Carlos Manuel Gamazo de la Rasilla,, Catedrático de Microbiología Investigador asociado al Instituto de Salud Tropical de la Universidad de Navarra
Conocer: Una vacuna para cambiar realidades
En medio de una actualidad plagada de casos de corrupción, nuevos partidos políticos, temporales de nieve y yihadismo resulta imposible encontrar un hueco para pensar en otros asuntos que no sean nuestra propia realidad. Y es que aunque el día a día y la actualidad se impongan, de vez en cuando conviene hacer el sano ejercicio de conocer otros modos de vida para lograr nuevas perspectivas. ¿Qué sabemos del resto del planeta? ¿Cuáles son las luchas diarias en esos lugares que no acaparan portadas? ¿Cómo es la vida de los más desprotegidos, aquellos que no ocupan titulares?
Según las últimas estimaciones de las Naciones Unidas, cada año en todo el mundo mueren entre 2 y 5 millones de niños. El principal motivo son las enfermedades diarreicas que causan la mayor parte de las muertes entre menores de 5 años. ¿Por qué?
En los países en vías de desarrollo, los cimientos de los pilares de la salud pública están seriamente deteriorados. Tanto es así que a nivel mundial más 2.500 millones de personas tienen importantes deficiencias en las redes a de saneamiento, de las cuales 800 millones ni siquiera poseen acceso a agua potable. En estas circunstancias, patógenos microbianos intestinales que son liberados a través de las heces pasan directamente al agua para beber y los alimentos. Es un círculo vicioso. Los niños experimentan varios episodios de diarrea grave al año. Como consecuencia, se producen estados de malnutrición ya que la inflamación del intestino impide la correcta absorción de nutrientes. La malnutrición implica deficiencias en el desarrollo físico, incluso en la maduración del propio sistema inmunitario, haciendo que el niño malnutrido sea más vulnerable a las infecciones. Podemos definir dicho estado como un tipo de inmunodeficiencia adquirida.
Para evitar el contagio deben aplicarse sencillas medidas de higiene personal, como la limpieza de manos y aplicar sistemas de depuración y potabilización. A nosotros, residentes de países desarrollados, nos parece sencillo porque forma parte de nuestra rutina. Sin darnos cuenta, no apreciamos nuestro sistema de salud, nuestra red de alcantarillado, redes de abastecimiento, tratamiento de aguas residuales, potabilizadoras… y sólo reparamos en su importancia cuando fallan. En numerosas regiones del planeta, no es que fallen, es que no existen.
Las vacunas constituirían el otro pilar crítico para el control de este tipo de patógenos. Por ejemplo, Shigella es un patógeno intestinal bacteriano que produce más de 100 millones de casos en el mundo (disentería) y más de 100.000 muertes, siendo la mayoría niños menores de 5 años y, de nuevo, esto ocurre principalmente en los países menos desarrollados. Numerosas vacunas frente a Shigella están actualmente en desarrollo pero, desafortunadamente, no han demostrado su eficacia y por ello ninguna está en el mercado. Nuestro grupo de investigación de la Universidad de Navarra lleva varios años dedicado al desarrollo de una vacuna frente a la disentería bacteriana que cumpla con los requisitos de aplicabilidad en el tercer mundo: bajo coste, fácil administración y que no requiera conservación ni transporte en frío.
A pesar de que por falta de medios no estemos en el mejor momento para investigar a la máxima capacidad, instituciones públicas y privadas, como la Organización Mundial de la Salud y la Fundación Gates, ayudan con subvenciones para que los grupos de investigación puedan desarrollarse y así conseguir sus objetivos. Buena información sobre el origen de las enfermedades infecciosas, la aplicación de simples medidas de higiene, la construcción de sistemas de depuración y potabilización y la aplicación de vacunas eficaces salvarían la vida de millones de niños, cambiarían su realidad y quién sabe si la nuestra.