Ramiro Pellitero, Facultad de Teología, Universidad de Navarra
El "YouCat" y la sinfonía de la fe
En un gesto sin precedentes, la próxima Jornada Mundial de los Jóvenes (Madrid 2011) contará con un nuevo instrumento querido por Benedicto XVI, para ayudarles a conocer y vivir la fe cristiana: el "YouCat" o "catecismo" para jóvenes, un "libro extraordinario" que el Papa nos ofrece también a todos.
En el prefacio (difundido el 2-XI-2011 por el Osservatore Romano) el Papa expone por qué y cómo se ha hecho este texto.
Comienza remontándose al Catecismo de la Iglesia Católica. Con sencillez y claridad les cuenta a los jóvenes cuál fue el motivo de su publicación, a comienzos de los años noventa: mostrar la unidad de la fe cristiana de modo razonable y actual. Los obispos de todo el mundo, bajo la guía de Juan Pablo II, trataron de presentar lo que era común y sustancial para los cristianos. Esto pedía que después la fe cristiana fuera "traducida" no solo a los diversos idiomas, sino también a las diversas mentalidades, culturas y situaciones personales.
(Con otras palabras, cabría decir que el Catecismo de la Iglesia católica se planteaba en el nivel de una "inculturación general o universal", que requería después mediaciones para los diversos lugares, edades, etc.)
Así se hizo el Catecismo de la Iglesia Católica, con su sencilla estructura de cuatro partes: "Qué creemos / de qué forma celebramos los misterios cristianos / de qué modo tenemos la vida en Cristo / de qué forma debemos rezar". De este modo, "a partir de muchas voces se pudo formar un coro, pues teníamos la partitura común de la fe, que la Iglesia nos ha hecho llegar desde los apóstoles, a través de los siglos, hasta hoy".
En segundo lugar explica por qué y cómo ha surgido el "YouCat", catecismo para jóvenes, coordinado por el arzobispo de Viena, Christoph Schönborn. En él se desea proporcionar un instrumento a los jóvenes de todo el mundo "que quieren creer, que están a la búsqueda de Dios, que aman a Cristo y desean caminos comunes". Aunque algunos piensen que el catecismo no interesa a la juventud –observa el Papa–, en realidad "los jóvenes quieren saber en qué consiste de verdad la vida". Poniendo el ejemplo de una novela fascinante, señala que "este libro es irresistible porque nos habla de nuestro propio destino y por ello nos afecta de cerca a cada uno de nosotros".
(Leyendo esto he recordado a un profesor que decía a sus alumnos que las novelas policíacas son un buen antídoto contra el relativismo: porque tratan de lo que ha sucedido "de verdad", aunque alguien lo quiera ocultar o tergiversar; pero la verdad puede ser descubierta, y eso puede ser, en efecto, fascinante)
Por eso invita a los jóvenes a estudiarlo con pasión y perseverancia. Les dice que el texto no quiere adularles, más bien les presenta un reto: "No ofrece soluciones fáciles, exige una vida nueva por vuestra parte; os presenta el mensaje del Evangelio como "la perla preciosa" (Mt 13,45), por la cual es necesario dar cualquier cosa". Les anima a dedicarle tiempo con sacrificio, porque vale la pena: "Estudiadlo en el silencio de vuestra habitación, leedlo entre dos, si sois amigos formad grupos y redes de estudio, intercambiad ideas en Internet. ¡Continuad de todas las formas posibles el diálogo sobre vuestra fe!". Y vale la pena porque es lógico conocer aquello en lo que se cree, de lo que se vive, en lo que se está enraizado; porque es necesario ante los desafíos y tentaciones de nuestro tiempo, como también para ayudar a los demás, especialmente a los más débiles y necesitados.
No oculta Benedicto XVI la presencia del pecado también en el interior y en el corazón de la Iglesia. Sin embargo, aconseja a los jóvenes, con claridad, que no se excusen en ese pretexto "para huir de la mirada de Dios"; porque también ellos son Iglesia y han de llevar el fuego del amor de Cristo allá donde su rostro ha quedado oscurecido.
Concluye apelando a la responsabilidad personal de los jóvenes ante la llamada divina: "Cuando Israel estaba en el punto más oscuro de su historia, Dios llamó no a las personas importantes o consideradas, sino a un joven llamado Jeremías, el cual se sintió desbordado por una misión demasiado grande: ‘Yo respondí: ¡Ah, Señor! Mira que no sé hablar, porque soy demasiado joven'. (Jer 1,6). Pero Dios no se dejó engañar: ‘El Señor me dijo: No digas: Soy demasiado joven, porque tú irás adonde yo te envíe y dirás todo lo que yo te ordene' (Jer 1,7)".
Una muestra más de la solicitud del Papa por la Iglesia y de su cariño por los jóvenes. Un instrumento llamado a jugar un papel importante en la formación de todos. Una partitura para interpretar la sinfonía de la fe en un momento crucial de nuestra historia.