Ramiro Pellitero, Profesor de teología, Universidad de Navarra
Benedicto XVI: servidor de la esperanza
El Camino de Santiago acoge, en su último tramo, a un peregrino singular: el Sucesor de Pedro. Santiago representa la tradición cristiana de este país y la contribución del cristianismo a Europa. Luego, en Barcelona, el Papa dará testimonio de cómo la fe dialoga con la cultura moderna, sobre el trasfondo de la familia.
Ha dicho que viene a España "como testigo de Cristo Resucitado, con el deseo de llevar a todos su Palabra, en la que pueden encontrar luz para vivir con dignidad y esperanza para construir un mundo mejor".
El apóstol Pedro vio a Cristo resucitado, como lo vieron más de quinientos (cf. 1 Co 15, 6). Los apóstoles, con Pedro a la cabeza, recibieron además el mandato expreso de ser testigos del Señor "hasta los confines de la tierra" (Hch 1, 8). Un testimonio que pide, en efecto, llevar la Palabra, que es Cristo, en los gestos –en la vida– y en las palabras del testigo. "Al escogerme como Obispo de Roma, el Señor ha querido que sea su vicario, ha querido que sea la ‘piedra' en la que todos puedan apoyarse con seguridad" (20-IV-2005).
La fe cristiana es luz que hace ver y vivir. También es fuerza que impulsa a participar en la construcción de la ciudad terrena. El nombre cristiano de esa fuerza es "esperanza". Y el fruto de la fe y de la esperanza es la caridad, marca característica de lo cristiano, que se traduce en el servicio a los demás –en las familias, en las profesiones, en la vida cultural y política– y especialmente a los más débiles, indefensos y abandonados. Y así la fe es un servicio a la esperanza de todos.
Si Pedro significa la roca firme de la fe, también el Sucesor de Pedro se apoya en la fe de los cristianos. Al inicio de su pontificado, Benedicto XVI –sintiéndose humanamente incapaz de llevar tal peso– se acogía al apoyo de la Iglesia, del cielo y de la tierra: "La muchedumbre de los santos de Dios me protege, me sostiene y me conduce. Y me acompañan, queridos amigos, vuestra indulgencia, vuestro amor, vuestra fe y vuestra esperanza" (24-IV-2005).
Este fin de semana tendremos ocasión de experimentar que Cristo no quita "nada de lo que pertenece a la libertad del hombre, a su dignidad, a la edificación de una sociedad justa". Al contrario, abre a la libertad auténtica que contribuye a mejorar el mundo. También podremos apoyar al Papa, con la escucha y la oración, sintiéndonos interpelados al menos por sus argumentos.
Desde Santiago y Barcelona, Benedicto XVI viene para confirmar en la fe y en la unidad a los cristianos, y para proponer a todos un camino de luz y de esperanza.