Gonzalo Arrondo Ostíz,, Investigador del Grupo ‘Mente-cerebro', Instituto Cultura y Sociedad
El futuro de la investigación de las enfermedades mentales
El siglo XXI ha sido testigo de avances científicos sin parangón en áreas como la genética, la neurociencia cognitiva o la biología. Estos avances no han ido acompañados por una mejoría en el tratamiento o diagnóstico de los trastornos mentales. Así por ejemplo, incluso dejando a un lado su limitada eficacia, los más modernos antidepresivos fueron aprobados a principios del siglo actual. ¿A qué puede deberse esta desconexión entre avances científicos y tratamientos? Muchos opinan que podría estar relacionado con la propia definición de enfermedad mental.
El paradigma dominante en psiquiatría ha sido el de la asignación de "etiquetas" (trastornos) que han sido consensuadas entre expertos, se basan en la presentación conjunta de síntomas, y se plasman en los manuales diagnósticos, entre los que el más conocido es el DSM (actualmente en su quinta versión) de la academia americana de psiquiatría. Estos manuales, al ofrecer un lenguaje común a los profesionales, han permitido que los juicios clínicos sean razonablemente independientes del médico que los lleva a cabo.
Sin embargo, esta aproximación también ha recibido numerosas críticas relacionadas con la validez de sus etiquetas diagnósticas. Valga solo como ejemplo el hecho de que no contempla que frecuentemente las fronteras entre trastornos no sean nítidas. Es bien conocida la aparición de delirios o incluso alucinaciones en casos graves de depresión mientras que la falta de motivación, típica de la depresión, es también un síntoma característico de la esquizofrenia. En otras especialidades médicas han superado estas limitaciones, y el diagnóstico basado solamente en síntomas clínicos ha sido desplazado conforme se descubrían las causas últimas de las enfermedades. Ciertamente, los síntomas por sí mismos solo ocasionalmente pueden llevar a la elección del tratamiento más eficaz.
En 2013 el Instituto Nacional de Salud Mental de EE. UU. sugirió que había llegado el momento de investigar alternativas que pudiesen sustituir a las clasificaciones de trastornos mentales vigentes. Para ello propuso un nuevo marco de investigación con el nombre de "Research domain Criteria" (RDoC) y su casi ininteligible traducción "Criterios del Dominio de la Investigación". El marco RDoC asume que las enfermedades mentales son disfunciones en sistemas cerebrales relevantes para la adaptación biológica, tales como los circuitos neurales encargados del procesamiento de las recompensas o de las amenazas. También presupone que dichas disfunciones se manifiestan en marcadores que son evaluables de manera objetiva. Como ejemplos de estos posibles marcadores podríamos nombrar a los análisis genéticos, de muestras biológicas (marcadores en sangre, líquido cefalorraquídeo…), o pruebas de neuroimagen. Se piensa que los resultados en estos marcadores tienen el potencial de permitir agrupar a los pacientes en categorías nuevas y más acertadas, y que, siendo así, debería traducirse en tratamientos más eficaces, en la medida que estarían dirigidos a la modificación de mecanismos biológicamente relevantes.
Nuestros estudios con la Universidad de Cambridge indican que efectivamente existen dimensiones biológicas que van más allá de las etiquetas diagnósticas actuales, y que podrían ser útiles para distinguir entre grupos de pacientes. En concreto, hemos demostrado que es más frecuente encontrar una respuesta cerebral reducida en áreas específicas incluidas en los sistemas de procesamiento de recompensas cuando se espera recibir un estímulo positivo en pacientes tanto con esquizofrenia como depresión, apoyando la concepción propuesta en RDoC.
En cualquier caso, RDoC también tiene limitaciones que no hemos de olvidar. Una crítica de carácter aplicado se refiere al hecho de que quizás las medidas que propone (análisis genéticos o de neuroimagen) aún no están lo suficientemente desarrolladas para ofrecer resultados fiables o clínicamente relevantes. Un problema más nuclear es la enfatización del aspecto biológico de las enfermedades mentales, olvidándose de otros aspectos esenciales. La epistemología es la rama de la filosofía que trata el carácter del conocimiento; German Berrios, catedrático de epistemología de la psiquiatría de la Universidad de Cambridge afirma que la psiquiatría, en la medida que busca tratar las enfermedades de la mente, es una disciplina mixta e interdisciplinar, enraizada tanto en las ciencias experimentales como en las sociales y humanísticas. Su objeto de estudio es, por tanto, híbrido e incluye aspectos tanto biológicos como cognitivos que no pueden ser comprendidos al margen de la voluntad, de la emoción o de la cognición propia de los seres humanos. En un continuo entre investigación de la mente e investigación del cerebro el objeto de estudio de RDoC está desequilibrado.
En definitiva, RDoC es una apuesta del gobierno de EE. UU. que va a tener una importancia central en la investigación de las enfermedades mentales en los próximos años. Tiene limitaciones epistemológicas y metodológicas casi insalvables, limitaciones que dificultarán su objetivo de reconfigurar las clasificaciones diagnósticas vigentes. Sin embargo, también tiene aspectos novedosos positivos, y predecimos que va a aportar conocimientos que nos permitan, a medio plazo, optimizar el tratamiento de las personas con trastornos psiquiátricos.