Gerardo Castillo Ceballos, Profesor de la Facultad de Educación y Psicología de la Universidad de Navarra
El desdén por la cultura
Desdén es indiferencia o desprecio hacia una persona o cosa. ¿Se puede dar con respecto a la cultura?
“En España hay desdén por la cultura. Ese desdén está en el epicentro de todos los escombros, de todas las ruinas, de todos los fracasos colectivos. El que desdeña aparenta distancia, pero el suyo es un maltrato pegajoso. El desdén produce un vacío que se llena de desdén. Hay una forma pasiva del desdén que es el ignorar. Pero la ignorancia también puede ser hiperactiva y adquirir la forma agresiva de la hostilidad”. (En artículo periodístico de Manuel Rivas Barrós)
Un síntoma del desdén por la cultura es el empleo de esa palabra como comodín para todo tipo de significaciones. Por ejemplo, “cultura de la diversión”, “cultura del trabajo”, “cultura de consumo”, etc. De ese modo, cultura acaba por no significar nada, por ser un concepto vacío.
Otro síntoma es la devaluación progresiva de los concursos de “conocimientos” en televisión. Hoy ganan grandes sumas de dinero personas que no saben hacer la o con un canuto; nada que ver con los exigentes concursos para personas cultas (algunas sin estudios académicos) de tiempos pasados. Un buen ejemplo es el de Secundino Gallego, bedel de la Universidad de Barcelona, que se hizo famoso cuando concursó en 1970 en el programa "Las diez de últimas”. El concursante podía proponer el tema de las preguntas. Secundino demostró que lo sabía todo sobre los pájaros, incluido distinguir a todos por su canto.
El desdén por la cultura se agudizó cuando las Humanidades fueron postergadas en la época de la modernidad, con una tecnologización que hirió seriamente actitudes tan valiosas como la curiosidad y la búsqueda de saberes pensados, propias de la Filosofía.
Un filósofo, Joan Méndez, afirma que “puede parecer que hoy, cuando la ciencia ocupa la primacía en el conocimiento, la filosofía es algo superado; pero la filosofía toca lo esencial del ser humano y está constantemente actualizándose; la filosofía desarrolla el pensamiento crítico, reflexivo, analítico, con una visión ética y orientación moral que proporciona recursos para vivir mejor a título individual; pero también sirve para reunificar el conocimiento, porque el saber está cada vez más parcelado y especializado y la filosofía, por su carácter multidisciplinar, es como la madre de todas las ciencias; es la que aporta conceptos para fomentar el diálogo entre ellas”.
Vivimos en un mundo centrado en la tecnología y la ciencia, sin ser conscientes de que muchas ramas del saber humanístico están en la base misma de todo ese conocimiento científico.
El idioma es la base de la comunicación científica, mientras que el arte ha posibilitado la creación de otro modo de comunicación: la imagen, que ha evolucionado desde las pinturas rupestres hasta las imágenes por ordenador.
Alejandro Llano, señala que las Humanidades son insustituibles para lograr cuatro objetivos: 1. Interpretación crítica de la sociedad actual. 2. Revitalización de la cultura. 3.Reflexión sobre las grandes cuestiones personales y sociales. 4. Ascenso del nivel de creatividad.
Otro filósofo, Daniel Innerarity, en su artículo "Elogio de la inexactitud," defiende que "la creatividad implica siempre un cierto tipo de sabotaje contra la división del trabajo establecida, contra la parcelación del saber y la especialización, contra la exactitud de las soluciones habituales; supone una revisión de las competencias y de las expectativas, una fuerte disposición a aprender fuera del saber y las prácticas establecidas. Y para eso son indispensables las ciencias humanas y sociales, las grandes olvidadas en medio de un furor tecnológico que nos hace analfabetos en todo lo que se refiera a la interpretación y el sentido de las cosas importantes de nuestra vida, personal o colectiva".
Hoy es muy necesario recordar que la familia es el primer ámbito de promoción de cultura, por ser el lugar en el que se descubren y viven los valores esenciales de la vida. En el hogar es posible fomentar el sentido y la sensibilidad por la cultura. Existe una cultura familiar que consiste en el conjunto de valores y costumbres que definen el quehacer de una familia. Se concreta en el cultivo personal de cada miembro de una familia en su propio hogar, como una tarea a realizar con el concurso de los demás miembros de esa familia. Se transmite a través de la educación formal e informal desde una generación a la siguiente, en forma de herencias culturales.
Una de las funciones principales de la familia es crear un ambiente en el que la instrucción tienda a convertirse en cultura y en el que la cultura tienda a convertirse en sabiduría.