Eduardo Martínez Abascal, Profesor del IESE, Universidad de Navarra
Profetas de catástrofes… sin datos
Coincidiendo con la cumbre de Davos, donde se reúnen los "expertos" mundiales del mundo de la economía y la política, hemos asistido a un alud de previsiones negativas sobre la economía española, de los que se ha hecho eco ampliamente la prensa anglosajona. Uno de los gurús, el profesor Roubini, ha pronosticado una posible ruptura de la Unión Europea. Financial Times ha vuelto a su teoría de las dos velocidades, o las dos Europas, donde, como era de esperar, Portugal, Italia, Grecia y España van en el furgón de cola (los llamados pigs; en inglés, cerdos).
Lo llamativo del caso es que todos han dado opiniones de lo mal que nos va y de lo peor que nos va a ir, pero no han dado ni un dato (o yo no los he visto en la prensa).Y también es llamativo que, hace dos años, los mismos medios hablaran del milagro español, y ahora España es la última de la cola.
Lo más probable es que ni antes éramos tan fuertes ni ahora somos tan malos.
Pero vayamos a algunos datos. El profesor Roubini basa su diagnóstico en las siguientes opiniones, que contrastaré con datos. Elevada tasa de paro. Cierto, llegaremos al 20% y a 4,5 millones de parados. Pero, de estos, hay que quitar un 8%, que era la tasa de paro cuando estábamos en pleno empleo ¡y necesitábamos 5 millones de inmigrantes! Por otra parte, esto es ya es conocido. Nos pasó igual en la crisis del 93, que provocó un paro máximo del 20% en el 95. Pero a partir de ahí, en unos pocos años habíamos cumplido todos los requisitos para entrar en el euro, aunque nadie lo esperaba. Quizá el profesor Roubini no lo recuerda, pero esto es así.
La otra causa de alarma es la deuda pública de España. El dato es que la deuda pública española en 2008 era el 40% del PIB, el nivel más bajo de todos los países europeos más desarrollados (Francia, 67%; Alemania, 69%; Italia, 105%; Gran Bretaña, 52%). Cierto que ahora España ya se encuentra cerca del 55% del PIB, y que se prevé llegar al 75% en 2012. Pero incluso este nivel de deuda es comparable con el de nuestros vecinos. ¡No es para decir que nos vamos a hundir con todo el equipo!
En definitiva. No vamos bien. Tampoco parece que la nave esté bien dirigida (y quizá ahí está el problema). Pero no hay datos para pensar que nos vamos a hundir y salir de la
Unión Europea. Esto es un alarmismo injustificado y que hace daño.