Josep Valor , Profesor del IESE, Universidad de Navarra
Más inversión y menos coste
Reducir costes se ha convertido en la prioridad de la mayoría de los responsables de TIC en las empresas. Sin embargo, posponer las decisiones estratégicas es poco recomendable.
Antes de que este ciclo llegue a su fin, las empresas deben acometer una serie de acciones: incorporar las posibilidades de las TIC a sus modelos de negocio; capitalizar la creatividad de todos los empleados y afines; reorientar la organización a los clientes, e implantar un sistema de gobierno de las TIC consistente con los puntos anteriores. En la actualidad, las posibilidades de las TIC son infinitas. El ahorro en tecnología puede conseguirse con la ausencia de inversiones, por supuesto, pero también con la optimización del gasto.
El cloud computing (informática en la nube) es un claro ejemplo de ello. Esta tecnología ofrece a través de internet aplicaciones y servicios de software que ya no residen en el ordenador de sobremesa o servidores concretos. Dado que sólo requiere un navegador, elimina los costes de infrautilización y permite atender los picos de alta demanda sin desequilibrar el presupuesto. Cubre desde aplicaciones sencillas, como el correo electrónico que ofrecen Yahoo, Google o Microsoft, hasta programas más sofisticados, como los sistemas de gestión de clientes de Salesforce. com.
La tecnología también puede simplificar la capitalización de la creatividad de los empleados o la reorientación de la empresa al cliente. En este sentido, las aplicaciones Web 2.0 se han revelado como unas potentes herramientas extraordinariamente económicas y relativamente sencillas de utilizar.
Para IBM, por ejemplo, ha supuesto la entrada de 46.000 nuevas ideas por parte de 150.000 empleados, clientes y socios a través de una extranet. De ellas, diez iniciativas se han acabado financiado e implementando.
La empresa fomenta así la iniciativa de su plantilla y estrecha los lazos y establece un diálogo con los clientes, a los que demuestra la importancia de su opinión. De paso, consigue que la innovación se desplace de abajo arriba, de modo que todos los empleados de la empresa puedan hacer llegar nuevas ideas a la alta dirección.
Por último, es necesario implantar sistemas eficaces de gestión de las TIC. Antes, hay que conocer los sesgos que caracterizan a los centros de investigación operativa (CIO). Sus decisiones, que a menudo deben tomar con información incompleta, se ven influenciadas por el comportamiento del grupo de referencia o la reputación corporativa y a veces los criterios técnicos y económicos quedan diluidos. Por otro lado, debido a la importancia que los sistemas que gestionan tienen en la continuidad del negocio, los CIO tienen una alta aversión al cambio. Y pueden tender a utilizar medidas técnicas (bit rates, gigas, etcétera) que habrá que sustituir por términos de negocio.
Estos sistemas de gestión deben estar gobernados por un comité TIC que, trimestralmente, supervise los planes de sistemas, las implantaciones estratégicas, los principales proveedores y los planes de recuperación de negocio. En él deben participar ejecutivos sénior - incluidos el director general y el CIO-,externos, miembros no ejecutivos del consejo de administración y, al menos, otro experto en TIC.
En definitiva, es el momento de, a través de estas cuatro acciones, virar el enfoque actual a costes y hacer cosas radicalmente distintas.