07/12/2023
Publicado en
Diario de Navarra
Ricardo Fernández Gracia |
El día de la Inmaculada del año 1583, se vivió en Pamplona una jornada especial revestida de “aparato, contento y alegría”, con la llegada de las hijas de santa Teresa, que quedó reflejada en algunos textos, como éste de la cronista de las Carmelitas: “al camino, antes de entrar en la ciudad, salieron todos los señores de ella y de la chancillería a caballo a recibirles …., cuando llegamos a la iglesia mayor estaba aquella plaza tan llena de gente que parecía un juicio, ni por la iglesia se podía entrar si los alguaciles no fueran haciendo lugar … al tiempo que se acababan de cantar vísperas”. Al final, se había impuesto el parecer del obispo, frente al del provincial, que había esgrimido el argumento de que “quien profesa humildad y desprecio del mundo, pidiese honras y recibimientos”.
La primera fundación del Carmelo Teresiano en Navarra
Se trataba del primer establecimiento del proyecto de santa Teresa en estas tierras, un año después de su muerte. De hecho, había intervenido en sus prolegómenos y en otros asuntos del reino, habiéndose interesado por la instauración de los jesuitas en la capital navarra. Desempeñaron asimismo un importante papel en esta fundación carmelitana el padre Jerónimo de la Madre de Dios, las hermanas Leonor de la Misericordia y Catalina del Espíritu Santo, así como doña Beatriz de Beaumont y Navarra y don Martín Cruzat.
Desde Soria llegaron las fundadoras en un itinerario recogido en la crónica, que nos ilustra en sus párrafos de los viajes en aquellos tiempos: jornadas empleadas, posadas, nieves, fríos, escasa comida, retrasos y religiosas embarradas tratando de desatascar los carruajes.
La primitiva localización en Pamplona, en las dos primeras décadas, estuvo en la casa de doña Beatriz de Beaumont, en la actual calle Jarauta. En 1603 pasaron a la Plaza del Castillo, cuyo edificio se comenzó a demoler en septiembre de 1838. El histórico complejo conventual se construyó en los solares del actual palacio del Gobierno de Navarra, inicio de la Avenida de Carlos III, Teatro Gayarre y Banco Santander. En su seno contabilizamos 201 profesiones desde 1584 hasta la actualidad, distribuidas del siguiente modo: 84 hasta 1700, 47 en el siglo XVIII, 35 en el siglo XIX y 36 en el siglo XX.
La fundadora: Catalina de Cristo
En la clausura pamplonesa se conserva el cuerpo incorrupto de Catalina de Cristo (1544-1594), que ingresó en Medina del Campo y ayudó a la santa en la fundación de Soria, para la que fue designada como priora. Fue fundadora de los carmelos de Pamplona y Barcelona. Llevó una vida ejemplar, que conocemos por la biografía que de ella escribió Leonor de la Misericordia (Ayanz y Beaumont), editada por Pedro Rodríguez e Ildefonso Adeva y por el texto publicado por Lanuza en pleno siglo XVII. Catalina vivió desde niña experiencias sobrenaturales, al igual que otros místicos y destacó por sus dones de profecía. Al poco de morir en Barcelona, su cuerpo fue encontrado incorrupto y fue examinado por los médicos de la ciudad condal, siendo visitado por los reyes en 1600. Por mandato del padre General fray Francisco de la Madre de Dios, su cadáver fue trasladado al Carmelo pamplonés en 1604. El encargado de custodiar el cuerpo en el viaje Barcelona-Pamplona fue Carlos Ayanz y Beaumont, (1555-1606), hermano de la mencionada Leonor.
A instancia de las religiosas de Pamplona se inició su proceso de beatificación, ayudándose de estampas postulatorias. Sabemos que el padre Gracián escribía desde Blaye, el 21 de junio de 1607, advirtiendo sobre los encargos de estampas de Catalina de Cristo y Teresa de Jesús. En 1603, se hizo abrir una lámina en Roma a costa de Francisco de Soto, de la que se conserva un bello ejemplar en la clausura pamplonesa. Soto fue un sacerdote soriano, primer soprano y decano, por muchos años, de la Capilla Sixtina, capellán de Clemente VIII que, en 1597, fundó el la Ciudad Eterna el primer convento de Carmelitas Descalzas
Con motivo de la efeméride, este año de 2023, las carmelitas expondrán el cuerpo de la madre Catalina en el coro bajo de la iglesia, a lo largo de todo el día, hasta la misa vespertina, como lo han hecho en otras ocasiones, las últimas en el año 2000, con motivo del centenario de la instalación de la comunidad en su actual sede, en la calle Salsipuedes, y en 2008, para celebrar el 425 aniversario de la llegada a Pamplona.
Cronista y biógrafa
Leonor de la Misericordia (Ayanz y Beaumont, 1551-1620), otra de las fundadoras, era navarra, mujer culta, y notable escritora, gracias a la cual conocemos muchos detalles del establecimiento de las carmelitas en la capital navarra. Coleccionó estampas grabadas que se han conservado y mantuvo correspondencia con religiosos de su Orden, destinados en distintas partes de Europa, así como con otros prohombres de la política y la Iglesia. Fue descrita por el padre Gracián así: “En lo interior era un serafín de condición y alma, y en lo exterior un ángel de rostro y buena gracia. Tenía habilidad rara en escribir, pintar, saber latín y en las demás labores y ejercicios de mujeres, acompañando con prudencia varonil”.
Su figura hay que contextualizarla en la estela de santa Teresa, que sintió un gran aprecio por la mujer, ponderó sus cualidades y derechos, reivindicando mujeres independientes y cultas, religiosas iguales, alegres y rezadoras. Leonor forma parte de una serie de monjas escritoras de calidad, que surgieron en el mundillo claustral teresiano.