Francisco J. Pérez-Latre, Facultad de Comunicación , Universidad de Navarra
Apuntes sobre la campaña más cara de la historia
Las elecciones estadounidenses son escenario privilegiado para aprender comunicación y medios. Las de 2012 no han sido excepción. Sin ánimo de ser exhaustivos, ahí van algunas claves e hitos que pueden ayudar a poner en perspectiva esta campaña.
La elección se decidía en una decena de estados "disputados" (Florida, Virginia, Ohio, Wisconsin, Iowa, Colorado, Carolina del Norte, New Hampshire y Nevada). Al final, Obama los ha ganado todos menos Carolina del Norte, a falta del recuento en Florida. Demócratas y republicanos han incrementado su capacidad de llegar a "públicos objetivos" concretos y minorías étnicas, en un país cada vez más dividido y que se transforma demográficamente.
La campaña se ha caracterizado por la inundación de mensajes publicitarios en los estados "disputados" (los llamados battlegrounds). Ha sido la campaña más cara de la historia. A 30 de octubre, los candidatos habían gastado ya 406 millones de dólares sólo en Florida, Virginia y Ohio. La maquinaria de captación de fondos de los partidos consiguió recursos hasta el final. Según el Washington Post, Romney recaudó 1.176 millones de dólares y Obama 1.076. El escenario ha sido distinto al de 2008, cuando la ventaja económica de Obama sobre McCain en el último mes fue considerable.
Barack Obama ha logrado la victoria con escasa ventaja, dentro de los mejores escenarios que le planteaban los últimos sondeos. Los votantes han interpretado que la crisis económica no justifica un cambio de inquilino en la Casa Blanca. Estaba en juego el legado de un presidente que suscitó grandes expectativas. Obama, elegido con más de nueve millones de votos de diferencia en 2008, ha visto reducido su apoyo popular en un proceso que se inició muy poco después de su llegada a la Casa Blanca. A partir de 2009, los "tea parties" empezaron a movilizar el descontento que provocaban algunas de las políticas del Presidente. En las elecciones parciales de 2010, los demócratas sufrieron una derrota severa.
Las campañas de reelección son diferentes a las de elección. Pero quizá el principal problema de Obama ha sido el propio Obama. La esperanza y la visión para el futuro de 2008 se han convertido en la comunicación negativa de 2012. Mitt Romney, por su parte, tardó en presentarse como alternativa viable, y las "bases" republicanas no terminaban de confiar en él, después de unas largas primarias que no contribuyeron a despejar incógnitas.
Cuando los candidatos llegaron a Denver para su primer debate (3 de octubre), la campaña de Romney parecía moribunda. La contundente victoria de Romney contribuyó al desenlace incierto que hemos vivido en el último mes. Las encuestas empezaron a reflejar un cambio de tendencia en la opinión pública. Los estrategas demócratas trataron de contrarrestar la derrota desde el debate entre los candidatos a la vicepresidencia Joe Biden y Paul Ryan, en un debate igualado donde Biden se mostró agresivo y mordaz. Fue el preludio de la actitud de ataque por parte de Obama que caracterizó los dos debates siguientes, que se saldaron con victorias mínimas suyas en las encuestas.
En ciclos de noticias tan largos como las campañas electorales surgen imponderables, imprevistos con consecuencias difíciles de valorar. La verdadera influencia del huracán "Sandy", que golpeó la Costa Este el 29 de octubre, tardará tiempo en establecerse con certeza. Pero ya hay quién asegura que frenó la tendencia favorable a los republicanos de días anteriores y permitió a Obama "actuar como presidente" a pocos días de las elecciones.
Desde la crisis financiera de septiembre de 2008, hablamos y pensamos sobre la crisis de los medios, la economía y la política. Muchos coinciden en que es una crisis de valores que invita a la reflexión. La campaña estadounidense de 2012 refleja también esa crisis. La política es lugar para la solidaridad y el bien común. Pero las campañas se centran en el miedo y difunden mensajes simplistas y esquemáticos que difuminan los matices y, con ellos, la posibilidad de los acuerdos y alianzas que reclama la crisis. En el mejor de los casos, la ciudadanía se decanta por la opción menos mala. La política está huérfana de ejemplos e ideales grandes. No hay que olvidar que lo que de verdad comunica son las ideas brillantes y las políticas que ofrecen respuestas a los problemas.
Ahora Obama tendrá que gestionar su apretada victoria trabajando con una Cámara de Representantes de mayoría republicana. Los republicanos reflexionarán sobre su segunda derrota presidencial consecutiva entre las recriminaciones mutuas que suelen producirse cuando se pierde. Suenan ya con fuerza nombres como Marco Rubio, Jeb Bush o Paul Ryan. Obama tendrá cuatro años más para desarrollar su proyecto económico y social. Y volveremos a hablar de Hillary Clinton, que ahora deja la Secretaría de Estado.