriadas de las periferias. Un ejemplo: un tercio de los estadounidenses mayores de 65 años viven solos; y muchos de ellos padecen una depresión vinculada a la carencia de lazos afectivos.
Es una paradoja que en el siglo de las redes sociales muchas personas mayores vivan solas a su pesar. No es extraño por ello, que algunas de ellas mueran también solas. «Cada vez me pasa más, encontrarme con cadáveres de ancianos que llevan muchos días muertos, en avanzado estado de descomposición. No sé si está fallando la intervención social o los lazos familiares. Pero indica el tipo de sociedad hacia el que nos dirigimos». Son palabras del magistrado Joaquín Bosch Grau.
Estos tristes sucesos hablan por sí mismos de que vivimos en una sociedad que se está deshumanizando. Los expertos en el tema hablan ya del mal mundial de la soledad. Es bien significativo que la anterior primera ministra británica, Theresa May, anunciara en enero de 2018 la creación de un Ministerio de la Soledad.
Pero no hay que olvidar que existe también la soledad elegida, llena de posibilidades para el desarrollo personal, entre otras las de reflexionar, contemplar y conocerse mejor.
Francesc Torralba, autor de ‘El arte de estar solo’, afirma que en las situaciones de soledad voluntaria dejamos un espacio en blanco para escuchar sin interferencias lo que sentimos y necesitamos.
Lamentablemente muchas personas se resisten a estar a solas consigo mismas porque en esa situación, sin máscaras, aparece un inesperado ‘yo’ real que puede ser decepcionante. Nos podemos topar con lo que Viktor Frankl denominó «vacío existencial».
En 1959 Frankl publicó ‘El hombre en busca de sentido’, donde describió su modelo de terapia, la logoterapia, que se basa en la búsqueda de significadovital ante el vacío existencial; siempre podemos dar un sentido a nuestras vidas, independientemente de las circunstancias en que nos encontremos. Además, siempre tenemos un cierto grado de libertad, puesto que podemos decidir, al menos, qué actitud adoptamos ante la adversidad. Frankl confesó que pudo sobrevivir en un campo de concentración nazi porque le sostuvo la fe en Dios y el amor a su familia.
Muchas personas tratan de dar sentido a sus vidas a través del activismo y del ritmo frenético de cada día, pero cuando llega el fin de semana, las vacaciones o la jubilación, suelen aparecer sentimientos de vacío existencial.
Estar solo es diferente de sentirse solo. Algunas personas se sienten solas a pesar de vivir acompañadas, mientras que otras personas no se sienten solas en sus períodos de soledad. Sentirse solo denota un problema personal que suele requerir ayuda psicológica.En cambio, querer estar temporalmente sólo expresa una necesidad vital y existencial de todos los seres humanos, ya que es un estímulo para desarrollarse y crecer.
Aunque suene a paradójico, tener momentos de soledad nos hace personas más empáticas. La mejor conexión con nuestros sentimientos suele proyectarse hacia los demás, y permite que nos pongamos en sus zapatos.
Los tiempos de soledad elegida nos hacen más conscientes de nuestra condición de seres libres, convirtiéndose así en una soledad gozosa. «Solo cuando estoy sola me siento completamente libre. Me reencuentro conmigo misma y eso me resulta agradable y reparador. En una sociedad que te obliga a estar enormemente pendiente del afuera, los espacios de soledad representan la única posibilidad de contactar otra vez con uno mismo. Es un movimiento de contracción necesario para recuperar el equilibrio». (Mireia Darder).
Tras muchas horas diarias hiperconectados al móvil y a las redes sociales, necesitamos un tiempo de soledad para liberarnos de esa dependencia y descansar. Los momentos de soledad elegida tienen la ventaja añadida de predisponer a la innovación y a la creatividad.
Susan Cain sostiene que la soledad es el ingrediente crucial de la creatividad, ya que favorece la apertura al pensamiento propio y original. Es muy sintomático que Steve Wozniak inventara la primera computadora Apple encerrado en su cubículo de Hewlett Packard. Lamentablemente, la sociedad ha privilegiado mucho más a la persona activa que a la reflexiva y contemplativa.