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Ignacio Uría Rodríguez, Doctor en Historia y profesor asociado, Universidad de Navarra

Filtraciones

dom, 05 dic 2010 09:55:05 +0000 Publicado en Diario de Navarra

Las recientes filtraciones sobre informes norteamericanos han revolucionado a la prensa occidental de izquierdas, que está encantada de recibir material "sensible" y poder atacar a los EEUU. La fuente de estos escándalos es una página web llamada Wikileaks, fundada en 2007 y convertida en un quebradero de cabeza para Obama y su servicio diplomático. Wikileaks almacena 1,2 millones de documentos clasificados, que periódicamente se filtran a los medios de comunicación. Sin embargo, los informes que esta web lanza a la red no sólo informan sobre los EEUU (y sus desmanes en Guantánamo, Iraq o Afganistán), sino que afectan a dictaduras (como las violaciones de derechos humanos en China o Irán), democracias (sobre todo por espionaje y corrupción) o grandes corporaciones financieras (JP Morgan o Barclays Bank, acusadas de fraude fiscal).

Detrás de Wikileaks está un grupo de comunicación llamado Sun Shine Press, que pretende recuperar la libertad de prensa según la máxima del presidente Thomas Jefferson "El precio de la libertad es la eterna vigilancia". Es decir, devolver al periodismo al lugar que merece como Cuarto Poder, algo que otros han intentado antes (como las webs Cryptome o Secrecy News), pero con menos éxito. Al menos, esa es su versión.

La clave de Wikileaks son las sus fuentes de información. En la década de 1970 los legendarios Berstein y Woodward tumbaron a Nixon gracias a las confidencias de Deep Throat-Garganta Profunda, pseudónimo del agente del FBI Mark Felt. ¿Es alguien del FBI o la CIA el informante de Wikileaks? ¿O quizá del Mi6 británico? ¿Puede ser el espionaje ruso? ¿O más bien el Losad israelí? Lo más probable es que todos aporten su granito de arena y que alguien sea ya millonario.

En el complicado mundo de las relaciones internacionales los servicios secretos siempre han jugado un papel clave. Ellos se encargan del trabajo sucio, como reconoció Felipe González al justificar a los GAL: "El Estado también se defiende desde en las cloacas".

LA DGSE francesa o la CIA solo reconocen sus misiones cuando les descubren (por ejemplo, el hundimiento del Rainbow Warrior en1985 o los vuelos secretos de la CIA a Guantánamo). De ahí la utilidad de Wikileaks, página que ha logrado tal fama de independencia que los diarios más influyentes del mundo han pagado por las exclusivas de espionaje o torturas.

La más jugosa llegó hace unos días con lo que se ha bautizado, sin excesiva imaginación, como el Cablegate: la revelación de los informes rutinarios que las embajadas y consulados norteamericanos envían al Departamento de Estado. La verdad es que no dicen nada nuevo (Berlusconi es un sátiro, Merkel una pavisosa o ZP un izquierdista trasnochado), pero tienen el morbo de estar firmados por diplomáticos e alto nivel. Al menos eso ha pensado El País o The New York Times, dos de los cinco diarios mundiales a los que Wikileaks ha vendido su información, pese al ínfimo porcentaje de documentos secretos (que son los que merecen la pena). Con todo, cualquiera que conozca los usos diplomáticos sabe que ese lenguaje es el habitual en la inmensa mayoría de los informes.

No sólo estadounidenses, sino españoles o cubanos. A mí sólo me sorprendió la primera vez, mientras investigaba en los Archivos Nacionales de los EEUU, al descubrir la opinión del embajador americano en Cuba en 1960, Phil Bonsal, sobre Fidel Castro ("un paranoico sin escrúpulos") o sobre el arzobispo de La Habana, Evelio Díaz ("pusilánime, influenciable y cobarde"). Esos juicios sí que hubiesen sido filtraciones suculentas.