Ricardo Mateo, Profesor de la Facultad de Derecho, Universidad de Navarra
Cómo incrementar el valor económico de nuestro trabajo
El paro registrado aumentó en 68.213 personas en octubre de 2010. De esta manera, el paro vuelve a aumentar hasta alcanzar los 4.085.976 desempleados, según el Ministerio de Trabajo e Inmigración. Las cifras de paro son extremadamente altas y peligrosas para cualquier economía, pero sobre todo para la española que funciona cargando sobre los trabajadores los costos sociales y de pensiones de todo el sistema.
Cuando el paro sube, están diciendo a muchas personas que su trabajo ha dejado de ser competitivo en el mercado y que es mejor que se dediquen a otra cosa, porque la empresa no alcanza a rentabilizar su esfuerzo, con los productos y servicios que ofrece. Además, nos están diciendo a todos que cuidemos nuestro trabajo, ya que las empresas deben obtener los recursos del mercado. Existe una excepción para las personas que trabajan para la administración, ya que ellos reciben su salario de los impuestos que recauda el Estado, muchos de los cuales provienes de la renta de los trabajadores.
Evidentemente, caben dos medidas urgentes para resolver el problema. La primera es reducir los costos que soportan las empresas como consecuencia del sistema de bienestar y que hacen que el trabajo sea menos competitivo con respecto a otras economías. La segunda es que cada uno trabaje mejor y logre sacar el máximo provecho a su desempeño.
El trabajo en una organización, entendido como el resultado de una actividad humana retribuida, debe generar un valor económico mayor que su coste, con independencia si lo realizo para la Empresa Privada o para el Estado.
El valor económico se compone de una serie de actividades estandarizadas que realiza la persona y de las mejoras que puede incorporar a la organización. En cualquier economía, pero especialmente en una como la nuestra, si un trabajador desempeña el estándar con perfección y es capaz de mejorar el estándar, tendremos un trabajador de gran valor. Además de trabajar bien, nos permitirá mejorar y ello nos generará valor económico en el futuro. Es difícil para una empresa prescindir de un trabajador como el descrito. Por el contrario, si tenemos un trabajador al cual le cuesta ir al trabajo, se queja habitualmente, no aporta mejoras y comete muchos errores, será difícil para la empresa rentabilizar su desempeño. Evidentemente, cuando el paro aumenta de forma permanente, el mercado nos está diciendo que trabajamos peor que los demás, que hacemos menos cosas o menos valiosas pero que nuestro trabajo está poco valorado.
Necesitamos trabajar mejor, necesitamos hacerlo con perfección y necesitamos hacerlo pensando en el cliente final. Cualquier cosa que se aleje de esto, nos llevará a más desempleo, salvo para las personas que tienen garantía de empleo por ley. Sin embargo, para ellos, también hay problemas, ya que el Estado sólo garantiza que tiene capacidad de extraer del mercado los recursos necesarios para realizar sus actividades, pero no puede garantizar que el mercado generará los recursos que el necesita.
Aquí viene el segundo problema del mercado laboral, la cantidad de costes que deben asumir las empresas para dar trabajo y que son ineficientes e independientes de su actividad. Por ejemplo, las cotizaciones a la seguridad social son muy elevadas ya que ellas van destinadas a pagar costes de una sociedad muy solidaria pero que grava el trabajo y con ello lo hace menos competitivo. Es necesario cuidar el coste del trabajo además de su valor económico. La combinación de ambas puede generar mejoras de competitividad. Es necesario que los costes de la sanidad de personas que no han cotizado o las pensiones que no corresponden a los cotizantes no sean por cuenta del trabajo. Es indispensable rentabilizar el trabajo para que pueda ser competitivo.
Considerando que el objetivo de cualquier organización es satisfacer a sus clientes mejor que lo que lo hacen sus competidores, y que para ello, busca producir y servir con calidad, reduciendo los costos y los tiempos de entrega. Podemos afirmar que es más fácil alcanzar dicho objetivo, cuando las personas han entendido que el trabajo es, en realidad, un medio para buscar y alcanzar la perfección en las actividades de cada día. Pero también, cuando el Estado ha entendido que no puede cargar sobre el trabajo de las personas la factura social, ya que con ello, perjudica finalmente a todos.