Ramiro Pellitero, Profesor de Teología
Francisco, pontífice de la paz
Con un mensaje de paz y de reconciliación va Francisco a Colombia, en su viaje número 20. Es el tercer Papa que visita ese país después de Pablo VI (1968) y Juan Pablo II (1986). Le acogen cuatro ciudades. Bogotá, capital del país y sede cardenalicia. Villavicencio, de gran valor ecológico y puerta de entrada a una región especialmente afectada por el conflicto armado ahora en vías de resolución, tras el acuerdo del 12 de noviembre. Medellín, destacada por la presencia eclesial y como símbolo del narcotráfico. Cartagena, que guarda los restos de san Pedro Claver, cuya memoria está unida a la historia de la esclavitud, y que cuenta con una gran presencia de afrocolombianos.
En su videomensaje el Papa explica el lema de la visita: “Demos el primer paso”. Se refiere a la paz que tanto trabajo va costando conseguir. Augura “una paz estable, duradera, para vernos y tratarnos como hermanos, nunca como enemigos”. Y subraya su fundamento: “La paz nos recuerda que todos somos hijos de un mismo Padre que nos ama y nos consuela”.
Ya en su exhortación programática sobre “la alegría de evangelizar” (2013), Francisco señalaba que la paz no se puede reducir a una ausencia de violencia, sobre todo si es impuesta por unos pocos con perjuicio de los más pobres y débiles; o a una ausencia de guerra, en equilibrio inestable. La verdadera paz no puede ser una paz meramente negociada, sino solo un fruto del desarrollo integral de todos.
Y citaba unas palabras de la Congregación para la doctrina de la fe: “La conversión espiritual, la intensidad del amor a Dios y al prójimo, el celo por la justicia y la paz, el sentido evangélico de los pobres y de la pobreza, son requeridos a todos” (Instrucción Libertatis nuntius, 1984).