Gerardo Castillo Ceballos, Profesor de la Facultad de Educación y Psicología
“Los Reyes Magos existen, ¿verdad?”
La pregunta que sirve de título a este artículo es propia del niño o niña que empieza a dudar sobre la existencia de los Reyes Magos y necesita disipar esa duda cuanto antes; acude a su padre o a su madre para que le aseguren que existen esos seres maravillosos que le ilusionan y hacen tan feliz, y no sólo por los regalos. No sospecha que su pregunta es muy difícil para sus padres.
Cualquier respuesta que se dé tiene inconvenientes. El “sí” sería mentir, y, además, exponerse a que el día siguiente se lo cuente todo un chico mayor. El “no” sería desilusionarle de golpe y, además, decepcionarle, por haberle tenido engañado durante mucho tiempo. Una tercera posibilidad es decirle que “los Reyes Magos no existen (ahora), pero existieron, y nos siguen enviando sus regalos por medio de pajes o mensajeros actuales, a quienes llega ese encargo por tradición.
Esta explicación es verosímil, pero con un niño especialmente listo puede no ser suficiente; es capaz de repreguntar “¿existieron como personajes de una leyenda o de un cuento, o como seres reales? Esto exige a los padres documentarse.
Benedicto XVI, en su libro La infancia de Jesús, considera que el relato evangélico de los Reyes Magos es histórico y no solo una narración catequética de la primera comunidad cristiana. Los hombres de los que habla el evangelista Mateo no eran únicamente astrónomos: “Eran sabios; representaban el dinamismo inherente a las religiones de ir más allá de sí mismas; un dinamismo que es búsqueda de la verdad, búsqueda del verdadero Dios, y por tanto, filosofía en el sentido originario de la palabra”.
Añade que la tradición de la Iglesia ha leído la historia de los Magos a la luz de los Salmos 72,10 e Isaías 60. “Y de esta manera, los hombres sabios de Oriente se han convertido en reyes, y con ellos han entrado en la gruta (en las representaciones del belén) los camellos y los dromedarios”.
Volviendo a qué tipo de respuesta dar al niño que pregunta si existen los Reyes Magos, me quedo con la tercera de las propuestas más atrás: existieron, y nos siguen enviando sus regalos sirviéndose de la tradición.
Es malo mentir a los niños, aunque sea con buena intención. Si les decimos que no existen se podrán sentir momentáneamente decepcionados, pero la decepción ante la mentira sería mucho mayor y puede durar toda la vida. Hay que decirles siempre la verdad, pero sabiendo que existen buenas y malas formas de hacerlo; nunca de forma brusca y fría, sino poco a poco, con delicadeza y cariño.
Un ejemplo: cuando nació Jesús fueron a visitarle unos personajes llamados Reyes o Magos de Oriente, para adorarle y llevarle regalos. Aunque ya no están en la tierra, siguen influyendo en los niños debido a que por su inocencia son semejantes al Niño Jesús. Como los Reyes no pueden llegar a todos los niños del mundo, para enviar sus regalos se valen de la ayuda de unos nuevos mensajeros que son los padres de los niños. Los padres estamos encantados de que nuestros hijos tengan regalos, como los tuvo Jesús, siempre que se porten bien.
En la tan extendida creencia en los Reyes Magos influye que a los niños les atrae el misterio y viven en un mundo de sueños y fantasía. Pero no es una creencia exclusiva de los niños; también la tienen algunos adultos.
“Yo creo en los Reyes Magos (…) La noche de Reyes y el resto de fiestas navideñas son un mecanismo de adaptación social. Conservar rituales como la carta con la lista de deseos, la cabalgata, el roscón, el Nacimiento y el árbol con sus adornos, es útil socialmente, aunque la fe en su significado se haya perdido. Esos rituales compartidos son la masa con la que se construyen los recuerdos. Y los recuerdos de las experiencias comunes son el pegamento que une a las familias”. (A. González-Sinde).
Conviene orientar a los niños en su carta a los Reyes Magos. Es aconsejable lo siguiente: leerles la carta de los padres; que pidan pocas cosas y sin dejarse influenciar por la publicidad; los juguetes pedidos deben ser variados, para que aumenten las posibilidades de juego; si piden videojuegos debemos establecer las condiciones de uso de las pantallas (límite de tiempo y espacios donde se podrán utilizar); al hablar de su comportamiento en el último año, los niños deben reconocer que no todo lo hicieron bien y añadir propósitos de mejora; pedir siempre algún libro.
Relatos universales como el de los Reyes Magos desarrollan la curiosidad y la imaginación de los niños y transmiten valores morales y sociales de forma bella y atractiva. ¡Felices Reyes!