Ricardo-María Jiménez, Profesor de la Universitat Internacional de Catalunya y colaborador del proyecto ‘Discurso público' del Instituto Cultura y Sociedad
Hablar como "dioses"
En la Odisea, la diosa Atenea propone a Telémaco que venza la vergüenza y pregunte a Néstor por su padre Ulises. El joven le replica que no tiene experiencia en diálogos adecuados y que le avergüenza preguntar a un hombre mayor que él. A nuestros universitarios a menudo les asaltan los mismos sentimientos de miedo y vergüenza.
Algunos se expresan con brillantez; sin embargo, otros muchos tiemblan ante una exposición oral como si se tuvieran que enfrentar al mismísimo Polifemo. Esos sentimientos son consecuencia de un sistema educativo que no enseña a expresarse oralmente en una entrevista o discurso. Incluso han surgido editoriales en prensa preocupándose del tema ("Vigencia de la oratoria", La Vanguardia, 21/V/2013).
Se nos dice que a esos alumnos se les valorará más en el mundo profesional si se expresan oralmente con corrección. Quizá por eso en los últimos años han proliferado en las universidades los clubs de debate y los cursos de oratoria. Si los estudiantes empiezan a aprender habilidades oratorias en el alma máter, hemos llegado tarde. La universidad prepara para la vida profesional, pero sobre todo "la universidad es un lugar para la comunicación y la circulación de pensamiento" (Newman) y no una simple academia que enseña técnicas. La expresión oral debe enseñarse desde la infancia.
Decía Salinas que "no habrá ser humano completo, que se conozca y se dé a conocer, sin un grado avanzado de posesión de su lengua". Ese grado avanzado se empieza a adquirir en primaria, sigue en secundaria y se completa en la universidad. ¿Qué propuestas pueden servir? El teatro es una escuela ideal para expresarse. ¿Por qué no dedicar una hora semanal, en el currículum, a la expresión oral? Eso sí, siempre que se reduzca el número de alumnos por aula en las asignaturas de lengua para enseñar con más eficacia. Otra propuesta es una prueba oral –pronunciar un discurso– en los exámenes de acceso a la universidad. O incluir oratoria y retórica en el grado y en el máster de Educación... Atenea respondió a Telémaco: "Unas palabras las concebirás en tu propia mente y otras te las infundirá la divinidad". Nuestros alumnos podrán concebir palabras por sí mismos y quizá la divinidad les ayude, pero necesitan un sistema educativo que incorpore la expresión oral como una competencia fundamental.