Miguel Ángel Ariño, Profesor del IESE, Universidad de Navarra
Necesitamos un plan estratégico
A sugerencia de uno de los lectores de mi blog Toma de Decisiones (tomadedecisiones.iese.edu), iniciamos a mediados de enero un debate sobre qué decisiones tenían que tomarse en España para abordar la situación actual. La idea se originó un mes antes, en plena crisis de la solvencia de Irlanda y Portugal, cuando se suscitaban algunas dudas sobre la solidez de las finanzas españolas. El debate dio lugar a muchas ideas, que después de resumirlas y clasificarlas pueden darnos unas pautas muy buenas sobre los campos en los que debemos actuar. Me propongo en este artículo hablar de lo debatido en el blog.
Como idea general se ve necesario elaborar un plan estratégico para España a 10 años vista e independiente de ideologías y partidos políticos. Este plan estratégico debe indicar dónde queremos estar dentro de 10 años y desarrollar las líneas de actuación necesarias para llegar allí. El debate identifica cinco campos de mejora a tener en cuenta en la elaboración de este plan estratégico: exigirnos más personal y colectivamente y dejar de quejarnos, mejorar el sector público y el sistema político, mejorar la educación, facilitar la innovación y la creación de empresas, y finalmente el empleo.
El primer punto reclama un cambio de actitud por parte de todos, generar una mayor confianza en nuestras posibilidades, comprometernos con nuestro país, trabajar más, dejar de lamentarnos y hacernos responsables nosotros mismos de nuestro desarrollo. Todo esto requiere recuperar la cultura del esfuerzo, aunque Leopoldo Abadía no quiera ni oír hablar de esta expresión. Debemos convencernos de que para conseguir algo necesitamos preparación y trabajo intenso, una autoexigencia personal y colectiva. Estamos demasiado acostumbrados a vivir de las ayudas sociales. Hay demasiadas facilidades para hacer las cosas sin esfuerzo. Es preciso prohibir el granhermanismo y el entretenimiento basura en la televisión, cambiar de mentalidad potenciando el ahorro y la inversión frente al consumo. Y vivir con más austeridad, aceptando que la fiesta se ha acabado y ahora toca lavar los platos, como decía Alfred Pastor.
El segundo campo de actuación, la mejora del sector público y del sistema político, requiere -según la discusión en el blog- modernizar la Administración pública y reducir los gastos del Estado eliminando el derroche en excesivos cargos públicos, asesores innecesarios y pensiones vitalicias desmesuradas. Se debe exigir integridad en la gestión pública, estableciendo sanciones para los que ocupan cargos públicos y no cumplen sus funciones, así como consecuencias penales mucho más duras para los que se aprovechan del cargo que ocupan. Se debe exigir también profesionalidad a los gestores limitando el acceso a los cargos públicos a personas que hayan ejercido con anterioridad puestos directivos de responsabilidad, exigiendo a los de los puestos de más relevancia el dominio del inglés. Asimismo, hay que concienciarles de que su misión es trabajar en beneficio de los demás ciudadanos y remunerarles con un salario suficientemente digno acorde con la función que ejercen. Y finalmente, es preciso un mayor compromiso del Gobierno y de la clase política con el país para que vivan menos pendientes de intereses partidistas.
El tercer punto es la mejora en la educación. Hay que proporcionar un nivel educativo muy superior, dignificar el papel de los científicos y de los profesores, impartir enseñanza bilingüe en los colegios, ver televisión en inglés, concienciar de que la educación corresponde a la escuela, pero sobre todo a la familia, y enseñar las normas básicas de educación, respeto y convivencia.
En el campo de la innovación y la creación de empresas se trata de identificar los sectores en que podamos ser más competitivos, potenciar la creación de empresas en esos sectores y asumir el compromiso a largo plazo de desarrollar esos sectores sin cambiar de políticas cada poco tiempo. Igualmente, hay que potenciar con ahorros fiscales las inversiones en I+D+I.
Finalmente, en el quinto punto las sugerencias van en la línea de fomentar el autoempleo y el pluriempleo sin gravarlo fiscalmente para permitir que el que trabaja por cuenta ajena pueda montar también su propia empresa. En el debate surgió una idea curiosa que valdría la pena explorar: asignar trabajos de servicio social o en alguna pyme a aquellas personas que cobran subsidio de desempleo y no muestran mucho interés en trabajar, desincentivando así el ocio gratuito. Evidentemente, esto no se aplicaría a los millones de personas que han perdido su trabajo últimamente y se están afanando por encontrar una nueva ocupación. Estos no están ociosos, sino muy ocupados en algo tan importante como encontrar un trabajo.
Si nos ponemos a trabajar en las ideas proporcionadas por los participantes del blog, quizá consigamos, con los esfuerzos personales y colectivos necesarios, volver a dinamizar el país y terminar con la lacra del paro, que, a mi juicio, debe ser la primera prioridad, a la que deben ir orientadas todas las demás iniciativas expuestas en este artículo.