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Artistas navarros (2). El Maestro Esteban, arquitecto de la catedral románica de Pamplona

07/10/2024

Publicado en

Diario de Navarra

Javier Martínez de Aguirre |

Universidad Complutense de Madrid

Diario de Navarra, en colaboración con la Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro de la Universidad de Navarra, aborda, mensualmente, de la mano de especialistas de diversas universidades e instituciones, una serie sobre artistas navarros

En el panorama del arte románico, del que tenemos un conocimiento tan precario, cualquier hallazgo de nuevas obras o de documentos relativos a los artistas es celebrado entre los estudiosos y los aficionados. La historia del quehacer de Maestro Esteban está jalonada por descubrimientos que una y otra vez han hecho de él una estrella fulgurante en el firmamento del románico europeo.

El primero tuvo lugar a mediados del siglo XIX, cuando viajeros aficionados al arte llegados desde Madrid localizaron sobre la bóveda de la Capilla Barbazana varios capiteles de excepcional calidad, unos procedentes del claustro y otros de la portada de la desaparecida catedral románica pamplonesa.

Casi un siglo después, hacia 1930, Onofre Larumbe y José María Lacarra dieron a conocer los documentos copiados en el Libro Redondo de la catedral que nombraban al artífice. El más antiguo, de 1101, especificaba que un tal Esteban, “maestro de la obra de Santiago”, estaba rindiendo un “buen servicio” al obispo Pedro de Roda en el edificio de Santa María de Pamplona. Como contraprestación, el obispo le ofrecía casas, horno, viñas, cebada, trigo y vino, de los que serían igualmente beneficiarios su esposa Marina y su hijo, lo que evidencia su condición laica. En 1107 todavía recibía bienes del prelado, concretamente parte de unos molinos.

Fue el gran historiador del arte Manuel Gómez Moreno, autor del exitoso libro El arte románico en España (1934), quien encontró semejanzas entre algunos capiteles encontrados en 1846 (fig. 1), actualmente en el Museo de Navarra, y varias esculturas compostelanas, lo que le llevó a identificar a Esteban con el denominado “maestro de las Platerías”, que también habría trabajado en San Isidoro de León. En su paso por Navarra habría dejado al menos un discípulo, que habría intervenido en la portada occidental de Leire. De este modo, Esteban desembarcaba en la historiografía artística como gran escultor, cosa que la documentación ni especificaba ni negaba.

Los discípulos de Gómez Moreno engrandecieron la personalidad artística de Esteban atribuyéndole nuevas obras y alabaron en él “la coexistencia (…) del organizador definitivo de las estructuras más complejas románicas y del genio escultórico románico más completo”. Su influencia habría dominado en el arte del norte de la península ibérica a lo largo de los dos primeros tercios del siglo XII (Camps Cazorla, 1945).

Gómez Moreno también se había preguntado por el papel que jugó Esteban en las obras de la catedral de Santiago. No podía ser el tracista del edificio, puesto que el famoso Códice Calixtino cita como sus iniciadores a “Bernardo el Viejo, maestro admirable, y Roberto, con otros cincuenta canteros”. ¿Acaso Esteban fue su sucesor o un familiar suyo? ¿Para qué obispo trabajó? Todas las hipótesis han sido defendidas y ninguna ha podido ser ratificada. Según unos, trabajó para Diego Peláez, gran promotor de la empresa; según otros, intervino después de que este prelado fuera destituido en 1088, o más tarde, al servicio de Diego Gelmírez. Incluso se ha propuesto que hubiera simultaneado la dirección de ambas catedrales, a pesar de los más de setecientos kilómetros que las separan y las dificultades de los viajes en el lejano siglo XII. La percepción del Camino de Santiago como principal vía de transmisión de novedades culturales y artísticas en los siglos XI a XIII, teoría todavía sin demostrar pese a sus numerosos defensores, parecía verse reforzada por la itinerancia de este maestro.

De lo que no hay duda es de las semejanzas entre las catedrales gallega y navarra. Concretamente, el diseño del acceso principal a la seo pamplonesa, conocido gracias a la planta que dibujó Ventura Rodríguez a finales del siglo XVIII (fig. 2), presenta nexos específicos con Platerías, la célebre portada meridional de la sede compostelana (fig. 3). En ambos casos las puertas están flanqueadas por once columnas, número poco habitual en las portadas románicas. Si unimos a esto la presencia de motivos decorativos comunes, parece totalmente razonable concluir que el diseñador de la portada pamplonesa se inspiró en la gallega., incluso que el tracista de ambas fuera la misma persona.

Al cabo del tiempo empezaron a surgir dudas acerca de una personalidad artística aparentemente omnipresente en el norte peninsular y un tanto proteica. Hubo quien dudó de que Esteban hubiese venido a Pamplona justamente desde Compostela, argumentando que la mención de “maestro de la obra de Santiago” podría referirse a cualquier otra iglesia dedicada al santo en cualquier otra ciudad. Otros se plantearon si era procedente atribuir al arquitecto de una gran iglesia románica la totalidad de sus capiteles y relieves. ¿Realmente talló Esteban las decenas de capiteles del interior de la catedral pamplonesa y también sus las portadas? No resulta verosímil. Los escasos vestigios escultóricos que han llegado a nuestros días acreditan la participación de más de un escultor. ¿Cuál de ellos sería Esteban? ¿El que talló el zapatero o el escultor de las cabezas de fieras figuradas en las ménsulas de las puertas? ¿El autor del capitel de entrelazos o el de las aves que se picotean las patas? ¿Acaso se puede demostrar que estuviera todavía en Pamplona cuando se llevó a cabo la portada catedralicia?

