José Calabuig , Consultor del departamento de Cardiología de la Clínica de la Universidad de Navarra y profesor de Medicina del Deporte
Es una injusticia brutal, un absurdo
Viniera de donde viniera el clembuterol, que lo más normal es que proceda de la carne, la cantidad encontrada es ridícula y no aporta ningún beneficio. Contador no ha querido doparse. Un deportista en su sano juicio que pretenda hacer trampas jamás hace algo así, y mucho menos a mitad o final del Tour. Si alguien quisiera tomar clembuterol para aumentar su masa muscular, lo haría al menos tres meses antes de iniciar su preparación física.
Esto lo he vivido antes con el tema de la cafeína, cuya consideración de producto dopante ya es cuantitativa, no solo cualitativa. En el caso del Clembuterol todavía se considera como un diurético, una anfetamina, marihuana o cualquier otra droga. Con la sola presencia de una cantidad mínima, la legalidad les asiste a quienes lo consideran dopaje.
Se trata de una aplicación pura y dura de la ley, que en buena lógica se tenía que haber cambiado o matizado para este caso, pero el TAS no ha querido hacer ninguna diferencia para evitar problemas. Podían haber sometido al ciclista a un seguimiento exhaustivo, pero castigarle dos años y quitarle el Tour es una injusticia brutal. No sé si con otro corredor de otro país lo hubieran hecho igual.
A Contador solo hay que verle la cara para comprobar que es inocente. Ha ganado por sus méritos pero la ley le ha jugado una mala pasada. Es un absurdo. No hay derecho. No han atendido al sentido común, ni a la lógica, ni han pensado en el futuro. Probablemente han tenido miedo y no han querido crear un precedente.
Contador está desasistido para demostrar que en la sangre que se le extrajo no hay nada que justifique la teoría una transfusión. He vivido con Banesto y con Reynolds positivos que fueron muy injustos, pero los que aplican a rajatabla la ley no tienen otra salida. Es como la ley del menor, se aplica y punto. No se interpreta.