María Isabel Rodríguez Tejedo, Profesora de la Facultad de Económicas de la Universidad de Navarra
Una distinción a trabajos que explican cómo interactúa la economía con la naturaleza
William Nordhaus y Paul Romer han sido los ganadores del premio Nobel de Economía de 2018. Los dos economistas americanos habían aparecido antes como candidatos con posibilidades para recibir el reconocimiento, que finalmente han obtenido de forma conjunta en la 50 edición del premio otorgado por Real Academia Sueca de las Ciencias en memoria de Alfred Nobel.
La Academia ha reconocido su contribución para “ampliar significativamente el alcance del análisis económico al construir modelos que explican cómo la economía de mercado interactúa con la naturaleza y el conocimiento”.
Aunque a priori los temas de estudio de los dos galardonados (la naturaleza y la innovación) parecen muy diferentes, también se encuentran líneas de conexión entre ellos. La más obvia es quizá la importancia que sus estudios ponen en el largo plazo y en la importancia de factores menos tradicionales para sostener el crecimiento. Los modelos clásicos en economía utilizaban el capital, el trabajo y la tierra como determinantes básicos de la producción. Casi todo lo demás entra dentro de una caja negra que, siendo importante, era difícil de explicar y tentadora de olvidar.
Los trabajos de Nordhaus y Romer, entre otros autores, contribuyen a abrir esa caja negra y nos invitan a pensar en qué podemos hacer hoy para favorecer el crecimiento. Desde lo académico, ambos tienen en común el profundo efecto práctico de sus teorías y el reconocimiento del papel de los Gobiernos.
Tasas sostenibles en el tiempo
En una época de auge de la desregulación, ambos señalaron la importancia del buen hacer político para establecer principios que favorecieran el correcto desarrollo económico. Desde incentivar la investigación y diseñar políticas que favorezcan la innovación tecnológica hasta establecer precios para que contaminar no salga gratis, el trabajo de los ganadores del Nobel nos invita como sociedad a reflexionar sobre qué podemos hacer en la práctica para favorecer tasas de crecimiento que además de crear empleo y mejorar el estándar de vida, tengan la imprescindible cualidad de ser sostenibles en el tiempo.
Paul Romer ha sido premiado por su contribución para entender el papel de la innovación en el crecimiento económico. El profesor de la Universidad de Nueva York es considerado como el fundador de la teoría del crecimiento endógeno en economía, en la que la innovación y la aplicación de nuevas ideas pueden favorecer el crecimiento económico. Aunque la relación entre tecnología y crecimiento estaba firmemente establecida, Romer añadió a la discusión la consideración de que la primera aparece no de forma exógena, sino como resultado de las decisiones de las empresas e individuos de dedicar esfuerzo y recursos a la producción de ideas e innovación. Durante un breve tiempo economista jefe del
Banco Mundial, Romer también ha tenido un papel muy activo en el estudio de cómo los Gobiernos pueden utilizar la expansión de las ciudades en países en vías de desarrollo para favorecer la mejora económica y social.
Por su parte, Nordhaus es reconocido también como el principal impulsor de un área en el ámbito de la economía, en este caso por sus contribuciones en el tema del cambio climático. El profesor de Yale ya trabajaba en el concepto de sostenibilidad a principios de los años 70, mucho antes de que se pusiera de moda y de que la sociedad en general se diera cuenta de la importancia de no relegar el planeta a una categoría menor llamada “recursos”.
Académicamente su trabajo sobre la imposición a las emisiones de carbono de las empresas fue revolucionario, pero también uno con gran repercusión real. Numerosos países han establecido medidas impositivas para gravar las emisiones de carbono, y otros muchos se lo plantean como una opción para combatir el cambio climático.
Por su papel en poner de relieve la importancia de la innovación y la preservación del medio ambiente, Nordhaus y Romer se unen a los laureados de las anteriores 49 ediciones del Nobel en Economía. Con este premio, crece la lista de los galardonados que reciben la distinción por incorporar aspectos tradicionalmente menos ligados a lo que se podría considerar el núcleo tradicional de la ciencia económica en sus análisis.