Los descubrimientos de las últimas décadas

Desde 1990 nuevos hallazgos han ayudado a definir la personalidad artística de Maestro Esteban. Destaca especialmente el descubrimiento de la cimentación de la catedral románica de Pamplona gracias a las excavaciones llevadas a cabo entre 1990 y 1994, cuyos resultados publicaron en 2021 María Ángeles Mezquíriz y Mercedes Unzu. La catedral, de grandes dimensiones, tenía tres naves longitudinales y una transversal. La cabecera contaba con tres capillas separadas entre sí. Bajo la meridional se encontró una cripta. Los numerosos signos lapidarios prueban la intervención de un considerable número de canteros.

El peculiar diseño de la capilla mayor aportó una valiosa pista que confirmaba el vínculo del proyecto con Santiago de Compostela. Mientras el paramento exterior del muro dibuja un polígono de siete paños, el interior traza un semicírculo. La combinación semicírculo-polígono es una constante en la catedral gallega: está en los absidiolos abiertos a la girola (unos semicirculares y otros poligonales), así como en la propia capilla mayor compostelana, cuyo exterior es poligonal, como se aprecia perfectamente desde la tribuna. Otro rasgo que destaca es la presencia en el románico compostelano y en el navarro (Sangüesa, Irache) de la combinación ventana-óculo que existe en la girola gallega, aunque también en otras iglesias como San Saturnino de Toulouse.

El segundo hallazgo, totalmente inesperado, se produjo en 2020, cuando en el curso de una intervención dirigida por el arquitecto Leopoldo Gil Cornet se descubrió, en el exterior del transepto de la seo pamplonesa, un sarcófago sostenido por tres capiteles románicos. Dos son vegetales y siguen un repertorio de hojas esquematizadas hendidas habitual en el Sur de Francia y el norte de la península. El tercero, de excepcional calidad, muestra figuras femeninas que se llevan las manos a la cabeza (fig. 4). Es sin duda el mejor de los capiteles de la iglesia pamplonesa encontrados hasta el momento (no incluyo aquí, evidentemente, los fabulosos capiteles del claustro). Sus formas, de carrillos carnosos y cabellos cuyos mechones se agrupan de tres en tres, recuerdan poderosamente a obras tolosanas, en el entorno de la Puerta Miègeville de San Saturnino. Como sucedió con el capitel de las aves que se picotean las patas, también fue copiado en la portada occidental de Leire y en la cripta de Sos del Rey Católico. ¿Lo habría tallado el propio Esteban? Resulta imposible verificarlo.

¿Maestro Esteban urbanista?

Los datos comprobables permiten concluir que Esteban fue el arquitecto que proyectó y dirigió, al menos en los primeros años, la edificación de la catedral románica de Pamplona. Habría venido de Santiago de Compostela, aunque no es posible atribuirle una fase concreta de obras del templo gallego. Bajo su dirección, en Pamplona habrían colaborado varios escultores, que habrían empezado ejecutando los capiteles de las columnas y las ventanas de la cabecera, para culminar con la portada de los pies. Cabe agruparlos bajo la común denominación de “taller de Esteban”, si bien no sabemos si Esteban todavía vivía y estaba en Pamplona en el momento en que se diseñó y ejecutó dicha portada occidental. Asimismo, ignoramos si talló algún capitel o relieve con sus propias manos.

Pero la cosa no acaba ahí. En 2015 fue publicada una hipótesis novedosa, que pretende explicar el refinamiento de la planificación urbanística del burgo de San Saturnino de Pamplona, cuya belleza de trazado evidencian las fotografías aéreas (fig. 5). Se trata de un hexágono irregular cuyas calles se despliegan formando dos tridentes, uno junto a la parroquia de San Cernin y otro junto a San Lorenzo, con un pozo de agua de uso público en el eje de la calle mayor (el famoso “pocico de San Cernin”). El rigor geométrico y la sabia adaptación a la orografía hacen pensar en una mente planificadora excepcional, capaz de ir mucho más allá de la simple retícula aplicada en otras urbanizaciones de época románica, como las de Puente la Reina o Santo Domingo de la Calzada.

La documentación de la catedral riojana demuestra que en Santo Domingo fue el propio arquitecto de la catedral tardorrománica, de nombre Garsión, quien dirigió la distribución de calles y el reparto de solares. Algo parecido pudo haber sucedido en Pamplona hacia 1100. Puesto que el nuevo barrio nació por iniciativa del obispo Pedro de Roda y probablemente el trazado se concibió y replanteó sobre el terreno mientras Esteban estaba a su servicio (consta que el “burgo nuevo” existía en tiempos del rey Pedro I, 1094-1104), no parece arriesgado atribuirle el diseño. De ser así, Esteban no solo sería el primer gran arquitecto conocido de la Pamplona medieval, sino también el urbanista de su barrio mejor trazado. ¿No va siendo hora de que la ciudad honre su memoria?